Una semana en Lanzarote: La Playa del Papagayo y el Espacio Natural Protegido de Los Ajaches

10 de Octubre de 2017

Gaaaaaas!! 15 de la tarde, puerta del curro cerrándose detrás nuestro y venga a correr!! Y como no, esto solo puede decir dos cosas: una, que me estoy cagando y quiero disfrutar de este momento en mi casa o dos, que nos vamos de viaje. O las dos, claro, una después de otra, también es verdad.

Pero no os preocupéis que no tengo un blog para contaros mi salud intestinal sino mis viajes así que si estáis leyendo esto (entendería perfectamente que ya no hubierais llegado ni aquí) significa que nos vamos a Lanzarote!!

Y es que por si no os habíais dado cuenta las Islas Canarias nos encantan, mucho, y con esta ya van tres en menos de 6 meses y además, ni más ni menos que para una semana!! Así que dale hacía El Prat que aún encontraremos pollo.

Y es que desde que casi perdemos nuestro avión hacia Kuala Lumpur este verano por culpa de la huelga de controladores de acceso cada vez que tengo que pillar un avión tengo un nosequé que no se me quita hasta que no estoy ya metido en el aparato, la verdad, y si antes apuraba bastante el tiempo ahora como antes lleguemos mejor. Prefiero prevenir, que curar.

Pero por suerte esta vez no había ningún contratiempo y nuestro vuelo FR6372 salía, y llegaba, en hora en el aeropuerto de Arrecife para empezar a descubrir los secretos de esta isla.

Aunque para eso ya tocaría esperar a mañana. Eran la 1 de la madrugada y nuestra anfitriona nos estaba esperándonos para darnos la llave así que no era plan de hacerla esperar. Así que rápidamente a pillar el coche de alquiler (que además también nos estaban esperando) y a recorrer los cerca de 30 quilómetros hasta El Golfo, dándole ya a la imaginación para ver si descifrábamos que nos encontraríamos al despertar, pero eso, ya os lo desvelaré mañana.

Os parece? Venga va, a descansar…

11 de Octubre de 2017

Y otra vez la misma historia de siempre, hacía poco más de 4 horas entre una cosa y otra que nos habíamos acostado, es decir, una mierda, vamos, y ya estaba dando vueltas arriba y abajo por la cama con los ojos como platos sin poder dormir. El motivo? Pues cual va a ser: No podía estar ni un minuto más sin saber qué narices había ahí fuera.

Así que serían las ocho y poco de la mañana que dejaba a Adri en la cama, aunque también ya despierta, y salía por la puerta para encontrarme con El Golfo de día, el Golfo de noche ya lo tengo muy visto yo, y me encontraba con un precioso pueblo de casas bajas y del blanco más impoluto, rodeado por colosales coladas de lava de negro profundo, que parece que en cualquier momento vayan a engullir el pueblo y convertirlo en una Pompeya Canaria. Y a escasos metros de nuestro apartamento, el imponente atlántico, muy en calma hoy a decir verdad por lo que nos tiene acostumbrados.

La verdad es que en el pueblo se respira una tranquilidad envolvente, y eso se agradece, solo rota por el ajetreo que tienen los currantes de los restaurantes que dan al mar y en donde, según dicen, se puede comer pescado fresco con unos atardeceres de película. Veremos.

·El Lago de los Clicos

Una de las principales atracciones de El Golfo, por no decir la única, y seguramente una de las estampas más conocidas de la isla es la playa del Golfo con su lago de Los Ciclos, situada a escasos 5 minutos paseando de donde nosotros nos alojamos y que forma un conjunto cromático digno de ver. Os cuento.

Imaginaros una playa de arena negra como el carbón, rodeada por acantilados, algunos negros, otros rojos, otros ocres. Todo muy marciano, la verdad. Pues bien, a todo esto añadirle, entre el mar y los acantilados, una laguna de un verde intenso, situada en el cráter de un antiguo volcán, donde queda el agua retenida formando un espectáculo que durante el día, dependiendo de la luz que haya, va cambiando de color. Un pasote, verdad? Pues lo que os comentaba, a 5 minutos a pata de donde dormimos.

La mejor de todo, además, es que al marcarme el madrugón, a esas horas, soy el único friki recorriendo el sendero de tierra volcánica que te lleva a ella y una vez allí, con todo este cuadro solo para mí, hace que, ya solo por esto, el venir hasta aquí valga la pena.

Esto es importante porque en unas pocas horas, el descampado de tierra que hay en el inicio del camino se llenara de coches y autobuses, de alemanes, franceses, británicos y algún chino, y este paisaje onírico más parecido a Marte que a la Tierra pasará a parecerse más a Port Aventura que a ninguna otra cosa. Así que si podéis, aprovecharlo y venir vosotros solos, ya me contaréis que sentís.

·Las Salinas de Janubio

Y ya con el primer subidón del día en la maleta, era cuestión de volver al apartamento a por Adri, que ya esperaba impaciente mi llegada para empezar a descubrir esta isla que de bien seguro nos va a sorprender y para ello habíamos planeado pasar un primer día tranquilitos, de Sol y Playa, aprovechando la ola de calor que entraba en las islas hoy, y recuperarnos un poco del tute, tanto físico como psicológico de ayer así que coche cargado hasta los topes y hacía nuestra primera parada del día, las Salinas de Janubio.

Y es que realmente nada más hace falta salir del pequeño núcleo del pueblo para, de repente, cambiar de planeta. Es acojonante como la carretera cruza campos de lava por donde más tiran, rodeándote a banda y banda, sin un solo árbol, ni un atisbo de vegetación, solo la oscuridad rodeándote, y nuestro Fiat 500 abriéndose paso entre diferentes calderas, algunas de las cuales no hace tantos años estuvieron en erupción.

Un paisaje sobrecogedor diría yo, de esos que a mí me gustan, esto pinta bien, si señor.

Una vez enfilamos hacia el mar, rodeados aún de coladas de lava que cayeron directamente al océano atlántico, ponemos dirección al sur de la isla, hacía playa blanca, para toparnos, en una de estas que de repente se abre el paisaje delante de ti sin que te lo esperes, con otro espectáculo cromático digno de ver aunque, en esta ocasión, provocado, en gran parte, por el hombre: Las Salinas de Janubio.

A continuación de una gran bahía, en una especie de laguna interior cuadriculada por centenares de piscinas de donde, aún hoy en día, se obtiene la sal. No en vano, estas salinas se han estado utilizando ininterrumpidamente desde hace más de un siglo y aunque hoy en día ya no tienen la importancia que tuvieron en su día, sobre todo para abastecer de sal a los pesqueros vascos, hemos de tener en cuenta que aún se producen unas 2.000 toneladas anuales, y lo mejor de todo, utilizando prácticamente el mismo sistema que se utilizaba a finales del siglo XIX cuando se empezaron a explotar.

Lo mejor de todo son los distintos colores que cogen las piscinas y aunque, con la luz de la mañana no se le saca el máxima partido al conjunto, sigue siendo un espectáculo digno de ver.

·La Playa del Papagayo y el Espacio Natural Protegido de Los Ajaches

Ahora ya sí que nuestra siguiente parada iba a ser la playa, pero ojo, no cualquier playa, sino La Playa, la que para según muchos es la mejor de la Isla y una de las mejores de todo el archipiélago: La Playa del Papagayo.

Para llegar a esta tienes que primero acercarte hasta Playa Blanca, uno de los núcleos turísticos más importantes de la isla, pero también uno de esos núcleos turísticos que tanto aborrecemos aunque, se ha de decir en su favor que, como mínimo lo que nosotros hemos visto, no han convertido Playa Blanca en una ciudad de hormigón, con edificios de hoteles y resorts uno encima del otro sino que han tenido la delicadeza de intentar encajar un poco ese rollo con el entorno y en lugar de los típicos hoteles que nos encontramos en Los Cristianos de Tenerife o en Playa del Inglés de Gran Canaria, por poner un par de ejemplos, te encuentras con complejos de casitas típicas lanzaroteñas, de una planta o dos a lo sumo, blancas y no sé, todo un rollo que te cuadra un poco más. Como mínimo no hace tanto daño a la vista, vamos.

Pero lo dicho, nosotros como que mucho este rollo no nos va y pasamos Playa Blanca de largo para dirigirnos al Espacio Natural Protegido de Los Ajaches, en el extremo oriental de la osta, y al que has de acceder por un camino de tierra, después de pagar 3€ para entrar, que cruza la aridez del paraje para ir llevándote a algunas de las mejores y más salvajes de la isla, ya que están completamente libres de edificaciones. La primera que te encuentras es Playa Mujeres seguida de El Pozo, la favorita de la dueña de nuestro apartamento, según nos dijo esta mañana. Después viene la Caleta del Congrio, Puerto Muelas y por último, nuestro destino, El Papagayo. Y todo esto que se me olvidaba, con la vecina Fuerteventura y la pequeña Isla de los Lobos como telón de fondo omnipresente en toda esta historia.

La verdad es que nos podríamos haber quedado en cualquiera de las otras porque todas son para cagarse pero nos habían recomendado esta y allí que hemos ido. Y no ha defraudado, eso os lo digo ya.

La Playa del Papagayo es una caleta flanqueada por enormes acantilados de material volcánico que caen directamente al mar. De dorada arena fina y aguas transparentes, al estar recogida hacen de sus aguas un lugar perfecto para nadar y hacer snorkel o simplemente pajarear, eso si, el agua está fría de cojones. Pero fría, fría eh.

Si os digo la verdad me he metido para estrenar mi último juguete que me ha regalado Adri para mi cumpleaños: Una GoPro Hero5 Black. Pepinako de cámara si señor.

Y la tenía que probar si o si, así que me he metido haciéndome el chulo lo máximo que he podido para no quedar mal delante de tanto alemán y demás, que para ellos eso era caldo y me he ido a explorar (y catar) el fondo marino.

La verdad es que, con el chip aún de las Perhentian y Tioman en la cabeza, estos fondos son, como diría, descafeinados. Peces hay, y bastantes, sencillitos, eso sí, pero lo hay. Corales? Pues no, corales no. Lo que sí que encontramos son todo de pasillos y cuevas submarinos hechas por la lava al entrar en contacto con el mar que crean todo un sistema de pasillos muy curioso de ver, y por donde te puedes tirar un buen rato jugando.

Y a partir de aquí ya poco más, la verdad.

Alguna que otra siesta intercalada con una visita a el Chiringuito, la única edificación que hay en todo Los Ajaches, un restaurante con unas vistas de postal sobre el Papagayo y donde he vuelto a comer, por fin, mis tan añoradas Lapas, con un buen vinito lanzaroteño, las papas de rigor y unas puntillas a la andaluza que para que te voy a contar. Y es que comer en las canarias es una de las cosas que más nos gustan, la verdad.

Y con todo, esto ha sido lo que nuestro día ha dado de sí. Serían las 18 de la tarde cuando hemos desplegado velas y hemos puesto rumbo a El Golfo de nuevo, el día poco a poco nos iba pesando más y más y queríamos descansar para mañana ya poder desplegarnos por la isla sin miramientos.

Eso sí, lo que decíamos, comer, comer y comer. Y así estoy, coño. Pero que me quiten lo bailado. Y si nos hemos de morir, que nos pille cenados, no? Pues a darle mambo a los restaurantes de El Golfo y para despedir el día nos hemos ido a Casa Rafa, a la entrada del pueblo y nos hemos homenajeado con un Cherne para los dos, espectacular, apoteósico, para cagarse, vamos. Eso sí, con un buen pulpo frito y una de queso asado para acompañar. Regado con un blanco de la isla, por supuesto, y con esto ya sí que si, después de unos ron miel digestivos para hacerlo bajar, nuestro primer día en esta isla llevaba a su fin. Sin darnos cuenta, como si justo ahora nos acabáramos de levantar, y es que cuando uno está a gusto, esto del tiempo, no sirve para ná…

Mañana más y mejor…

Seguimos!!

Guía rápida para una escapada de 4 días a Londres

Una de las claves de esto de viajar, sobre todo si, por una razón o otra, no eres de pillar la mochila, darle la patada a todo lo conocido y largarte a volar, es que te haga la misma ilusión irte un mes que un fin de semana, a Malasia que a las Islas Canarias, a Londres que a Singapur, y es que al final de esto se trata, de estar en movimiento, de que esa jodida rutina que a algunos nos mata se pueda romper, por poco que sea, para darnos un poco de aire hasta la próxima aventura y es que el mundo es tan grande y hay tanto que conocer que al menos yo no le voy a hacer ascos a nada, a ningún rincón por pequeño que sea, por cercano que está o por, como era este el caso, que ya haya estado anteriormente en 3 ocasiones.

Y mucho menos si se trata, claro está, de Londres.

Londres es una ciudad que tiene tanto, pero tanto tanto que ofrecer que uno nunca se va a cansar de visitarla, de hecho uno nunca va a acabar de sorprenderse en ella y estos 4 días que hemos pasado en la City no han hecho más que reafirmarme en ello. Londres es el mundo ahora mismo y el mundo, como ya sabéis, está para poderlo descubrir.

Pero cuando hablamos de una ciudad como esta, una ciudad en Mayúsculas, tanto en tamaño como en cosas que ofrecer, uno solo tiene dos opciones, o bien dispones de mucho tiempo y dinero y entonces ya si que todo te da igual, o bien has de planificar bien tu estancia en ella para poderle sacar el máximo jugo posible y eso, de alguna manera, es lo que vamos a intentar hacer aquí, con algunos consejos que, al menos a nosotros, nos han ido bien y que espero os sirvan para poder preparar, y descubrir, la Caput Mundi de nuestras días.

Así que allá que vamos!

· Geografia

Y empezamos con algo de info por si algún extraterrestre cae en el blog y no sabe donde está la ciudad: Londres es la capital de del Reino Unido y se encuentra a orillas del Tamesis, en el sudeste de Gran Bretaña y viven en ella nada más y nada menos que 8.700.000 habitantes, conviertiéndola con ello en una de las ciudades más grandes de Europa. Situados? Pues seguimos.

· Clima

Y aquí bueno, uno ya sabe que el clima de Londres, tropical, lo que se dice tropical, no es. Londres es la ciudad del casi siempre: Casi siempre llueve, casi siempre hay niebla, casi siempre hace frío. Pero también es una ciudad donde, sin que te des cuenta, esa niebla que te estaba calando hasta los huesos de repente se disipa y aparece un sol que, aunque tímidamente, te calienta esa piel entumecida y ya ves tu corriendo a la gente, dirigiéndose a los parques, al primer banco, a robar esos rayos preciados que, aquí, nunca sabes cuando van a durar.

Nosotros, como visteis, estuvimos en una de las peores olas de frío que se recuerdan, con abundantes nevadas durante los últimos dos días pero por ejemplo, una semana antes, unos amigos habían estado y apenas les llovió.

Así que aquí va mi recomendación: llevaros ropa para todo. Para algo de frío, para algo de calor, para lluvia, para sol. Obviamente si vais en pleno invierno la camisetita de tirantes os la podéis ahorrar y si vais en pleno verano no hace falta que llevéis la chaqueta de plumas pero tener presente que el tiempo cambiará. De eso estar seguros.

· Cuando ir

Así que con todo, aunque a nosotros el tiempo no nos impidió hacer prácticamente nada de lo que queríamos hacer, si que es cierto que, por ejemplo, hacer un crucero por el Tamesis en pleno febrero es de majaras, ya que te queda la poca piel que tienes al descubierto como si fueras un esquimal, así que si, igual la mejor época para ir no sea esta y sea más de cara a primavera, verano o otoño, aunque repito, nosotros no dejamos de hacer nada de lo que queríamos hacer y ver la ciudad nevada también da un plus que en otras épocas del año no tendrás.

· Moneda y precios

Ah si, por cierto, a parte de fría, Londres también es cara, me olvidaba. Joder, creo que la estoy pintando un poco mal, no? Pues os juro que me encanta, pero no se le puede negar lo que tiene y lo dicho, es cara. Y si, van en Libras Esterlinas así que olvidaros de los euros, aquí, como buenos anti europeos, no os servirán de nada.

Pero aquí va mi recomendación gratis del día: no hace falta que cambiéis dinero, no vale la pena y es que en Gran Bretaña se puede pagar absolutamente todo (o casi todo, camellos y demás carezco de información) con tarjeta de crédito y os hará un mejor cambio que si cambiáis moneda.

O va, si queréis cambiar algo de dinero (pero muy poco, eh) aunque solo sea para comprar algo en algún mercado callejero (aunque en muchas paradas se puede pagar con Credit Card también) hacerlo una vez ya estéis en el centro de la ciudad, nunca en el aeropuerto donde os atracarán a mano armada y si pueden se os mearan en la cara. Es un robo el cambio del aeropuerto. Ni lo miréis que por mirar también os cobran.

Y una vez ya con vuestra tarjeta lista para sacar humo y con algunas libras en el bolsillo, pues lo dicho arriba, Londres no es una ciudad barata aunque si que es cierto que puedes trampear y que no tengas que dejar un riñón en deposito para visitarla.

Una manera de ahorrar en las visitas es sin duda el London Pass, con la que puedes ahorrarte un buen pico en las entradas de las principales atracciones. Lo explico mejor en el Making Of de esta escapada, es decir, AQUÍ.

Más adelante, en Como Moverse por Londres os contaré como ahorrarse un buen dinero en transporte con la Oyster Card mientras que las comidas, si obtáis por comer en mercados y en puestos callejeros tampoco os saldrá por un ojo de la cara, al contrario, podéis comer por, al cambio 5 o 6 € cada uno. Eso si, de pie y en la calle pero This is London gente. Y la verdad que también tiene su rollo.

Y ojo, que luego están sus museos insignia como la National Gallery, el British Museum, la Tate Modern o el Museo de Historia Natural: G-R-A-T-I-S!!!

Y es que así tendría que ser en todo el mundo, no se le puede poner un precio a la cultura.

· Comida

En Londres en particular pero a los británicos en general, les encanta salir a cenar fuera, y eso se nota en que los restaurantes están llenos a petar desde primera hora de la tarde, y es que si: cenan a las 18. Con esto digo que lugares para comer, en Londres, habrá miles y miles, de todo tipo, de cualquier lugar del mundo, lo que te puedas imaginar que se puede llevar uno a la boca, allí lo encontrarás. Eso si, nos encontramos con el mismo problema de antes: se paga.

Nosotros, a diferencia de lo que es habitual, solo nos permitimos un día de cena así de guays, y la verdad es que acertamos enormemente con el lugar. El restaurante se encuentra en Westbourne Grove, cerca de Notting Hill, y se llama Lokanta. Llegamos a él porque estaba en el lugar 48 de entre más de 18.000 restaurantes que salían reseñados en Tripadvisor y nos encantó. Comida tradicional turca, sin florituras, a por el sabor directo, y la verdad, por todo lo que comimos, nada caro. Ir. Recomendable 100%.

· Seguridad

Aquí la verdad es que bueno, pues que os voy a decir. Londres es una ciudad inmensa y, como en todo el mundo, hay buena gente suelta e hijos de puta sueltos. Con esto quiero decir que no os rayéis, utilizar un poco el sentido común y no os tiene que pasar nada. Al final si te tienen que pegar el palo te lo pegarán en Londres, en Barcelona o en Ulan Bator, os lo pegarán y listo, pero no dejéis de hacer nada por el que pueda pasar.

En cuanto a seguridad, yo creo que Londres es una ciudad muy segura, llena de policía por todos lados y con más cámaras de seguridad que en Langley. Aunque camaras de videovigilancia no sean sinónimos de seguridad sino de control, pero eso ya es otro tema.

Pero lo dicho, que si, que Londres es una ciudad segura como lo puede ser Barcelona, París o Berlín así que no hay pega por eso.

· Un libro y una Guía

Como no podía ser de otra manera los libros ambientados en Londres son infinitos así que tendréis trabajo para decidiros cual llevar. Desde uno de sus hijos pródigos como es Charles Dickens y su Oliver Twist o tirar de algo más negro como el Sherlock Holmes de Artur Conan Doyle.

De todas formas, para mi, de lo poco que yo me he leído, claro, un libro que recomiendo es Sin blanca en París y Londres del gran George Orwell y ya de paso os podéis leer su gran novela, 1984, que mucho tendría que ver con la Londres actual.

En cuanto a guía pasa un poco lo mismo, hay mil, así que no nos calentamos la cabeza y nos fuimos con la Lonely Planet para darnos cuatro pinceladas sobre lo que visitar aunque a decir verdad, con toda la información sobre la ciudad que hay en la red igual no hace ni falta.

· Como moverse por Londres

Y es que Londres es uno de los lugares del mundo que más posibilidades ofrecen al visitante con diferencia y si quieres sacarle aunque sea el jugo más superficial tendrás que moverte, y mucho.

Eso puede llegar a ser un problema, y es que estamos en las mismas, el transporte publico también es carísimo, tanto como que un viaje sencillo en metro de una triste zona te puede llegar a costar más de 3€. Pues haz números.

Por suerte, existe una salvación: la Oyster Card.

La Oyster Card no es otra cosa que una tarjeta pre-pago que vas cargando de saldo y que vas usando en los transportes públicos que utilices en tu estancia en la ciudad, sobretodo Metro y Autobús, aunque también está incluido el tren y el tranvía, siempre que estos sean por dentro de las 9 zonas de Londres.

Su principal característica, a parte de la comodidad de no tener que ir comprando un billete cada vez que utilices un medio de transporte, ya que además es contactless, con lo que con acercar la cartera al circulo que te indica en todas las entradas será suficiente, es lo que se llama el Daily cap, o limite diario. Este limite es la cantidad máxima que pagarás al día por usar el transportes publico, ya que toda cantidad que sobrepase ese limite no se te descontará del saldo de tu tarjeta. Para poner un ejemplo, si hacemos en un día 4 viajes de metro y dos en autobús, algo nada descabellado, y pagáramos la tarifa normal (de 1 zona), tendríamos que soltar 12,60 libras ni más ni menos. Con la Oyster, en cambio, lo máximo que nos descontarán son los 6,60 libras del limite del Daily cap, es decir, la mitad.

Vale la pena, verdad?

Conseguirla es para tontos, en cualquier estación de metro la puedes comprar en los cajeros para tal efecto y la puedes pagar (y recargar) tanto con tarjeta como con efectivo. Para hacerte con ella tienes que pagar 5 libras de fianza que luego, si quieres, puedes recuperar devolviendo la tarjeta, o guardandotela para otra ocasión ya que no caduca nunca.

Sale muy a cuenta, la verdad.

· Donde dormir en Londres

Pues aquí pasa un poco como con los restaurantes: será por opciones donde escoger. Eso si, también se pagan.

Nosotros nos decantamos por una zona, Notting Hill, donde la oferta es también muy amplia pero los precios son algo más asequibles, sin por eso estar alejada del centro de la ciudad y la verdad es que no podemos estar más contentos con la elección.

En este caso nos decidimos por el Garden Court Hotel y si volviéramos repetiríamos de nuevo pero la verdad es que la zona está llena de hoteles de ese tipo: funcionales, sin florituras, pero que para dormir, ducharse y estar a gusto el poco tiempo que estás en él es más que suficiente. 300€ tres noches con desayuno. Mirar precios y me decís que tal.

· Que ver y hacer en Londres

Y es que aquí está la eterna pregunta y aquí, en Londres, la única que no podrás contestar. Las posibilidades que ofrece la ciudad son tantas que daría para una vida entera y seguirías sin conocerla por completo.

Nosotros lo que hicimos fue montarnos un itinerario que nos permitiera ver lo más relevante de la ciudad, o al menos, casi todo lo más relevante de la ciudad aunque ya te digo que nos dejamos algún que otro imprescindible por visitar.

Así que para terminar, este fue nuestro itinerario para nuestros 4 días en Londres

Día 1: Notting Hill, Kensington y Hyde Park:

Nada más aterrizados y con las mochilas ya en el hotel nos dirigimos a Portobello Market, en Notting Hill, con permiso del de Camden, el mercado más famoso de la ciudad.

De aquí saltamos a los Kensignton Garden, donde se encuentra el palacio del mismo nombre y después a Hyde Park, el parque más conocido de Londres y la verdad es que, una vez estás en él, entiendes el porque y terminamos el día en el Museo de Historia Natural, uno de mis favoritos sin dudar.

Día 2: El Southbank, un día alrededor del Tamesis:

El segundo día lo empezábamos inaugurando nuestra London Pass en un gélido crucero por el Tamesis para que nos dejara en las puertas de uno de los iconos de la ciudad: la Torre de Londres o lo que es lo mismo, la viva historia de la ciudad hecha en piedra.

De aquí, después de un breve paso por St Katherine Docks, vino el Puente de la Torre y, ya desde la otra orilla del Tamesis, emprendimos el camino de vuelta metiéndonos en las entrañas de un monstruo de la segunda guerra mundial como es el acorazado HMS Belfast y terminamos el día con una perspectiva de l ciudad completamente distinta: viéndola desde el piso 72 del The Shard, el edificio más alto de la ciudad y que te da una visión de ella totalmente distinta y recomendable.

•Día 3: Nuestros pasos por el West End:

Debajo de un blanco manto de nueve nos encontrábamos la ciudad en nuestro tercer día en ella para empezarlo viendo la ostentación de la corona en las Royal Mews, las caballerizas reales donde, entre otras muchas, hay una hecha de oro macizo, muy austera ella, como os podéis imaginar.

No hay visita a Londres que se precie sin ver el cambio de la guardia real en el Palacio de Buckingham que combinamos con el de la guardia montada en la Horse Guard Parade, al otro lado de St. James Park, donde Adri y sus ardillas vivieron un segundo capitulo después del del primer día en Hyde Park.

De aquí nos movimos hasta otro de los iconos de la ciudad, la Abadía de Westminster, un lugar genial para perderse un rato antes de empezar con nuestra Ruta a pie por el Soho, donde visitamos Picadilly Circus, las Galepijas Burlington Arcade y paseamos por algunas de las calles más famosas de la ciudad como son Regente Street o Carnaby street para terminar el día entre China Town y uno de los secretos mejor guardados de Londres: Neal’s Yard Square y aunque la idea era terminar cenando en Covnet Garden, aquí unos ya no se aguantaban de pie y le pusimos punto y final aunque si te va la marcha aún tienes para dar y regalar.

•Día 4: Camden Town y el British Museum

Y como todo lo que empieza, acaba, nuestros 4 días en Londres terminaban y lo hicieron de compras en Camden Town, uno de los barrios con más encanto de la capital, donde puedes perderte horas y horas entres sus paradas y tiendas y comprar lo que te de la real gana que nadie te va a mirar mal.

Eso si, la nevada que nos cayó fue de aupa, aunque tuvimos la suerte que nuestra siguiente parada, y ultima a decir verdad, no era otra que el British Museum, dentro del cual, calentitos y ajenos a lo que caía fuera, nis despedimos de Londres dando un repaso a la historia de la humanidad, contada como en ningún otro lugar entre esas cuatro paredes, gracias, sobre todo, y se tiene que decir, a los siglos y siglos de expolio del imperio británico a lo largo y ancho del mundo aunque esto ya es otro tema para debatir.

4 días intensos a más no poder, 4 días en los que habíamos recorrido más de 60 kilómetros andando, pero 4 días en los que habíamos disfrutado de esta ciudad que atrapa a todo el que la pisa y es que en verdad no conozco a nadie que haya estado en Londres y vuelva con un: – Baj, que mierda de ciudad y eso es, en gran parte, porque es una ciudad para todos los públicos, para todas las edades y que te dará, si lo buscas, claro, exactamente aquello que estés buscando.

Londres mola, gente, así que ya podéis darle caña a Skyscanner e ir a comprobar si eso que digo es verdad.

Nosotros ya sabéis como va esto:

– Seguimos!

Que ver en Londres: Camden Town y el British Museum (Día 4)

27 de febrero de 2018

Por mucho que nos pese, en nuestros viajes, siempre llega el último día y eso es algo que, por el momento, hemos de asumir, y en este, aquí en Londres, también llegó y el despertador sonó para dar la salida a este nuestro último de los 4 días en Londres.

Al menos, eso parecía de buena mañana, la nieve nos daba un respiro a pesar de que las temperaturas por los suelos seguían ahí, dando guerra, y haciéndonos más difícil si cabe eso de salir de la cama y liarnos con las maletas pero no había tiempo que perder: era el último día, si, pero un último día de esos que nos gustan, con tooodo el día por delante ya que nuestro avión no salía hasta las 20:00 de la noche así a darle mambo que esto no ha hecho más que empezar.

Dependiendo de lo que hagáis el último día y de donde os alojéis, hay dos opciones con las maletas: la primera es la típica de dejarlas en la recepción del hotel, la mayoría de ellos da este servicio, y salir solo con lo indispensable para, cuando ya llegue la hora de la vuelta, pasar a recogerlas y ya enfilar hacia el aeropuerto con ellas a cuestas. La otra, que también hemos usado en alguna que otra ocasión, es la de dejarlas en las consignas que hay en la mayoría de estaciones por un módico precio (modo ironía: ON) y luego ya pasarlas a buscar. Esto os puede ir bien si volver al hotel os hace dar mucho rodeo con lo que tendréis que ser vosotros mismos los que decidáis dependiendo de esos dos factores.

Camden Market

Pero como os he comentado, nuestras maletas hoy se quedaban en el hotel y nosotros poníamos rumbo al mercado, con permiso de Portobello, más famoso de toda la ciudad: Camden Market.

Para ello tiramos de metro aunque si venís en otra época, concretamente de abril a noviembre, puede ser una muy buena idea, sobretodo si os alojáis por donde nosotros, es decir, Notting Hill o incluso Kensington, acercaros hacia lo que se conoce como Little Venice, una tranquila zona de canales situada al norte de la estación de Paddington, a la que se puede llegar perfectamente a pie, y una vez allí subir alguna de las embarcaciones que hacen el trayecto desde aquí hasta Camden Lock, pasando por Regent’s Park. Una manera distinta de llegar al bullicio del mercado conociendo otra zona de la ciudad. Pero lo dicho, eso tiene que ser de abril a noviembre ya que el resto del año no se realizan esos trayectos y con razón: con este frio quien narices se subiría a uno de esos.

La parada para dirigirse a este famoso mercado es, como no, Camden Town, y nada más salir a ella ya empiezas a darte cuenta del porque es tan conocido: fachadas de colores, a cada cual más originales, flanquean la calle principal, ya llena a rebosar de turistas, repartidores y algún que otro hombre anuncio y a los pocos metros, el primer mercado, a mano derecha, aunque posiblemente el menos vistoso de todos con lo que ni paramos en él.

Nos dirigimos directamente a Camden Lock, donde encontramos sobretodo puestos de artesanía y chiringuitos para comer a la orilla del canal y, sobretodo, al Stables Market, unos antiguos establos reconvertidos ahora en mercado y que, para mi, son los más interesantes de ver.

Y es que aquí, en Camden, puedes encontrar absolutamente de todo, desde los clásicos que nunca mueren hasta la ropa más atrevida y, a veces, inverosímil y es que este mercado es un claro ejemplo de lo que es Londres hoy en día, una ciudad donde caben muchas ciudades y todas, hoy, se encuentran aquí.

Con todo, si cuando nos hemos levantado el día apuntaba mejores maneras que ayer, a estas alturas ya está claro que solo se trataba de un espejismo y es que la gran nevada que nos ha pillado mientras estábamos dentro del Stables Market ha cubierto todo de blanco y ha hecho que las temperaturas bajaran considerablemente y es una pena, porque uno de los alicientes que hay aquí es la de, a la hora de comer, pasearse por los tantos y tantos puestos que hay de comida de todo el mundo para ir probando de todos hasta elegir el que más te gusta y comértelo tranquilamente alrededor de los canales pero nosotros, eso, solo lo podremos imaginar. Y es que el frío es tan intenso que ha hecho que, a pesar de estar cubierto, saliéramos por patas hasta nuestro siguiente, y último, objetivo de este viaje a Londres. Un objetivo, por cierto, a cubierto y calentito.

British Museum

Porque ayer ya no entramos a la National Gallery, pero no nos íbamos de Londres sin visitar el Museo Británico, uno de los más completos y extensos del mundo, donde se exhiben muchos de los artículos expoliados durante siglos y siglos a lo largo y ancho de este mundo.

No en vano, se trata de la atracción más visitada de Londres y, efectivamente, es gratuita, como tendrían que ser todos los museos del mundo.

Para llegar a él la parada de metro más cercana es Tottenham Court desde donde ya te encuentras con carteles que te indican la dirección a seguir para llegar al Museo.

Una vez allí, y tras pasar el control de seguridad, lo primero que uno se encuentra es el gran atrio, diseñado por Foster y convertida en la mayor plaza cubierta de Europa que distribuye las distintas colecciones que hay por todo el museo: 7.000 años de antigüedad que recorren todos los continentes.

Obviamente, visitarlo al detalle nos llevaría como unos cuantos años así que quitároslo de la cabeza. Si os mola mucho el tema, podéis mirar de apuntaros a alguna de las visitas guiadas y gratuitas que ofrece el museo, se llaman eyeOpener y son a galerías sueltas, por si alguna os interesa en concreto.

Para mi gusto, lo más interesante lo encontramos en las Galerías de Grecia y Egipto, con la Piedra Rosetta en los morros nada más entrar. Las esculturas del Partenón o los Toros alados de Jorsabad son otros de los imperdibles y después ya nos dirigiríamos hasta Egipto para ver su impresionante colección de Momias, con la de Katebet a la cabeza o el enorme busto de Ramses II presidiéndolo todo.

Solo en estas galerías ya uno podría tirarse todo el día fácilmente, pero sería un error no visitar las dedicadas al medievo, donde destacan entre muchas otras piezas el tesoro de Mildenhall o el barco funerario de Sutton Hoo. También tenemos galerías dedicadas a Oriente, a África y a América es decir, tenemos todo un mundo por descubrir, solo nos hace falta tiempo, eso si. Otro opción también es, si disponéis de más días, visitarlo por partes, ya que al ser la entrada gratuita, podemos entrar todas las veces que queremos, eso dependerá de lo frikis que seáis, de nada más.

Nosotros en verdad que habíamos tenido suficiente y al salir y darnos cuenta de la gran nevada que había vuelto a caer mientras visitábamos el Museo, decidimos ir haciendo vía, recoger nuestras maletas y tirar hacia el aeropuerto con más tiempo del habitual y bien que hicimos, ya que, a consecuencia del mal tiempo, varios trenes habían sido cancelados y, en teoría, llegaríamos al aeropuerto con el tiempo justo para pillar nuestro avión.

Digo en teoría porque al llegar al aeropuerto nuestro vuelo también llegaba con un lindo retraso de un par de horas, es decir, una vez más llegaríamos a nuestra casa bien entrada la madrugada para, a las 7:00 de la mañana, levantarse para ir a currar como si aquí no hubiera pasado absolutamente nada y es que a quien le importa eso cuando has podido disfrutar de 4 días a full conociendo una ciudad como Londres, una de las capitales del Mundo?

Exacto, eso no le importa a nadie…

Por más madrugones como estos….Seguimos!!

Que ver en Londres: nuestro paso por el West End (Día 3)

26 de febrero de 2018

  • No me jodas que está nevando?!!

De esta guisa nos recibía Londres en este tercer día en la ciudad. Y lo que al principio hacía cierta gracia, pronto se convirtió en una pedazo de nevada que en poco tiempo dejó todo de un blanco inmaculado. Y la verdad, que esto ocurriera precisamente hoy era una putada y es que seguramente hoy era el día más a tope de nuestros 4 días en Londres.

Además teníamos el handicap de que ayer habíamos activado la London Pass con lo que teníamos que seguir hoy dándole caña ya que habíamos cogido dos días así que al mal tiempo buena cara, desayuno de supervivencia, varias capas de ropa modo cebolla y al lío,que no hay tiempo que perder.

Royal Mews

Y es que al menos el inicio del día de hoy iba con unos horarios a seguir: a las 11:30 es cuando se hace el cambio de guardia en el Palacio de Buckingham así que a esa hora, si o si, teníamos que estar allí con lo que la ecuación era clara: a las 10 en punto, cuando abren, teníamos que estar en nuestra primera parada del día: las Royal Mews, o lo que es lo mismo, las caballerizas reales.

Estas se encuentran a tiro de piedra de Buckingham Palace y su entrada está incluida en la London Pass con lo que una visita rápida le queríamos dar. En ellas descansan los más de 30 caballos reales que tiene la realeza, cuyo nombre elige la mismísima reina madre y sobretodo, lo más vistoso de ellas, todas las carrozas que se utilizan para desfiles y demás, incluida una de oro macizo que data del año 1762 y que es usada durante las coronaciones.

Es una visita curiosa y rápida, ideal para empezar el día entre mierda de caballo real, que lo que es oler, huele igual que los caballos plebeyos, no os penséis. Pero lo dicho, media hora tres cuartos es suficiente para visitarlas y a las 11 en punto, puntualidad británica por encima de todo, entrabamos a la gran zona acordonada del Palacio de Buckingham, entre centenares y centenares de turistas, para ver lo que es, seguramente, la turistada más grande de todo Londres.

Buckingham Palace

Este palacete es, desde 1837, la residencia oficial de la familia real y aunque la mayor parte del año está cerrado (solo se puede visitar cuando la jefa está de vacaciones en Escocia, es decir, en Agosto y Septiembre) hay algo que se realiza prácticamente todos los días del año y que atrae a todo guiri que, como nosotros, pisa la ciudad: el Cambio de Guardia.

Esta ceremonia se realiza para cambiar la guardia real que custodia el palacio y se realiza prácticamente todos los días si la meteorología lo permite. Podéis comprobar horarios AQUÍ.

El espectáculo es curioso de ver, todos esos soldaditos con sus gorros de piel de oso desfilando al ritmo de una banda musical, si, pero para mi gusto, la exagerada afluencia de gente lo estropea un poco. Y es que hay codazos para ponerse cerca de la verja y poder ver algo y a la que te intentas colocar un poco (lease subirse a la verja) un Bobby con más mala ostia que nada empieza a dar voces como un loco para que te bajes. No se, para mi está un poco sobre-valorado pero bueno, con esta es la tercera vez que lo veo así que poco puedo hablar.

Lo que si que os recomiendo es que no os lo traguéis todo (dura como unos 40 minutos) sino que una vez pase desfilando la primera de las guardias hagáis lo mismo y desfiléis también pero hacía la Horse Guard para poder ver así también el cambio de la guardia montado pero sin tanto gentío de por medio. Algo más intimo, así en Petite Comité, ya tu sabes.

St. James Park

Y eso hicimos nosotros con el valor añadido que, para ir del Palacio de Buckingham a la Horse Guard tenemos que cruzar de lleno por St. James Park, un parque pequeño en relación a otros parques de la City pero muy cuidado, no en vano está en el corazón de la ciudad, a trio de piedra de todo y con vistas a los principales monumentos de Londres.

Vale la pena recorrerlo tranquilamente, y como no podía ser de otra manera, con una bolsa de cacahuetes a mano para que Adri hiciera todo de amigos en formato ardilla y es que el hecho de que antes de ayer una se le quedara colgando del dedo y le hiciera un buen estropicio no quita para siga queriendo alimentar a todos los animales de la ciudad. No me quiero imgainar que pasará en verano, cuando estemos de Safari por Kenia.

Horse Guards Parade

Una vez cruzado el Parque te das de morros con una gran explanada de arena con un gran pórtico al final de ella. A simple vista, y vacío, puede parecer algo desangelado pero es en ese lugar donde cada día tiene lugar el cambio de la guardia real montada y, aunque no tenga la popularidad de sus vecinos de Buckingham, tiene el valor añadido de que aquí lo puedes ver de cerca, sin barrotes de por medio y con una décima parte de la gente que hay allí.

Nosotros, al no quedarnos hasta el final del cambio de guardia de Buckingham, lo pillamos justo en su inicio, con la Antigua guardia formada en fila a la izquierda y la Nueva Guardia llegando y alineándose justo en frente.

En ese momento, el Cabo Mayor que da el relevo empieza a vocear algo ininteligible y empieza la retirada de unos y la formación de los otros. Y lo mejor de todo, lo que os decía, ni punto de comparación con la cantidad de gente que hay en los demás cambios de guardia. Es una buena jugada, creo yo.

Desde aquí, toca pasar por el arco que guarda el patio y salimos de lleno en pleno West End, a pesar que desde él pareciéramos apartados de todo bullicio.

Si miramos a mano izquierda, nos encontramos con la famosa Trafalgar Square, con la National Gallery guardándole las espaldas y, pesar de las ganas de ir hacia ella, tendremos que esperar ya que antes nos toca otra de las joyas de la capital inglesa como es la Abadía de Westminster y las Casas del Parlamento con el Big Ben.

Para llegar hasta ellos lo que hemos de hacer es, una vez fuera del portón y de haberse hecho uno las fotos de rigor con los caballos de la guardia real que custodian la entrada, pillar Whitehall Street hacía la derecha y echar a andar. En nuetsro camino pasaremos por la que es segurametne la vivienda más famos de toda Gran Bretaña, el numero 10 de Downing Street, donde reside el primer ministro.

La primera vez que vine, hace la ostia de años, recuerdo haber podido pasar por delante pero eso, hoy, es totalmente imposible, la calle está totalmente cortada y un mini ejercito controla que nadie se pase de listo por aquí. Ni el móvil tiene linea supongo que debido a alguna especie de inhibidor de frecuencia o que se yo.

A continuación, unos metros más adelante, nos encontramos también con otro de los sitios a visitar, aunque muy a nuestro pesar, tendremos que dejar para otra ocasión y es que el tiempo apremia: las Churchill War Rooms.

Se trata de un Bunker que se construyó a finales del verano del 39 con vistas a la guerra que, irremediablemente, se avecinaba, Este sirvió de cerebro de todas las operaciones que llevaron a cabo los británicos durante la segunda guerra mundial y donde también comían y dormían con la intención de mantenerse a salvo si tenía lugar un bombardeo de la aviación alemana. A pesar de todo, con el tiempo se demostró que, si hubiera caído algún regalito de los nazis la losa de cemento que los separaba del exterior, de más de 3 metros de grosor, se les hubiera caído en la cabeza ya que no estaba del todo bien construida.

A pesar de todo no terminó siendo así y hoy en día se puede visitar ese centro de operaciones tal y como estaba en los tiempos de Churchill y pasearse por las salas que hicieron ganar la guerra como Pedro por su casa. Lastima pero otro pendiente para una siguiente visita a Londres.

Westminster Abbey

Y es que lo que ahora nos esperaba no era otra cosa que la Abadía de Westminster, el lugar de culto y celebración de toda Gran Bretaña desde hace casi 1000 años.

Para entrar a ella hay que pasar un minucioso control de seguridad y pagar la entrada (20 Libras) a no ser que, exacto, tengas la London Pass. Aunque aquí si, el control de seguridad te lo tragas si o si. Y si además, como fue nuestro caso, te toca hacerlo bajo una nevada de tres pares de cojones, pues entonces la cosa tiene más guasa aún.

A pesar de todo, tuvimos la suerte de que no se demorasen mucho y en poco más de media hora ya estábamos bajo el arco de entrada en donde recoges tu audioguia, incluida en el precio y donde te repiten por activa y por pasiva que está prohibido hacer fotos. -En serio?? Las tumbas de David Livinstone, Charles Darwin o William Shakespeare y no podré hacer ni una triste foto??

Y van en serio eh, ya que yo saque el móvil para sacar una aunque sea y no se de donde aparecieron pero vamos, no me dieron tiempo de nada. Esta es la única foto que pude sacar.

Este lugar es el lugar donde se realizan, entro muchas otras ceremonias, las coronaciones de todos los reyes británicos desde Guillermo I el Conquistador, y de eso estamos hablando que fue en el año 1066. Casi nada, verdad?

Y como es obvio, si son coronados aquí, también son enterrados aquí, y es que la abadía está repleta de tumbas, capillas y monumentos varios que en ocasiones se sobreponen unos sobre los otros impidiendo casi avanzar.

Para visitar la Abadía, siguiendo la Audio-Guía que te facilitan en la entrada, tienes que disponer de, como mínimo, 2 horas, pero es algo que recomiendo hacer, ya que esconde auténticos secretos que hay que descubrir.

Lugares como el Trono de la Coronación o el Suelo de Mármol Cosmatesco, con su mosaico de mármol liso que predice el fin del mundo para el año 19693 d.c. o el Rincón de los Poetas, donde están enterrados ente muchos otros Charles Dickens, Samuel Jhonson o Rudyard Kipling son lugares que contemplar sin prisa.

No hace falta decir que uno de los lugares que más quería ver era el lugar donde descansa el cuerpo del explorador David Livingstone, enterrado al final del pasillo de los grandes hombres, casi en el centro de la gran sala. Aunque cabe recordar que aquí solo descansa su cuerpo, ya que el corazón, según cuenta la leyenda, está enterrado en África, bajo, un árbol en Chitambo.

Una vez visitada la Abadía, justo enfrente, nos encontramos con otro de los edificios más icónicos de Inglaterra, las Casas del Parlamento, o lo que es lo mismo, la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores y el archiconocido Big Ben, la Torre más famosa de este conjunto neogótico, posiblemente el edificio más fotografiado de toda la ciudad y que nos encontramos completamente….cubierto por un andamio. Si si, lo que escucháis, no se veía absolutamente ni un metro de torre, nada zero. Os lo podéis creer? Y por lo visto va para largo y es que forma parte de un arduo proceso de rehabilitación de todo el conjunto que, hablando en plata, se cae a pedazos.

Por lo que respecta a las Casas del Parlamento, uno las puede visitar cuando hay sesión parlamentaria pero las colas que se forman son de escándalo así que mejor tenerlo en cuenta a la hora de uno plantearselo. Nosotros nos conformamos con ver a un Lord salir corriendo para coger un Taxi con su característica peluca blanca a rulos en medio de la nevada. Un poco cómico, la verdad.

Ruta a pie por el Soho

Con todo esto detrás nuestro llegaba la hora de comer y de empezar con nuestra particular ruta por el Soho, uno de los barrios más auténticos de la ciudad y con alguno de los liugares más emblemáticos de esta.

Nuestra ruta la empezamos por la anteriormente mencionada Trafalgar Square, adonde llegamos después de desandar lo andado desde Westminster y donde aprovechamos para comer en un lugar de cuyo nombre no me quiero acordar.

Traflagar Square está considerado el mismísimo centro de Londres y es el lugar elegido para llevar a cabo las manifestaciones en la ciudad, algo así como una Plaza Catalunya de Barcelona a lo Londinense. La plaza está presidida por la Columna de Nelsón, que honra al almirante que lideró la victoria contra las tropas de Napoleón y al fondo, cerrando el marco, nos encontramos con la National Gallery, uno de los cuatro museos de oro de la capital londinense (junto con el Museo de Historia Natural, el Museo Británico y la Tate Modern) y donde encontramos más de 2000 cuadros expuestos de autores tan reconocidos con Botticelli, Van Gogh, Renoir o Monet.

En nuestro caso, y muy a nuestro pesar, dejamos la visita a la National Gallery para otra ocasión y nos fuimos desde allí hacia Picadilly Circus, otra de las postales de la ciudad, un Times Square inglés, con sus pantallas de neones a todo trapo y un constante ir y venir de gente para luego bajar por una de las avenidas con más glamour de Londres, Picadilly Street, donde entre otros lujosos hoteles encontramos el que es igual el más famoso de todos, el Ritz,

Desde esta misma calle salen las Galerías Burlington Arcade, unas pequeñas galerías con artículos a todo tren, donde podernos gastar esas librillas de más que nos sobran en un anillo de 40.000 libras o cosas por el estilo.

Nosotros lo que hicimos fue cruzarlas hastsa Burlignton Gardens para desde allí ir a buscar Regent Street, otra de las calles insignia del Soho Londinense.

En esta calle comercial encontramos todas las marcas importantes que puedan haber. Es muy sencillo, si no estás en Regent Street no existes, así funciona esto.Todas las grandes marcas aquí estan y a cada cual con la tienda más gradne y más espectacular.

Nosotros sin embargo solo entramos en una y os la recomiendo, la verdad: La juguetería Hamleys, un edificio de 5 plantas lleno de fantasía con los dependientes saltando, chillando y riendo, haciéndote probar esos juguetes de toda la vida que ya parecen olvidados por las nuevas generaciones pero que en Hamleys están más vivos que nunca. Solo digo una cosa: ni un puto videojuego en toda la tienda. Así es como se crece feliz, coño.

Una vez salidos del mundo de Peter Pan, seguimos Regent Street arriba para torcer a la primera que podamos a la derecha y encontrarnos de morros con el cartel que nos da la bienvendia a otra de esas calles de moda de la ciudad: Carnaby Street.

Esta calle, que en sus años mozos fue una de las que tenía peor reputación de toda la capital, se ha rejuvenecido hasta el punto de convertirse en uno de los lugares Top para cualquier diseñador independiente. Nosotros lo que hicimos fue recorrerla hacia el sur, parándonos cada dos por tres a observar los curiosos aparadores y desde allí, una vez ya no hay calle, saltar de lleno al Soho más canalla y nocturno, con sus tiendas de juguetes eróticos y Night Clubs.

En realidad se le puede dedicar un día entero solo a pasear por estas calles y es que las distracciones son infinitas, como cuando entras en China Town y, de repente, parece que hayas cambiado de continente. Aquí los típicos Pubs Británicos se convierten en restaurantes asiáticos y el pato lacado se convierte en el plato estrella a exponer.

Pero lo que decíamos, tan buen punto estás en un calle llena de pubs, como pasas a otra llena de farolillos y de repente, sin darte cuenta, te encuentras en Leicester Square, el epicentro de los cines, y teatros de la ciudad.

Si lo que queréis es ver un musical, este es vuestro momento y vuestro lugar e incluso podéis mirar de ahorraros unas perrillas comprando alguna entrada de ultima hora y es que sino, la mayoría de ellos, te salen por un buen pico, todo se ha de decir.

Nosotros, a estas alturas, como comprenderéis, ya estábamos cansados no, lo siguiente, después de todo el día andando sin parar y con un frío que pelaba con lo que enfilamos ya hacia nuestra última parada del día y uno de esos rincones secretos de Londres por los que hay que pasar: Neal’s Yard Square.

Este lugar es el claro ejemplo de esos sitios que hacen de Londres un lugar diferente, capaz de sacarse de la chistera un reducto de paz como este en medio de todo el frenesí del Soho, un lugar del que, sino sabes de su existencia, ni por asomo llegarías a pasar pero que si tienes la suerte de caer en él se merece un lugar en tu lista de sitios a los que volver. Esto es Neal’s Yard.

Pero lo dicho, nuestras fuerza ya flaqueaban con lo que rápidamente nos dirigimos al final de nuestra Ruta por el Soho a pie, nada más y nada menos que Covent Garden una plaza de las más animadas de la ciudad, ideal para tomar un café o una buena cerveza o visitar algunos de sus puestos de florecitas si aún os quedan fuerzas.

Pero eso no era nuestro caso, estábamos cansados no, lo siguiente, pelaos de frío y con unas ganas enormes de meternos debajo de una ducha de agua hirviendo para entrar en calor, no en vano, a estas alturas, ya sabíamos que la ola de frío siberiano que había sobre nuestras cabezas era de las peores del siglo y eso hacía mella con lo que tocamos retirada, metro, y para casa.

Había sido un día de mucho provecho, nos habíamos pateado el centro de la ciudad de cabo a rabo y nuestra viaje de 4 días en Londres estaba siendo muy productivo así que ahora al catre y mañana, ya sabéis….

Seguimos!

Que ver en Londres: el South Bank, un día alrededor del Tamesis (Día 2)

25 de Febrero de 2018

Unas 12 horas de sueño reparador nos dejaban en una posición inmejorable para empezar en segundo de nuestros 4 días en Londres, uno de los días fuertes del viaje, pues en el menú habían platos del tamaño de la Torre de Londres, uno de los iconos de la ciudad o el The Shard, el edificio más alto de Londres con lo que no podíamos esperar más para empezar.

Además hoy era el día en que activábamos nuestra London Pass para dos días así que hoy más que nunca tenía que salir todo rodado para aprovechar al máximo los euros gastados.

Al lio? Al Lio!

Crucero por el Tamesis

Y para empezar el día y empezar a sacarle partido a la tarjeta pues que mejor que algo que, de otra manera, nunca haría: un crucero por el Tamesis en pleno invierno Londinense.

Para eso, nos desplazamos en metro hasta la parada de Westminster, la cual tiene una salida directa a los muelles donde uno al lado del otro se encuentran los puestos de las distintas compañías que ofrecen este servicio.

En nuestro caso lo único que tenemos que hacer es presentar nuestra London Pass en la APP del móvil y ellos ya escanean el código QR que sale en ella y Bingo! Ya tenemos billetes para quedarnos tiesos en el Tamesis! Ahora solo toca esperar.

Una vez escaneado tu código en la primera atracción que elijas, el tiempo ya empieza a correr y tenéis que tener en cuenta que el que tu London Pass sea de dos días no significa que tengas 48 horas sino que va por fecha, es decir, hoy y mañana, por eso es importante empezar a utilizarla lo antes posible, de buena mañana, para así estirar el día.

Los ferrys salen cada 15 minutos así que en nada ya estábamos enfilando Tamesis arriba, justo debajo del famoso London Eye, la gran noria que desde hace años domina esta parte de la ciudad.

La verdad, que a esta atracción nunca le he visto el que, supongo que las más de 30 que te clavan para subir a ella tendrá algo que ver (No está incluida la entrada a ella con la London Pass) y además, los colones que se forman para entrar tampoco animan mucho a ella. En su lugar, si se trata de ver Londres desde las alturas, ahora lo tenemos genial con la subida al The Shard, que si que entra con la tarjeta y que te deja ver la ciudad desde el punto más alto posible, como luego íbamos a comprobar.

Y lo que es el crucero lo dicho, puede estar bien igual en Junio o en Julio, pero ahora, y con la ola de fría siberiano que ya empezar a entrar en la ciudad…que rasca joder.

Aún así, dentro, y con la audio guía que te dan al entrar (tienes que pedirla, es gratixx) y con un chocolate con Baileys para entrar en calor (esto ya no es gratixx) ya te va sirviendo un poco para ponerte en situación con las pinceladas de la historia de la ciudad y algunas curiosidades sobre ellas.

En total es una media hora larga lo que tarda el ferry desde Westminster hasta el muelle situado justo a las puertas de nuestra siguiente parada: la Torre de Londres.

La Torre de Londres (London Tower)

Seguramente uno de los iconos de la ciudad, junto con el Big Ben (que por cierto, nos lo hemos encontrado totalmente cubierto por un andamio), la Torre de Londres tiene que estar, si o si, presente en cualquier visita a la ciudad y es que, no en vano, durante siglos, ha sido el centro neurálgico de ella y es que casi 1.000 años dan para mucho: ha sido un palacio, una armería, la casa de la moneda un observatorio pero también una prisión y lugar de ejecuciones. Lo tiene todo, vamos.

Para entrar en ella tienes que pagar la entrada, que son 22,50 o pasar por la face con el London Pass, y sin colas, cosa que se agradece, ya que en los días de mucha afluencia puedes tardar un buen rato para entrar en ella.

Nosotros entramos por la puerta que da al muelle, y lo primero que hicimos fue encaramarnos a las murallas exteriores del castillo y entrar a visitar la recreación del palacio medieval que tienen en ella. La verdad es que el estado de conservación de todo el conjunto es realmente espectacular, y algo que llama mucho la atención es ver toda esa construcción con el The Shard de fondo, ambas joyas de la arquitectura británica, separadas por 1.000 años de diferencia. Allí es nada.

Los platos fuertes de la Torre de Londres son varios, pero se podría destacar yo creo que tres: La Torre Blanca, en el centro del recinto, y que fue la torre original, construida allá por el 1078 y dentro de la cual podemos encontrar la armería real, donde encontramos armas y armaduras de todas las épocas y también lugares, ya que se muestran distintos regalos hechos a la corona desde distintos lugares del mundo.

También son de visita obligada las Joyas de la Corona (no se pueden hacer fotos) , el lugar donde, como su nombre indica, se guarda la colección de joyas que posee la corona británica y cuyo valor, si es que puede ser calculable, asciende a más de 25.000 millones de euros. O lo que es lo mismo, una grandísima vergüenza. Para entrar a ella, tienes que acceder por unas puertas acorazadas de más de un metro de grosor y una vez allí, subirte a una pasarela que te muestra las distintas coronas, entre ellas la corona imperial del estado, que contiene nada más y nada menos que 2878 diamantes, esmeraldas, rubíes y perlas y que utiliza la reina madre para inaugurar el parlamento una vez al año. Vosotros mismos sacar vuestras propias conclusiones.

Y por último, otro de los atractivos de la Torre son los Beefeaters, todo un icono de las torres, cuya misión es la de custodiar la fortaleza desde hace casi 500 años. Para poder ser un beefeater no tienes que hincharte a Gyn Tonics, sino yo sería ya uno desde hace tiempo, que va, para serlo tienes que haber pertenecido a las fuerzas armadas durante como mínimo 22 años y luego pasar por un duro proceso de selección. Todo para al final hacer de guía en algunas de las visitas gratuitas que ellos realizan y posar para miles y miles de fotografías. Pero oye, eres un Beefeater y eso no lo puede decir cualquiera.

Con todo, la visita a la Torre de Londres lleva mínimo de los mínimos un par de horas, y aunque nos hubiera gustado quedarnos más, teníamos aún un día muy largo por delante.

Justo en las afueras, a pocos metros, se encuentra una zona que pasa desapercibida por muchos pero que bien merece una visita o incluso cuadrarlo para quedarse a comer allí en alguno de sus muchos restaurantes: St Katharine Docks, unos muelles a orillas del Tamesis que se han rejuvenecido y ofrecen un lugar tranquilo para pasear y alejarse del bullicio que siempre se forma alrededor de la Torre de Londres, y aunque nosotros solo estuvimos de pasada, es algo que tenemos pendiente para la próxima visita a la ciudad.

El Puente de la Torre (Tower Bridge)

Y es que nos esperaba ni más ni menos que el puente más famoso de todos los que cruzan el Tamesis desde su nacimiento hasta que se pierde en el mar: el Puente de la Torre.

Este puente, construido a finales del siglo XIX, se levanta unas 1.000 veces al año para dejar pasar los barcos de gran tamaño que aún recorren el río, pero lo que realmente llama su atención son las dos torres que lo presiden a banda y banda.

Cruzar por él, como es obvio, es gratuito, no así si lo que uno quiere es subirse a estas y cruzar por las pasarelas que se levantan a más de 50 metros sobre el río. Para ello tienes que pagar entrada, que tiene un coste de 9 excepto si, afirmativo, tienes la London Pass, entonces la entrada es gratuita y la cola te la saltas con todo el morro.

Una vez dentro de las torres, y después de una breve explicación, nos suben en ascensor hasta arriba de ellas, donde tienen un tinglado montado que representa los primeros años de estas y después ya te vas hasta la pasarela donde, a mi parecer, está lo más interesante de todo esta historia: unas pasarelas de cristal por donde puedes andar con toooodo el trafico que cruza el puente a tus pies. Nada que ver con la pasarela de cristal donde estuvimos hace unos meses en Kuala Lumpur, arriba del todo de la KL Tower, a más de 300 metros del suelo, pero una experiencia distinta y divertida en definitiva igual. Vale la pena además también te permite ver los entresijos de la sala de maquinas más alguna que otra exposición temporal.

HMS Belfast

Ya de lleno en el South Bank, toca pasear por la orilla del río hasta encontrase uno con el City Hall, de Foster, que hoy en día alberga la sede de la alcaldía de Londres, aunque lo que realmente llama tu atención no es otra cosa que el HMS Belfast, el claro ejemplo de uno de esos sitios que uno, de no tener la London Pass, se limitaría a ver por fuera pero que al tenerla se convierten en un aliciente más del viaje y es que este buque de guerra, que participó en la segunda guerra mundial, lleva anclado en las orillas del Tamesis desde 1971 y permite ver y entender como se vivía un guerra desde las entrañas de acero de este gigante. Con la entrada (sin London Pass son 17 libras) te facilitan una audio-guía que te va explicando las distintas dependencias del buque y, os digo desde ya, que son muchas. A decir verdad no terminamos la visita pero el rato que estuvimos en él fue más que entretenidos, bajamos a la sala de máquinas, que está unos 5 metros por debajo de la linea de flotación, visitamos los antiguos dormitorios de los soldados o vivimos un simulacro de batalla desde dentro de uno de sus cañones, que podían mandar regalitos a los nazis a más de 20 km de distancia.

Aunque, para nuestro gusto, la visita es demasiado detallista y para hacerla entera necesitas de un tiempo que nosotros no tenemos: unas 3 horas y a la hora ya teníamos los estómagos rugiendo con lo que tocaba poner gasolina al cuerpo y para ello, el mejor lugar desde allí no es otro que Borought Market.

Eso si, si no es domingo, como era nuestro caso, y es que el domingo es el día que cierra este mercado de alimentación (también está cerrado los lunes y los martes, así que afinar), uno de los más grandes de Londres, y que desde hace años se ha convertido en otra atracción turística debido al trasiego que en el se monta ya que, no en vano, gran parte de los restauradores de la ciudad vienen a comprar en alguna de sus más de 100 paradas, en donde se pueden encontrar alimentos de todo el mundo.

Si os pasa como a nosotros, cerca de ahí, un poco más adelante, está uno de las pubs más famosos de la ciudad, el que dice ser el más antiguo: The Anchor, donde se sirve cerveza desde hace más de 400 años. Es uno pintoresca opción para cargar fuerzas, beberte un par de pintas y a lío de nuevo. Nosotros es lo que hicimos.

The View from The Shard

Y es que para terminar con nuestra ruta por el Southbank londinense nos tocaba ver la ciudad desde un punto de vista muy distinto al que estábamos acostumbrados y es que nuestra ultima visita del día no era otra que The View from The Shard, o lo que es lo mismo, la subida al mirador que se encuentra en el piso 72 del edificio más alto de la europa occidental.

En verdad, esta no debía de ser nuestra última visita ya que teníamos en mente ir también al Shakespeare’s Glove una réplica de un teatro del siglo XVI, donde William Shakespeare representó muchas de sus obras pero el horario que tiene (cierran a las 17:00 de la tarde) nos hizo cambiar de planes ya que entre pinta y pinta se nos había hecho tarde. Pero bueno, lo dicho, siempre va bien tener cuentas pendientes con ciudades como Londres, para así tener que volver.

Pero volvamos al The Shard, que es lo que ahora nos ocupa. Esta pirámide de cristal, de 309 metros de altura, alberga en su parte alta una mirador al aire libre y que te da una visión de la ciudad de 360 grados realmente impresionante. No es una atracción barata, para nada, ya que tan solo subir hasta aquí te cuesta nada más y nada menos que 29,95 pero, exacto, es una visita que te entra con el London Pass así que ni lo dudéis. Indispensable. Y es que las vistas desde allí arriba son realmente acojonantes y ver la silueta triangular del edificio sobre la ciudad, al atardecer, e ir identificando los distintos lugares a los que has ido y a los que irás es algo que bien vale la pena.

Es por eso que antes os decíamos que, la verdad, subir al London Eye pudiendo disfrutar de las vistas desde aquí arriba pues como que no lo vemos. No.

También hay un bar donde poderte tomar una copa (y pagar como por 5) con Londres a tus pies cosa que nosotros, por supuesto, no hicimos. Al final uno va allí por las vistas y las vistas, en media hora, las tienes, como si nombre indica, vistas. Lo que si que lo suyo sería igual subir al anochecer, para eso de pillar la ciudad tanto de día como de noche, y es que nosotros no tuvimos la paciencia suficiente para quedarnos a esperar que oscureciera y nos quedamos con las ganas pero por fotos que hemos visto, la verdad es que de noche también mola lo suyo. Además es de los pocos lugares turísticos que abren hasta tarde en Londres con lo que puede ser un muy buen lugar para terminar vuestro día. Tenerlo en cuenta.

Nosotros con esto ya dábamos por terminado nuestro día en el South Bank. Desde aquí podéis acercaros al Soho para cenar algo, o ver algún musical en el West End, nosotros, volimos al Hotel con la intención de ducharnos y salir a cenar algo pero las intenciones poco cuentan cuando llevas más de 30 km andados en dos días y cuando el calorcito de la habitación nos atrapó, no hubo manera de salir ni para cenar algo, y para que yo no cene, ya os podéis imaginar como estaba la cosa.

Lo que si que hicimos por eso, fue calcular lo que nos hubieramos gastado, solo durante el día de hoy con son la London Pass y hubiera sido esto:

· Crucero por el Tamesis: 18,50

· Tower of London: 22.50

· Tower Bridge Exhibition: 9

· HMS Belfast: 17

· The View from The Shard: 29.95

· TOTAL: 96.95

Teniendo en cuenta que la tarjeta para dos días nos había costado 85₤ y que solo en el primero ya nos habríamos gastado más de 95, está claro si vale la pena sacarla, sobretodo teniendo en cuenta que aún teníamos todo un día por delante para visitar lo que quisiéramos, segundo día que, ahora ya si que lo podíamos decir, todo nos saldría gratis ya que ya estaba la tarjeta amortizada.

Y con esto ahora ya si que tocaba guardar fuerzas para mañana, entrar en calor y seguir con nuestro Londres en 4 días así que ya sabéis….Seguimos!!

El Making Of de una semana en Lanzarote: Preparativos

Supongo que, por poco que nos sigáis, os habréis dado cuenta de que las Islas Canarias, así, en general, nos encantan y que siempre es buen momento para volver a ellas. Y si, las descubrimos tarde, o mejor dicho, las redescubrimos tarde, pero una vez ya dado el pistoletazo de salida no hay tiempo que perder y si además podemos ir cuando aquí, en nuestra casa, en Barcelona, el verano se empieza a ir pues mucho mejor.

Es por eso que, aprovechando el cumpleaños de Adri, decidí hacerle uno de los mejores regalos que uno puede hacer: un viaje. Es un regalo y un auto regalo a la vez. Y en el sentido literal de la palabra, ojo, y es que si bien se lo di el 4 de Agosto, es decir, en su cumpleaños, las fechas para viajar abarcaban el 15 de Octubre, es decir, el mío.

Y obviamente, donde sino íbamos a ir? Exacto. A las Islas Canarias.

Eso estaba claro y esta vez, cuál de ellas, también. Iríamos a Lanzarote, nos llamaba esa isla, más marciana que terrícola, desde que empezamos a interesarnos por ellas, la Isla del Fuego, y además disponíamos de prácticamente una semana con lo que podríamos recorrerla bien y a gusto.

Vuelos baratos a Lanzarote

A pesar de no tener los precios que tienen sus vecinas Tenerife y Gran Canaria o incluso Fuerteventura, Lanzarote sigue siendo un de las islas asequibles, y lo más importante: con vuelos directos desde Barcelona tanto con Ryanair como con Vueling.

Y aquí ya lo de siempre, se trata de mirar cuales son las combinaciones y ver cuál de ellas es que la que te encaja mejor en tus planes. Nosotros, finalmente, salimos el día 10 de Octubre por la noche, en el vuelo de Ryanair que sale de El Prat y volveremos el 16 con Vueling, dejando la isla a las 16 de la tarde.

Con todo, terminamos pagando 110€ por persona, precio que, a mi parecer, estando el puente del 12 de Octubre de por medio, no estaba nada mal. Nos vamos a Lanzarote!

Donde dormir en Lanzarote

En las Canarias, en general, puedes dormir donde te dé la real gana, es decir, por oferta no será. Lo que busques, lo encontrarás, ya sean grandes Resorts, pequeños Hoteles Boutique, casas rurales o apartamentos de todo tipo, y Lanzarote, obviamente, no iba a ser la excepción.

De todas formas, nuestra idea era la de seguir un poco la línea de la anteriores visitas a las Islas, un lugar sencillito y tranquilo, donde poder descansar después de todo el día dando vueltas, y si puede ser en un sitio apartado y, además bonito, pues ya mejor que mejor.

Como de costumbre, decidimos tirar por Airbnb y, la verdad, es que la oferta es enorme y con sitios muy pero que muy guapos y con precios súper competitivos. Pero como hemos dicho antes, lo que priorizábamos era el lugar donde este se encontraba y finalmente nos decantamos por un pequeño apartamento ubicado en el pequeño pueblo del Golfo, tocando con el Parque Nacional de Timanfaya y donde se ubica uno de los atractivos turísticos que salen en todas las guías de Lanzarote, el Charco Verde.

Se trata de un pueblecito muy pequeño, con un pequeño paseo lleno de restaurantes donde comer pescado fresco y alejado de todo el turismo de masas de la costa sur. Justo lo que buscábamos y además, desde el mismo pueblo, sale uno de los senderos que recorren el Parque Nacional así que no hay mucho más que hablar. Además de precio, la verdad es que ni tan mal: 300€ las 6 noches. Nada mal. Así que ahora sí que sí, tenemos cama!

El Golfo desde el aire

Lanzarote en coche de alquiler

Y si, billetes en mano, apartamento aparcado que más queda? Exacto, no concebimos un viaje a las Islas Canarias sin la libertad que te da tener tu propio vehículo para poder moverte cuando te venga en gana y llegar a todos esos rincones secretos que esconden las Islas.

Tranquilos, está tirado, aunque si llegáis tarde como nosotros tendréis que pagar un suplemento para que te esperen abiertos. En nuestro caso, en esta ocasión, lo alquilamos con Europcar y nos salió, los seis días por 177€. Pero es que es lo que os digo, sin coche se disfruta de las Canarias una cuarta parte de lo que lo harías sin él. Ni os lo penséis, coche de alquiler, sí o sí.

Que ver y hacer en Lanzarote

Y es que no en vano, Lanzarote es una de las islas que más alicientes ofrece al visitante. Sus paisajes volcánicos pintan el horizonte de negro y rojizo dándole ese aspecto salvaje que tanto nos gusta y es precisamente esa mezcla, del fuego y el mar, la que ha labrado su historia.

· Cesar Manrique

El nombre más universal de la isla, ha dejado su huella en algunos de los parajes más espectaculares de Lanzarote, como son Los Jameos del agua, la Cueva de los Verdes o el Mirador del Río. Todos ellos imprescindibles. Existe una entrada combinada para poder entrar en ellos a precio reducido, tendréis toda la info en el post correspondiente, pero ya os digo que vale mucho la pena.

· El Parque Nacional de Timanfaya

Otros de los lugares imperdibles de la isla, sobre todo para aquellos locos a los que nos chifla todo lo que tenga que ver con volcanes. Por desgracia un sitio muy limitado en cuanto a moverse por libre, con razón, ojo. Aun así, una visita a Timanfaya es como visitar Marte. Tiene que estar en vuestra hoja de ruta. Otro si o si.

· Isla de La Graciosa

Un pequeño paraíso en el norte de Lanzarote, una isla de pescadores donde no encontramos ni un metro de asfalto y en donde perderse en algunas de las mejores playas de todas las Islas Canarias, como la playa de las Conchas. Esos lugares salvajes que uno encuentra en tan pocos lugares y mira, aquí lo tenemos, a tiro de piedra. Un Must.

· La Playa del Papagayo y el Espacio Natural Protegido de Los Ajaches

Este paraje, situado al sur de la isla, cerca de la turística Playa Blanca, conserva aún ese salvajismo primigenio que tanto llama la atención de las islas y aunque, en según que fechas se puede llenar bastante, es sin duda una de las mejores playas de toda la isla, con permiso de La Graciosa, claro.

Y luego están las sorpresas, claro. Y de eso os aseguro que en Lanzarote hay, y muchas. Espero que las descubráis y sobretodo que esta isla os atrape igual que a nosotros pero eso ya lo iréis viendo con las entradas que vendrán.

Ya sabéis que toca….Seguimos!!

Que ver en Londres: Notting Hill, Kensington y Hyde Park (Día 1)

24 de febrero del 2018

Ahorrarse una noche de hotel en Londres está de puta madre, pero tiene un precio que hay que pagar: 4:00 de la mañana y el ruido infernal del despertador empieza a sonar. Es lo que tiene el querer coger un vuelo a las 6:20 de la mañana para pisar tierra inglesa cuando aún no son ni las 8:00 de la mañana hora local. Quieres aprovechar al máximo tus días? Pues madrugón al canto.

Eso hicimos, y ahí estábamos, caminando por el aeropuerto de Stansted, siguiendo las señales que nos llevarían, sin problema alguno, hacia nuestro tren Stansted Express, para el que ya teníamos los billetes comprados desde casa, con lo que nuestra única preocupación era la de buscar un asiento para pasar los tres cuartos de hora que hay de trayecto hasta Liverpool Street, ya en el mismísimo centro de la ciudad.

Una vez allí, la misión está clara, toca sacar tu Oyster Card para moverte por la ciudad sin problemas y sin dejarte una fortuna, cosa que puedes hacer en cualquiera de los cajeros que hay repartidos por la estación (más adelante, en otro post, explicaré mejor esto de la Oyster card, tranquilos) y una vez con ella en tu poder, sin tiempo que perder, lo mejor es acercarte hasta el hotel elegido para dejar las maletas y empezar con tu ruta para ver Londres en 4 días, que parecen muchos pero os aseguro que, en una ciudad como esta, son el mínimo imprescindible para ello.

Notting Hill y Portobello Market

Que nuestro hotel estuviera en Notting Hill obedece a dos razones. La primera, que es una zona con hoteles de calidad y a buen precio, como ya expliqué en su día en los preparativos de este viaje y dos, que llegábamos en sábado y los sábados, en una calle de Notting Hill, se arma el que seguramente es, junto con el de Candem, el mercado más famosos de toda la ciudad: Portobello Market.

Para llegar a él, desde nuestro hotel, solo tenemos un corto paseo que ya nos va mostrando los iconos de la ciudad, como son los autobuses de dos plantas, las cabinas de teléfono, ahora convertidas en cajeros o en puntos Wifi debido a que ya, hoy en día, ni el tato utiliza una cabina de teléfono para llamar y esos taxis que me fascinan desde la primera vez que me subí a uno de ellos hará ya como 18 o 20 años mínimo.

Pero lo dicho, nuestro objetivo era llegar a Portobello y empezar a recorrer el mercado que cada sábado se monta en esta calle de antigüedades y objetos Vintage de lo más peculiares. Se peta, ya os aviso, pero si dominas el arte de aislarte del mundo y chafardear lo gozarás.

Veréis que un lado de la calle es para las paraditas, más enfocadas a ropa y souvenirs y otro para los establecimientos propiamente dichos. Estos, son un saco de sorpresas ya que te metes por uno y sales por otro después de recorrer todo de pasillos llenos de absolutamente de todo lo que tu cabeza se pueda imaginar. Aquí puedes encontrar desde un juego de cubertería de plata que debió pertenecer a un Sir como mínimo hasta una muñeca africana lista para que le puedas hacer vudú.

Fue precisamente aquí donde encontré una mesa llena de brújulas de época a cada cual más bonita. Un buen rato estuve decidiéndome. Entre que no soy de comprarme nada cuando voy a los sitios y que me cuesta más decidirme que a un tonto, media hora bien buena estuvimos que si venga va esta, que si espera espera no mejor la otra. Como un niño tonto, vamos, pero al final, y después de pagar 22 libras, ya tengo brújula para mi comedor. No me diréis que no es bonita.

Una vez aquí seguimos Portobello Road en dirección a la estación de metro de Notting Hill, para que os orientéis, hasta llegar a las famosas casitas de colores icónicas de este barrio, no sin antes pasar por la tienda que, en la película que protagonizaron Julia Roberts y Hugh Grant y que llevaba el mismo nombre del barrio, hacía de librería de viajes en donde, por casualidad,se encontraban los dos protagonistas. Ahora, por cierto, es una tienda de souvenirs. Cosas de la fama, supongo.

Justo antes de llegar a las casitas, por eso, a mano derecha, nos encontramos con otra tienda que hará las delicias de los más frikis como yo, una tienda de mapas antiguos hechos a mano, autenticas obras de arte, algunos de hace pero que muchos años, en donde perderte y dejar volar la imaginación. Un lugar para señalar en el mapa, nunca mejor dicho.

Kensington Gardens y Hyde Park

Por poderte estar te puedes estar bien bien un día entero por aquí merodeando, entrando en tiendas y más tiendas, tomándote algo en alguno de los muchos garitos que te vas encontrando por el camino, a cada uno más cool, pero no era nuestra intención ya que nuestra siguiente parada pequeña pequeña no es que fuera: nos dirigíamos a Kensginton Gardens y a Hyde Park.

Desde donde nos encontrábamos, en la parada de metro de Notting Hill, hasta la entrada de los primeros hay un corto paseo y en seguida pasamos de un mundo color gris hormigón a un verde esperanza que hace que te aísles del todo en un momento. Esto es algo que siempre me ha gustado de todas las ciudades anglosajones, estos enormes espacios verdes que te encuentras en medio de las ciudades y que sirven para coger aire y respirar al mismo tiempo que te olvidas del ritmo frenético de la city.

Entramos a él por la zona de juegos infantiles que se convertido en memorial de la princesa Diana y desde allí nos dirigimos hasta las afueras del Palacio de Kensington, al que pertenecen en verdad estos jardines. El palacio se puede visitar a pesar de que hoy en día sigue siendo la residencia de los príncipes Guillermo y Enrique y si dispones de la London Pass es una de las visitas incluidas en ella pero nosotros no lo hicimos. El motivo? Como os explicamos en los preparativos elegimos la opción de la London Pass par dos días y estos cuentan a partir de la primera visita que realizas con ella. Teniendo en cuenta que en nuestro itinerario de hoy este era el único punto en el que podíamos hacer uso de nuestra tarjeta no quisimos gastar un día entero para ver el palacio donde viven los principitos y tampoco teníamos ninguna intención de pagar las 19 libras que vale su entrada si no dispones de London Pass con lo que nos limitamos a verlo desde fuera y sobretodo disfrtuar de sus jardines, repletos de ardillas que se te acercan para que les des de comer.

Aquí fue, sin duda, uno de los momentos en que más disfruto Adri y es que, enamorada como es de los animales, tener a estos encantadores bichejos comiendo de su mano sin ningún pudor era sin duda un momentazo hasta que, eso si, una de ellas confundió su dedo con un cacahuete y le pego un bocado que le dejó el dedo guapo. Aunque no os penséis que so hizo que se le quitaran las ganas eh. De eso nada.

Sea como sea, estos jardines son un buen lugar para pasear tranquilamente y eso hicimos, hasta empalmar con el vecino Hyde Park, el parque real más grande de Londres, que en verdad es la continuación del de Kensignton una vez ya superado el Serpentine, un inmenso lago en donde se realizaron las pruebas de natación en aguas abiertas de las olimpiadas de Londres, para que os podáis hacer una idea de su tamaño, no sin antes pasar por la estatua de Peter Pan.

Lo que nosotros hicimos fue llegar hasta el lago y una vez allí subir hasta los Italian Gardens, para luego bajar por la otra orilla del Serpentine hasta llegar al puente que lo cruza. En verdad, uno no tiene la magnitud de la realmente grandes que son estos parques hasta que no estás en ellos metido de lleno y sientes la ciudad cada vez más y más lejana. Me encantan, los quiero para mi ciudad, si.

De todas formas, ya llevábamos un buen rato en ellos, los centenares de ardillas que en ellos habitan ya conocían a Adri y la saludaban por su nombre al pasar y aquí uno ya empezaba a tener hambre con lo que llegó el momento de poner dirección a nuestra última visita del día y, para mi, una de las más esperadas: El Museo de Historia Natural de Londres.

Museo de Historia Natural

Y es que una de las cosas que más me gusta de Londres es que los museos más importantes de la Ciudad son totalmente gratuitos y esto es algo de lo que muchos lugares tendrían que tomar ejemplo. Que luego te meten las clavadas por otros lados, si, de acuerdo, pero los museos son gratis, eso lo tienen.

Justo al sur de Hyde Park se encuentran dos de ellos: el Museo de Historia Natural y el Victoria and Albert Museum. Tanto uno como el otro son más que recomendables aunque eso si, los dos son enormes y una de las cosas que ya no mola tanto de los museos de la City es que cierran, para mi gusto, muy pronto: algunos a las 17, otros a las 17:30 pero todos ellos antes de las 18:00 están cerrados.

Y claro, eso es un putadón, no nos vamos a engañar, con lo que teníamos que elegir uno de los dos y ojo, para verlo por encima eh, no os penséis, si en verdad cada uno ya da para un día entero entre sus paredes, en serio.

Nosotros elegimos el Museo de Historia Natural porque, desde la primera vez que entré en él, me cautivo, pero antes, eso si, tocaba comer algo, cosa nada difícil ya que justo enfrente del Museo tienes infinidad de restaurantes entre los que elegir el que más te apetezca. Nosotros tiramos de italiano, nunca falla y la verdad es que no nos podemos quejar. Rápido y relativamente barato con lo que eran las 15:00 de la tarde cuando entrábamos, ahora si, al museo.

Este está dividido en colores: Rojo, verde, azul y amarillo.

Nosotros entramos por la zona roja aunque recomiendo entrar por la Puerta principal, ya que desde allí sales de pleno en el Hintze Hall, un gran salón, similar al de una catedral de donde cuelga el esqueleto de una gran Ballena Azul. Impresionante, la verdad. Fue Richard Orwen, el primer director del museo, quien se refirió a él como la catedral de la naturaleza y, la verdad, entrando por aquí no es muy difícil imaginarse el porque.

Como he dicho antes, el museo es enorme, y mirarlo con detenimiento llevaría todo el día lo que si que hay ciertos imprescindibles que no podéis dejar de ver bajo ningún concepto.

En la zona azul la zona de los dinosaurios es totalmente imprescindible , donde haces un recorrido a través de esqueletos y figuras para terminar en un T-Rex animatrónico un tanto peculiar. Justo enfrente de esta galería está la de los mamíferos y una figura en tamaño real de una ballena azul espectacular también.

De la zona roja el plato estrella es un simulador de terremotos y una colección de fósiles desde los orígenes del planeta hasta nuestros días y una muestra de la evolución del hombre, con esqueletos de los primeros hominidos como la famosa Lucy, de más de 3 millones de años de antigüedad.

En la zona verde destacan los tesoros de la galería Cagodan. Aquí encontramos algunas de las piezas con mayor historia del museo, como un ejemplar original del Origen de las Especies, de Charles Darwin, cuya estatua, por cierto, preside el Hintze Hall o un huevo de pingüino recogido durante la expedición del capitán Scoot.

Pero sobretodo recordar lo que os he dicho anteriormente, esto es solo lo más destacable, con lo que lo mejor es perderse entre sus paredes sin prisa y maravillarse con todos los descubrimientos que una hará. Sin duda se trata de uno de mis museos favoritos. Si.

Pero llegó el momento de terminar la visita y, con el día que llevamos encima, lo mejor es ir desfilando ya hacia el hotel, no sin antes pasar por los almacenes posiblemente más famosos del mundo entero junto con las Galerias Lafayette de París: los Almacenes Harrods.

Estos se encuentran en la misma Brompton Road y sirven para darle un toque glamuroso a nuestra jornada de hoy. Eso si, solo mirar, ya que nada de lo que allí se vende tiene un precio asequible para la mayoría de los mortales. No es de extrañar que comprando solo veamos a gente procedente de oriente medio o chinos. Es donde está la pasta, está claro.

Y después de esta visita, entre curioso y pedante, ya era el momento ahora sí de tirar para casa y poner el punto y final a este nuestro primer día en Londres.

Mención a parte merece el lugar que elegimos para la cena, en Westbourne Grove, muy cerca de nuestro alojamiento: Restaurante Turco Lokkanta. Un pequeño local pero en donde nos pusimos las botas de delicias turcas hasta reventar. Y barato, la verdad. Muy pero que muy recomendable, eso si, ir con hambre.

Y ahora ya si, 33.000 pasos después, era el momento de despedirnos de la ciudad por unas horas y cargar pilas para mañana, donde, entre otros platos, nos esperaba la Torre de Londres o el The Shard. Palabras mayores, efectivamente.

Ya sabéis como va esto…Seguimos!

El Making Of de una viaje a Londres: Preparativos

Pocos motivos se necesitan para visitar una ciudad como Londres, la Caput Mundi de nuestros días, con permiso de Nueva York, claro está. Si ya has estado, tienes que volver, eso no importa, y si no has ido, pues a que estás esperando. Este sería más o menos el planteamiento.

Y en estas estábamos Adrí y yo la ultima semana de febrero, con un par de días de fiesta después de currar todo el mes en Mallorca, ella, sin conocerla, yo, habiéndola pisado en tres ocasiones anteriores pero con ganas de más, así que no había mucho más que hablar: es invierno, y aún no me es obligatorio el elegir destinos con playa cerca así que era la nuestra. Nos vamos a la City, nos vamos a Londres again!

Vuelos baratos a Londres

Y es que, al menos desde Barcelona, creo que hay pocas ciudades en Europa a las que sea tan fácil ( y barato) volar. Hay vuelos a todas horas, cualquier día de la semana y con la compañía que te plazca. Para ello, pues lo de siempre, entras en Skyscanner, pones como destino Londres y ala, a elegir lo que mejor te vaya.

En nuestro caso, la idea era alargar el fin de semana e irnos cuatro días enteros, es decir, salir el sábado a primerísima hora de la mañana y volver el martes a ultima hora, para aprovechar al máximo los días que estuviéramos en la ciudad pero sin pagar noches de más por la cara.

Y lo que os decía, barato barato: saliendo sábado a las 6:20 de la mañana (toma madrugón) y volando de vuelta el martes a las 20:05, los dos, por 69€. Poco más de 30€ por persona, es decir: puta madre.

Como llegar del aeropuerto al centro de Londres

6 aeropuertos ni más ni menos son los que operan en Londres. 6! Casi nada, verdad? Dependiendo de la compañía con la que voléis iréis a uno o a otro e incluso es posible, que aún volando con la misma compañía, entréis por uno y salgáis por otro. Los seis aeropuertos que operan en Londres son: Heatrow, Gatwick, Luton, Stansted, City y el de Southend, que aunque esté a tomar viento, también se utiliza como puerta de entrada a la ciudad.

En nuestro caso, al volar con Ryanair, nuestro aeropuerto, tanto de entrada como de salida era el de Stansted, a unos 40km del centro de la ciudad. Este aeropuerto, convertido en centro de operaciones de esta aerolínea, dispone de estación de tren en la misma terminal desde donde sale el Stansted Express, que en tan solo dos paradas y unos 45 minutos de trayecto, te deja en la estación de Liverpool Street, ya en el centro de Londres.

Nosotros estuvimos barajando la opción también del autobús, con Terravision y los National Express a la cabeza pero terminamos decantandonos por el tren por una razón: van más rápidos y salen cada 15 minutos en hora punta así que preferimos pagar una libras de más pero tener más juego.

Al final, reservando el trayecto con antelación por internet, nos salió por 50 libras las ida y vuelta de los dos así que ni tan mal. Podéis mirarlo vosotros mismos por AQUÍ, ya que a veces salen ofertas.

Donde dormir en Londres

Teniendo en cuenta que cada año hay más de 18 millones de personas que piensan igual que nosotros y deciden hacer una escapada a Londres, no es de extrañar que la oferta hotelera de la ciudad sea enorme y haya para todos los gustos. Gustos, que no bolsillos, porque si algo tiene , Londres es que barato, barato no es que sea y en dormir será en donde se te irá una gran parte de tu presupuesto.

Aunque esto es como todo, como más lejos del centro, más barato. Aquí, la clave, es encontrar una zona donde puedas decir que estas más o menos bien situado y que no te cueste un ojo de la cara.

Nosotros, después de mirar y comparar, terminamos eligiendo la zona de Kensington y Notting Hill. El motivo: pues son zonas residenciales, no muy lejos del centro de la ciudad, para nada, en verdad puedes llegar a pie a muchos de los principales lugares de interés sin problema, pero con una oferta hotelera a un precio bastante razonable (siempre teniendo en cuenta donde estamos, eh, no lo olvidemos).

Al final, después de mirar y mirar, escogimos el Garden Court Hotel, muy cerca del metro de Queensway pero también de algunos imperdibles como Portobello Market o Hyde Park y que nos ofrecía una doble con desayuno incluido por unos 300€ justos y una valoración más que aceptable. Para nosotros, el tema del desayuno en esta ocasión era primordial ya que así nos quitábamos una comida para hacer en la calle y también ya salíamos de hotel a tope que si no al final siempre cuesta más arrancar. Esta fue nuestra elección pero si le echáis un vistazo a Booking veréis que esta zona está plagada de hoteles y muchos de ellos pintan bien, la verdad.

Que ver y hacer en Londres (o London Pass si o no)

Y con los vuelos ya en nuestro poder, y tres noches de hotel esperándonos, ahora ya si, tocaba lo mejor: tocaba Viajar desde el Sofá.

Pero ojo, una cosa tenéis que tener clara: Londres es, muy probablemente, la ciudad del mundo con mayor variedad de cosas por hacer, lugares que ver y sitios que visitar. Es decir, Londres es un puta locura, sobretodo si es la primera vez que vas. Y es ahí donde tienes que currártelo al máximo previamente desde casa para poder aprovechar a tope cada minuto que vas a pasar en ella. Aunque eso, para nosotros, no es problema ya que, acaso hay algo mejor?

Lo primero que tienes que hacer es una lista de todo eso que quieres ver y hacer. Te aseguro que, si te informas bien, esa lista será larga. En la red hay miles de blogs que hablan de todos los imprescindibles de la ciudad con lo que no voy a ser uno más, ya hay muchos y buenos. Incluso recuerdo que vi uno que te hablaba ni más ni menos que de los 60 imperdibles así que haceros una idea de lo que hablamos.

En nuestro caso, después de recopilar algo de info, lo teníamos bastante claro y quedaron los cuatro días distribuidos como así

Día 1: Notting Hill, Kensington i Hide Park

Día 2: El South Bank

Día 3: El West End

Día 4: Camden Town

Aunque eso no significara que ya está, ya lo teníamos hecho esto, que va, y es que otra vez el problema de siempre: la pasta.

Y es que otra cosa que no es nada barato en Londres son las entradas a ciertos lugares (no en cambio a los cuatro museos más importantes de la ciudad: el British Museum, la National Gallery, el Natural History Museum y la Tate Modern que son completamente gratixxx) y con nada barato me refiero a que, por ejemplo, entrar a la Torre de Londres te cuesta 22,70 libras o entrar a la Abadía de Westminster 20. Un pasta, verdad?

Para ello existe lo que se conoce como London Pass, es decir, una tarjeta como existe en tantas y tantas ciudades del mundo, que compras por días y que con ella tienes acceso gratis a un montón de lugares (y en muchos sin hacer cola, gran punto a favor).

Eso si, esta tarjeta tampoco es barata:

1 Día – 69 Libras
2 Días – 94 Libras
3 Días – 114 Libras
6 Días – 154 Libras

Aquí, lo que tienes que hacer es lo que decíamos antes, hacer tu ruta desde casa, organizar todos esos sitios a los que quieres entrar y a los que no y sumar cuanto te cuestan esas entradas. Que te sale más barato con la London Pass, adelante, pillarla. Que no te sale a cuenta, pues pasando.

En este caso, con la London Pass, puedes entrar a más de 80 atracciones de la ciudad, y no solo sitios que visitar sino que te entra también un crucero por el Tamesis o hasta un día en la bolera o patinando sobre hielo.

A nosotros, para que os hagáis una idea, estirando la London Pass, y es que ya que la tienes, entras en lugares que de otra forma no entrarías, claro está, si pillábamos la de dos días, que buscando algún cupón de descuento por internet nos acabó saliendo por 85 libras entrábamos en lugares por valor de más de 150 así que las dudas fueron cero, claro está. Para pillarla es muy fácil: vas AQUÍ, eliges los días y a pagar. Luego tienes que elegir si quieres que te la manden a casa (con pago extra. Al loro que tardan unos 15 días en llegar, no la lieis), si la quieres ir a buscar tu mismo a tu llegada a Londres por las oficinas o si, como hicimos nosotros, prefieres descargarte la aplicación y tenerla en el móvil, cosa que, según creemos, es lo más cómodo.

Pero lo dicho, eso dependerá de como te guste a ti ver las ciudades, si quieres entrar en los sitios o con verlos desde fuera ya tienes suficiente. A nuestro parecer, para una primera visita a la ciudad, imprescindible. Pero a gustos, viajes.

Y con esto ya poco más nos quedaba por hacer. Mirar el tiempo a ver cuantos días nos llovería durante nuestra estancia, cuanto frío pelaríamos y poco más, esperar y esperar, esa espera que tanto nos gusta antes de emprender cualquier viaje, aunque sea un viaje conocido como este, pero viaje al fin.

Seguimos!

Guía rápida para una escapada a Nápoles y Pompeya

Siempre está bien terminar un viaje en un tren, aunque sea un viajecito corto como este, más bien una escapada que otra cosa, pero lo dicho, terminarla en un tren siempre mola, al menos a mi, no se, y es que aunque aún teníamos que llegar a Nápoles e ir a por nuestros trastos para luego trasladarnos hasta el aeropuerto, al salir de Pompeya, esta escapada ya había llegado a su fin.

Una vez ya en el avión es cuando te das cuenta que hace poco más de 48 horas llegabas a una ciudad que desconocías por completo y que en ese corto periodo de tiempo, en dos tristes días, ya es tuya, ya es otro lugar en el mundo al que pones cara, ya forma parte de tu ideario, y la evocarás, la tendrás presente, llenando ese espacio que realmente te acompañará con el paso de los años y con el podrás saber, al fin, si todo esta historia valió la pena o no.

Pero que coño, para eso falta mucho y hoy no estoy aquí para escribir sobre movidas existenciales de estas, sino que la idea es, una vez pasado un tiempo prudencial desde nuestra llegada de Nápoles y Pompeya, algo más de un mes para ser exactos, mirar de haceros un pequeña guía para que podáis, en la medida de lo posible preparar una escapada a esta ciudad que, desde ya os digo, mola, y mucho,

Aunque también os voy a decir otra cosa: una escapada como la que hicimos nosotros es justa, muy justa, sobretodo para Nápoles, donde mínimo mínimo yo le echaría un día más. Dedicar un día entero a Pompeya si, está bien, más ya tendrías que ser un super friki de estas cosas pero solo un día en Nápoles, lo que os decía antes, te vas con la sensación de que si, conoces otro lugar en el mundo y ya le pones cara, pero no has rascado lo suficiente como para que ese sitio se sitúe en un lugar privilegiado. Para que nos entendamos, con un día puedes saber si Nápoles te caerá bien o no, incluso podéis considerados conocidos, que si os cruzáis por la calle os saludaréis y os preguntaréis por las familias, el trabajo y demás, pero en un día no podéis ser amigos, aún no podéis iros de pedo juntos y confesaros vuestros lados más secretos, para eso, lo siento, pero necesitaremos más tiempo.

Pero ojo, si tenéis solo un finde como nosotros, no lo dudéis, puede ser una muy buena introducción para toda esa area que se abre desde allí, y eso si que da para muchos, pero muchos muchos días.

Así que al lío, allá vamos.

Planificación

Día 0: Making Of

Día 1: Nápoles

Día 2: Pompeya

Datos de Interés:

· Geografía

Nápoles se sitúa en el sur de Italia, de echo, a pesar de que Italia es de los países que en más ocasiones he visitado, esta es la vez que más al sur he estado, y es la capital de la región de Campania, con algo menos de un millón de habitantes, aunque si a eso le sumas su área metropolitana esta cifra te sube fácilmente a más de 3,5 millones de personas que viven por aquí.

Es la ciudad que domina la bahía del mismo nombre y esta, a su vez, está dominada por el Monte Vesubio, que todo lo controla desde la lejanía. Es él, y igual algo la Camorra, quien manda aquí.

· Clima

Claramente mediterráneo, como la Estrella Damm, inviernos templados y veranos calor que te mueres. Nosotros estuvimos a mediados de enero y la verdad, bien. Unos graditos por encima de Barcelona. Eso es bueno en invierno y malo en verano, ya que visitar Pompeya a pleno Julio puede ser un calentón guapo guapo. Pero claro, no hay mal que por bien no venga, esas playitas de la Costa Amalfitana en verano pueden ser un verdadero paraíso.

· Moneda y precios

Obvio, la moneda es el Euro, eso no falla. Y en cuanto a precios la verdad es que, siempre comparándolo con Barcelona, nuestra ciudad de referencia por ser donde vivimos, estaría un par de niveles por debajo es decir, vendría a ser una ciudad barata. Aunque ojo, eso no quita a que te astillen por una cerveza si te la tomas en una terraza frente al Duomo, claro está, pero por lo general, si vas un poco con ojo donde te metes, podríamos decir que Nápoles es económica.

Si hablamos de las entradas a los lugares de interés, en Nápoles no pagas más de 6/7 euros para los lugares de paga y para que os hagáis una idea, la entrada a Pompeya cuesta 13€ y tienes para todo el día. Si lo comparas por ejemplo con Londres en donde para entrar a la London Tower ya te clavan 30 pues haz números tu mismo y ya me dices si lo ves caro o no. Yo, personalmente, lo veo barato, muy barato.

· Cuando ir

Pues un poco en la linea de antes, el cuando ir dependerá más bien de lo que busques y de los días que dispongas. Si solo dispones de un fin de semana y quieres hacer una visita exprés como nosotros te recomiendo que hagas lo mismo: un día en Nápoles y un día en Pompeya.

Lo suyo? Yo creo que cuatro días: un par de días en Nápoles, un día en Pompeya y otro para visitar Herculano y el Vesubio. Bien vengas dos días, tres o cuatro, puedes venir todo el año sin problemas.

Para más de cuatro días eso si te recomiendo ya primavera o verano y es que con más de cuatro días ya puedes plantearte visitar la Costa Amalfitana y para eso sería un pecado no poder disfrtuar de sus playas, de Sorrento, de la mítica isla de Capri, etc, etc.

· Comida

Y aquí tenemos uno de los principales activos de Nápoles en concreto y de Italia en general: su comida. Y es que a quién no le gusta la comida italiana, verdad? A nosotros al menos nos apasiona y en concreto la Pizza. Necesitaríamos varias vidas para probar todo lo que Nápoles nos puede dar de comer con lo que en solo un fin de semana en la ciudad tienes que apuntar muy muy bien para disfrutar al máximo.

Nosotros fuimos el primer día a una de las pizzerias de más renombre de la ciudad y igual diría del mundo entero: la Pizzeria Gino Sorbillo, toda una institución en este mundo pizzeril.

Y que decir, recomendable no, lo siguiente. Eso si, prepárate para hacer cola, lo bueno es lo que tiene.

Y para no variar, el segundo día Pizza también, claro. En esta ocasión nos decantamos por otra pizzería de la Via dei Tribunali, la Pizzería Vesi, y más de lo mismo. Un poco menos de glamour que en Gino Sorbillo pero un placer para los sentidos igual.

Y que decir de los cafes, del chocolate, los snacks, todo se vuelve un disfrute si te gusta comer. Así que si eres de esos enhorabuena, has elegido el destino ideal.

· Seguridad

Nápoles es una ciudad que tiene fama de ser una ciudad peligrosa, algo así como una jungla de asfalto donde si no comes se te comen. A ver, esto es como todo, pues si te vas a altas horas (o no tan altas) a algún suburbio de la ciudad igual si que es peligroso, no digo que no. Pero si vas con un poco de ojo y un poco de sentido común no es una ciudad más peligrosa que París, Londres o mi Barcelona. En todos los sitios cuecen habas y puedes tener mala suerte pero repito, nada alarmante, ves al loro y no tendrás ningún problema, ya verás.

· Como desplazarse por Nápoles

A mi me gusta andar las ciudades, creo que es la mejor manera de conocerlas, sin duda, pero es que eso aquí, en Nápoles, se vuelve en imperativo, y es que Nápoles es una ciudad que vive de puertas hacia afuera, su gente, que es su alma, está en las calles y para entender eso has de perderte por ellas. Anda, anda como si no hubiera un mañana y entenderás el porque digo esto.

De todas formas, si te entra la perrera el metro de Nápoles va de lujo, eso si, el Centro Storico, ni lo pisa, piensa que la ciudad tiene más de 2.000 años de antigüedad y eso hace que construir hacia abajo en ella sea como ir desenterrando una linea del tiempo.

Para llegar a Pompeya dejaros de rollos de excursiones organizadas ni nada de eso. La Linea Circumvesuviana os dejará en la puerta y os costará nada y menos. Lo cuento mejor aquí.

· Donde dormir en Nápoles

Si vais a estar poco tiempo es clave elegir un buen sitio para dormir que no os haga perder mucho tiempo luego. Para ello la mayoría de alojamientos se encuentran en el Centro Storico y el nuetsro no iba a ser menos.

Además, en nuestro caso, elegimos uno a pocos pasos de una parada de metro de Dante por si nos teníamos que mover y, la verdad, más contentos de nuestra elección no podemos estar: Bed and Breakfast Portalba Relais. Recomendable.

· Que ver y hacer en Nápoles

Si solo dispones de un día para ver la ciudad de Nápoles te recomiendo que elijas una zona y le des caña para conocer poco pero bien. A nuestro parecer, la zona más pintoresca y autentica de la ciudad es, como no podía ser de otra manera, el Centro Storico, en donde encontramos algunos de los edificios más destacados de toda la ciudad.

Nosotros hicimos un recorrido a pie que pasaba por alguno de ellos como la Santissima Annunziata y su tétrico orfanato, el impresionante Duomo y la capilla del Tesoro o el Pio Monte de la Misericordia y su Caravaggio.

Pero para mi, el plato fuerte de Nápoles es la Capella Sansevero y tres de las esculturas que allí se encuentran: el Cristo Velato, el Disingianno y la Pudicizia, tres de las esculturas más espectaculares que he visto nunca.

Y Nápoles no se termina aquí, ojo. Tenemos Santa Chiara, el Gesu Nuovo o la preciosa Piazza Bellini. La Piazza Dante, Via Toledo o la Piazza del Plebsicito son otros lugares que debes visitar si o si y si el día aún te da de si, no te pierdas el Castel dell’Ovo y el Castel Nuovo. A nosotros, por eso, la noche nos impidió llegar.

Pero ante todo, incluso más que cualquier monumento, lo dicho antes: a Nápoles se viene a andarla. A callejearla. Piérdete por sus callejuelas menos concurridas (al loro donde te me metes eh), por esa calle con la ropa colgada de fachada a fachada que te llama la atención, visita algún mercado, siéntate en algún café, intenta entablar conversación con alguien. Mira de acercarte lo máximo que puedas a la Nápoles Napolitana y solo así podrás saber si la amas o la odias, de la otra manera solo verás una postal. Hazme caso.

Y claro, si vienes a Nápoles no existe excusa en el mundo entero que te impida ir a Pompeya, a pocos quilometros de la ciudad. He visitado antiguas ciudades que en su día formaron parte del imperio romano en Marruecos, en Turquía, en Catalunya, en el sur de España, en Francia y, por supuesto, en Italia, incluida la mismísima Roma y en ningún lugar, en ninguna de ellas, he conseguido transportarme 2.000 años atrás con la imaginación de forma tan fácil como lo haces en Pompeya con tan solo poner un pie en ella.

Y es que en Pompeya, debido a su trágico final, todo se tiene que decir, lo que destaca de ella es su cotidianidad, el poder sentir que esos romanos que aquella mañana de agosto de hace casi 2.000 años sucumbieron bajo la implacable ira del Vesubio eran iguales que tu y que yo, que iban a comprar el pan, a la taberna a tomarse unas cañas o que de escondidas ponían Flavio estuvo aquí en algún muro de la ciudad. Es por esto y por mucho más que Pompeya tiene que ser, si o si, un día entero en tu viaje, para poderla contemplar sin prisas, desde todos los angulos, a distintas horas del día y comprender el porque esta pequeña ciudad de la bahía de Nápoles a pasado a la eternidad.

Y es que si Nápoles en si misma ya merece una visita, el que tenga Pompeya al lado la debería situar en lo alto alto de vuestra lista de escapadas y, os prometo, que no os arrepentiréis.

Vedi Napoli e dopo muori”

Pompeya, una tragedia para la eternidad

“ el día 24 de agosto en torno a las 13 horas mi madre le indica que se divisa una nube de un tamaño y una forma inusual (…) Pues extendiéndose de abajo arriba en forma de tronco, por decirlo así, de forma muy alargada, se dispersaba en algunas ramas, según creo, porque reavivada por un soplo reciente, al disminuir éste luego, se disipaba a todo lo ancho, abandonada o más bien vencida por su peso; unas veces tenía un color blanco brillante, otras sucio y con manchas, como si hubiera llevado hasta el cielo tierra o ceniza.

(…)Entre tanto desde el monte Vesubio por muchos lugares resplandecían llamaradas anchísimas y elevadas deflagraciones, cuyo resplandor y luminosidad se acentuaba por las tinieblas de la noche.” Carta de Plinio el Joven sobre la erupción del Vesubio

14 de enero de 2018

Una de las cosas que más me atrapa de viajar es precisamente el día de hoy, ese día en que, por fin, pondrás cara a lugares que desde siempre has tenido en tu imaginación, lugares que, por una razón o otra, se han ganado un lugar en tu cabeza y en ella te has imaginado como sería, una y mil veces, pisarlos.

Hoy era el día en que visitaríamos Pompeya, pero también era el día en que poníamos punto y final a esta escapada exprés a Nápoles con lo que, primero de todo, después de otro desayuno de campeones en la habitación, tocaba hacer el Check Out y dejar las mochilas en el vecino Hotel Neapolis, de los mismos propietarios que nuestro B&B, pero con recepción las 24 horas del día, con lo que podíamos ir a por ellas en cuanto quisiéramos.

Como llegar a Pompeya desde Nápoles

Y una vez ya ligeros de equipaje, a eso de las 10 de la mañana, ahora ya si nos poníamos manos a la obra para descubrir la antigua ciudad romana.

Para llegar a ella tienes el recurso fácil de contratar algunas de la muchas excursiones que parten cada día de la ciudad o, por el contrario, guisarlo tu solo, cosa mil veces más gratificante y, como no, barata.

Y es que es muy fácil llegar a Pompeya desde Nápoles en transporte publico, solo tienes que irte a la Stacione Circumvesuviana, en la misma Piazza Garibaldi (a la que se llega perfectamente en metro o a pata si te quedas por la zona, sin problemas), y allí pillar el tren hacia Sorrento, que para en Pompei Scavi – Villa dei Misteri, o lo que es lo mismo, en la puerta.

El trayecto cuesta 3,60€ por persona y lo primero que te encuentras una vez sales de la estación, a parte de las jeringuillas que llenan las vías y los edificios sin puertas ni ventanas recién salidos de un apocalypsi zombie es el omnipresente, ya para todo el día, Vesubio, al que el tren se dirige de lleno hasta bordear su falda, precisamente a la altura de Herculano, otra ciudad que también quedó arrasada aquella fatídica mañana de agosto, y que también se puede visitar.

De hecho, una de las cosas que tienes que decidir antes de nada es que quieres hacer, si combinar Herculano con Pompeya, o igual Pompeya con una subida al Vesubio, eso es vuestra elección pero, hagáis lo que hagáis, este es vuestro tren ya que tiene parada en los tres lugares.

Nosotros, después de mucho divagar, decidimos dedicarle el día completo a Pompeya, y dejar tanto Herculano como la subida al Vesubio para otra ocasión y ahora, a toro pasado, puedo decir que fue un acierto y es que Pompeya, chicos, es mucha Pompeya y a veces es mejor ver menos y bien que mucho y de aquella manera, pero eso, repito, va a gusto del consumidor. Nosotros así lo hicimos y hecho está.

Entrada a Pompeya y Audioguía

Si no estás al loro de tu parada no te preocupes, cuando se vacíe el tren, entonces, habrás llegado. Has de estar muy en la parra para que te pases.

La estación te deja justo en una de las entradas a la antigua ciudad de Pompeya y tan solo tienes que andar unos pocos metros para encontrarte con una de las tres entradas al complejo, con sus taquillas correspondientes donde comprar tu entrada, que para adultos tiene un coste de 13€. Tenéis que controlar los horarios ya que varían según la época del año, en función, principalmente, de las horas de luz. En nuestro caso, en enero, el cierre es a las 17 y, ilusos de nosotros, pensábamos que llegando a esto de las 11 tendríamos suficiente pero ya os digo que, de haberlo sabido, a las 9:00 de la mañana, cuando abren las puertas, hubiéramos estado allí.

Junto a las taquillas tenéis la opción de pillar una audio guía, rollo muy friki, lo sé, pero los que me conocéis sabéis que en según que lugares nunca fallo y me cuelgo un chisme de esos al cuello para enterarme bien de la jugada y, como no, en Pompeya, no podía faltar. Pensar que solo son 7,5€ y puede ser la diferencia entre enterarte o no de por donde has estado, además de esos cotilleos que te cuentan las audioguias que tanto nos gustan, claro.

Y ahora si, con el cacharro ese colgando del cuello, mapa desplegado en mano, y emocionado a más no poder, era el momento de entrar en Pompeya.

La mítica Pompeya.

Las Termas Suburbanas

Visita a la antigua ciudad de Pompeya

Pompeya era una de tantas y tantas ciudades que en su día formaron parte del imperio romano y hubiera seguido siendo una de tantas ciudades que en su día formaron parte del imperio romano si no hubiera sido porque, una mañana de Agosto del año 79 d.C., el vecino monte Vesubio decidió petar y enterrar bajo toneladas y toneladas de ceniza y lapilli a la ciudad guardándole un lugar de honor, al hacerlo, en la eternidad.

Y es que fue precisamente ese hecho, el quedar enterrada bajo toneladas de material piroplastico, que logró que los restos de la ciudad sean, hoy en día, seguramente el más fiel ejemplo de lo que era una ciudad romana de la época, dejando intactos calles, edificios, tabernas o templos.

De hecho no fue hasta el año 1594 cuando un arquitecto italiano que construía un canal se topo con ella, aunque las excavaciones propiamente dichas, no comenzarían hasta el año 1748. Y todavía siguen, no os penséis, y es que lo que en ese momento teníamos frente a nuestros morros eran tan solo 44 hectáreas excavadas, de las 66 que tenía de superficie la ciudad en el momento en el que vecino hizo Boom.

Pero aún así, 44 hectáreas son un buen puñao y solo falta dar unos pasos por ella para uno darse cuenta de que lo tendrá realmente complicado si quiera visitarla toda en un solo día.

Complicado por no decir imposible, vamos.

Por eso lo mejor que podéis hacer es priorizar y marcaros en el mapa que os dan en la entrada los sitios más interesantes que queréis ver si o si y, una vez marcados, hacer un itinerario que los una y andar, sobretodo andar. Otro día más en que vuestros pies se arrepentirán de haber nacido pegados al resto de vuestro cuerpo.

De las nueve regiones en que se divide el mapa, si hubiera que elegir una solo, seguramente la más interesante sería la región VII, precisamente por donde se entra, que es lo que corresponde a la antigua Ciudad Pública y sobre la que, según nuestro punto de vista, merece la pena centrar el grueso de la visita.

Y es que con tan solo dar unos pocos pasos ya se te caen los huevos al suelo y es que ver esas calles, con los edificios a banda y banda, como si se tratara de uno de esos pueblos que quedaron abandonados en España en los años 30, y no de una ciudad que tiene casi 2.000 años de antigüedad es una autentica pasada.

Las Termas Suburbanas, el Santuario de Apolo, el Foro, con el Templo de Júpiter cerrándolo y el ahora tranquilo Monte Vesubio observándolo todo como si con él no fuera la cosa.

Lo dicho, acojonante.

Santuario de Apolo

Templo de Jupiter con el Vesubio de fondo

Estatua que preside el Foro

Es precisamente en los graneros de este Foro donde nos encontramos con el primero de los muchos moldes con forma humana que se hayan desperdigados por toda la ciudad. Y la verdad que son sobrecogedores, no os voy a engañar.

A diferencia de lo que mucha gente cree, estas figuras no son personas petrificadas por la lava del volcán ni ninguna historia de estas parecidas. Nada de eso.

Para llegar a los orígenes de estas figuras tenemos que remontarnos al siglo XIX cuando, uno de los arqueólogos que más se dedicaron a Pompeya, Giuseppe Fiorelli, se dio cuenta que, mientras llevaban a cabo las excavaciones, a menudo, se encontraban huecos entre la ceniza solidificada y decidió rellenarlos con yeso liquido para luego extraer los moldes.

Fue entonces cuando se creó unas de las imágenes más icónicas de Pompeya: la de personas, como tu y como yo, en sus últimos instantes de vida, intentando protegerse, a ellos a algún ser querido, de una muerte que se les venía segura.

Durante mucho tiempo se creyó que las víctimas sufrieron una larga agonía hasta morir asfixiadas pero recientemente se ha demostrado que no: las 2.000 personas que murieron (que se sepa) aquella mañana en Pompeya murieron al instante por exposición a las altas temperaturas, de entre 300 y 600 grados, de ahí que los moldes muestren lo que se conoce como cadaveric spasm, que son posturas adoptadas únicamente cuando la muerte es instantánea.

Desde perros retorciéndose, a madres protegiendo a sus hijos o esclavos con los grilletes aún puestos, cada una de esas figuras formó parte de un pasado que terminó de forma brusca y que hoy, 2000 años después, podemos contemplar.

Uno a uno los edificios se van sucediendo, a cada cual mejor conservado, como las impresionantes Termas del Foro o las no menos espectaculares Termas Estabianas, la Casa de Sirico o algo tan común en nuestros días como una panadería: la Panadería de Popido Prisco.

Termas del Foro

Termas del Foro

Termas del Foro

Termas Estabianas

Termas Estabianas

Panadería de Popido Prisco

Mención aparte merece el Lupanar, lo que viene siendo un burdel, vamos. Y es que no se dice por nada que se trata del oficio más antigua del mundo. Por cierto, en Pompeya habían hasta 22 de ellos.

Solo recorrer esta región, una sola de las nueve, con audioguía a full , eso si, ya nos lleva un par de horas largas, largas, lo suficiente como para hacernos replantear el resto de la visita mientras paramos a comer un algo en una cafetería que te encuentras justo detrás del Foro.

Con la antigua Ciudad Pública repasada de arriba abajo cambiamos de tercio y pasamos a la parte de la ciudad en donde vivía la aristocracia, que actualmente es la región VI, donde las casas, como es lógico se llevan la palma.

Aquí conviene no perderse la Casa de los Vetti, la grandiosa Casa del Fauno, de donde se extrajeron los mosaicos mejor conservados de la ciudad y que hoy descansan en el Museo Arqueológico Nacional, en Nápoles, y la Casa del Poeta Trágico, donde nos encontramos un mosaico en la entrada muy familiar: Cuidado con el perro. Y es que es precisamente esta cotidianidad lo que diferencia Pompeya de cualquier otra antigua ciudad romana, es justo lo que te permite transportarte con tanta facilidad 2.000 años atrás, imaginarte como era vivir en ella.

Casa de los Vetti

Casa de los Vetti

Casa del Fauno

Casa del Fauno

Cuidado con el Perro

Casa del Poeta Trágico

Una vez aquí lo ideal es cruzar la antigua Ciudad aristocrática y salir de la ciudad, cruzando el antigua cementerio, para llegar hasta la Villa del Misterio, en las afueras, y que es, con diferencia, la casa mejor conservada de toda Pompeya. Aquí se pueden distinguir los frescos de las paredes en un estado de conservación excelente. Sin duda uno de los lugares más mágicos de la ciudad.

Villa del Misterio

Villa del Misterio

Villa del Misterio

Desde aquí toca volver atrás e ir a buscar una de las principales arterias de la ciudad: la Via dell’Abbondanza. Esta calle, que cruzaba toda Pompeya de punta a punta, flanqueada de edificaciones de incluso dos pisos y llena de tabernas y tiendas de comestibles es la mejor manera para llegar o otro de los platos fuertes de la ciudad, el Anfiteatro. Una vez hecha la foto de rigor desde la arena misma, y una vez sacada la cabeza en la Grande Palestra que encontramos justo enfrente, podemos coger un caminito que te lleva a cruzar otro cementerio y te deja de pleno en el huerto de los fugitivos, nombrado así porque aquí fue donde se encontraron más cadáveres juntos, con un total de 13, los moldes de los cuales siguen allí. El lugar está rodeado de viñedos y en él se respira una paz un tanto contradictoria con lo que se debió vivir en ese preciso sitio aquella mañana.

Via dell’abbondanza

Via dell’abbondanza

Tienda de comestibles

Anfiteatro

Anfiteatro

Anfiteatro

Saliendo del Anfiteatro

Grande Palestra

Huerto de los fugitivos

De aquí nos dirigiremos hacia otra de las casas mejor conservadas de la ciudad, la Casa del Menandro, llena toda ella de frescos y mosaicos, y algunos que otros huesos humanos y ya desde este punto nos preparamos para el ultimo plato fuerte de la jornada: La Ciudad Sacra y la Ciudad Profana.es un

Casa del Menandro

Casa del Menandro

Nosotros entramos por el Quadriportico dei Teatri, para desde allí saltar al Teatro Piccolo primero y al Teatro Grande después. Este último, que en su día tenía capacidad para hasta 5.000 personas, es el lugar ideal para sentarnos unos minutos, contemplarlo en silencio, y empezarnos a despedir ya de esta ciudad, fascinante donde las haya, y es que, muy a nuestro pesar, el tiempo no deja de avanzar. En verano, con 2 horas y media más para la visita, igual te lo puedes tomar con más calma pero para nuestra desgracia, no es nuestro caso.

Quadriportico dei Teatri

Teatro Piccolo

Teatro Grande

Teatro Grande

Desde este punto, ya solo queda dirigirnos a la salida recorriendo estas calles, ahora ya prácticamente vacías de otros visitantes, que con la tenue luz del atardecer adquieren un aspecto aún más fantasmagórico, no sin antes pasar por última vez por el Foro y echar un último vistazo al Vesubio, tan pancho, de fondo, sin ponerse ni siquiera colorado por la que lio. Por si a alguien aún le queda alguna duda de quién manda aquí.

Y a las 17 puntuales como un reloj, poníamos punto y final a nuestra visita. Puntuales por la cuenta que nos trae, y es que en la entrada te dejan bien claro que tienes que devolver la Audioguia a las 17 como muy tarde o te cierran, y si eso pasa, en nuestro caso al menos, estamos bastante bastante jodidos, porque para pillarlas tienes que dejar un DNI y a ver como narices pillamos el avión esta noche sin él, difícil, verdad?

Ahora ya solo quedaba volver a dirigirse a la estación y deshacer lo hecho esta mañana, bastante más apretujados en el tren, la verdad, y es que por lo visto no somos los únicos que hemos querido apurar al máximo nuestra visita a Pompeya, la ciudad cuya tragedia la hizo eterna. Ironías del destino, supongo.

Seguimos!!