Las Batu Caves, un imprescindible a tiro de piedra de Kuala Lumpur

15 de Agosto de 2017

Y mira que lo dijimos convencidos anoche, eh: – Si, si, mañana sin falta a las 7:30 en pié y a las 8:00 desayunando para aprovechar el día al máximo!

Claro que si, guapi. Pues nada, que eran las 10 pasadas cuando, por esas casualidades de la vida, abría un ojo para mirar el reloj. Ni al desayuno hemos llegado!! Si es que quien vale, vale.

Total, estamos de vacaciones y si en lugar de salir a las 8 del hotel salimos a las 11, pues tampoco pasa nada, al menos ya hemos recuperado todo lo que hemos ido dejando por el camino estos días, eso seguro.

Y eso que el orden del día de hoy iba cargadito de cosas que hacer y empezaba fuera de Kuala Lumpur, concretamente en las Batu Caves, a unos 15 quilómetros del centro de la ciudad. Estas son un enorme complejo de templos, entre los más sagrados de Malasia para los hindús, situados cada uno en una cueva distinta del enorme sistema de grutas que hay en las montañas de esta localidad a las afueras de Kuala Lumpur.

Las Batu Caves

Llegar a ellas es fácil, y barato. Para ello solo tienes que llegar a la estación de KL Sentral, en nuestro caso a tan solo una parada de metro de donde estábamos nosotros y coger el KTM de la línea 2, cuya parada final es precisamente Batu Caves, el precio son RM2,60 y tardas aproximadamente una media hora en hace el trayecto, eso sí, a tener muy en cuenta, para este y para todos los transportes públicos de Malasia en general: entrar a un vagón de estos es como cruzar más allá del muro. El aire acondicionado esta tan fuerte que nada más poner un pie en el vagón, todo el sudor que el enorme bochorno que casca fuera te ha dejado por la ropa se te congela al momento, las temperaturas bajan por debajo de cero y los caminantes blancos aguardan en cualquier esquina así que ya sabéis, que nunca falte algo de abrigo en vuestras mochilas si no queréis pasar un muy mal rato.

Por la demás, lo que decíamos, no tiene pérdida, y nada más bajar de la estación unas pasarelas te llevan del tirón a la entrada del complejo.

El primer templo que nos encontramos es la Cueva de Ramayana, con una enorme figura que flanquea la entrada de este dios hindú. Una vez dentro, encontramos todo de escenas de la epopeya india de Ramayama, no os engañaré, es algo difícil de ver, o mejor dicho, de tomarse en serio, ya que las figuras parecen sacadas de un libro para niños, pero vale la pena dedicarle un rato en leer los fragmentos de cada escena para ponerse un poco en situación. Yo confieso que a partir del quinto o sexto cartel ya pase de todo y me dediqué únicamente a intentar no morir deshidratado y es que, no veas lo que se llega a sudar allí dentro, la humedad debe ser de prácticamente el 100% y las empinadas escaleras para llegar a un linga de origen natural, símbolo de Shiva, que te encuentras en lo alto de la cueva no ayudan a tal labor. Pero vale la pena, la verdad. Por cierto, la entrada son RM5, que se me olvidaba.

Una vez fuera ya lo suyo es dirigirse a la Cueva del Templo por una avenida por la que ya empiezas a ver a todo de Maras formadas por macacos asesinos, atentos a cualquier descuido par hacerte la trama y robarte cualquier cosa que puedan pillar. En las pocas horas que estuvimos allí fuimos testigos de varios intentos de asalto, la mayoría, como no, a chinos confiados que se piensan que son de peluche.

Desde lejos (de hecho desde el mismo tren ya se ve) se divisa la enorme estatua de Murugan, de más de 40 metros de altura y de un color dorado que resalta delante del verde de la selva de alrededor. Y lo mejor de todo, lo que empieza a los pies de esta estatua, nada más y nada menos que 272 escalones con la máxima humedad que uno se puede tirar a la cara que hacen que se hagan eternos, pero como todo lo eterno, siempre acaba.

Una vez arriba se abren dos enormes cuevas conectadas entre ellas por otro tramo de escaleras (por si no teníamos suficiente) y en la última de ellas es donde se encuentra la estatua del dios Murugan que se colocó en el año 1890 para fundar el templo.

Al loro porque volvemos a estar en territorio de Maras y los monos campan a sus anchas intentando hacer el mal. Mil ojos, estáis avisados.

Con todo la mañana ya estaba llegando a su fin, y era hora de volver a la ciudad a terminar lo que teníamos pendiente.

La idea era comer en el centro en un restaurante del que habíamos leído muy bien pero nos ha vuelto a pasar lo mismo que nos viene pasando desde que llegamos. Los horarios de las cocinas son infernales, cerrando al mediodía la mayoría a las 14 y por la noche a las 21:30, y nosotros que vivimos en los mundos de yupi pues una y otra vez haciendo el canelo y teniendo que buscar alternativas para comer que, en la mayoría de los casos, responden al nombre de mercados callejeros.

Plaza de la Merdeka y alrededores

Una vez ya comidos, pues a patear, empezamos en la estación de Masjid Jamez y saltamos a la mezquita del mismo nombre, situada en una salida de esta. Desde allí tienes a tiro de piedra la famosa Plaza de la Merdeka, una plaza gigantesca donde se proclamó la independencia del país a mediados del siglo pasado y que está flanqueada por todo de edificios de la época colonial y que, para joder un poco, no pudimos ver y es que, por lo visto, en unos días celebran algo gordo gordo por aquí y la plaza está convertida en un enorme estadio a base de andamios y gradas que hacen que no puedas ver absolutamente nada. Pero nada, nada.

Así que más rápido imposible. Continuemos pues.

Desde aquí la idea era la de entrar de nuevo en Chinatown, para terminar de patearlo por última vez y visitar un par de rincones que aún teníamos pendientes.

El primero era el templo de Sri Mahamariamman, el más antiguo de Malasia y posiblemente uno de los más vistosos. La entrada es gratuita y para hacerlo has de dejar los zapatos en una especie de consigna que hay en la entrada. Dentro encontramos varios templos alrededor del templo principal, uno dedicado a Parvati, otro a Ganesh y otro dedicado precisamente a Murugan, y donde encontramos una estatua que desfila en una carroza desde el templo hacia las Cuevas de Batu, en donde hemos estado esta mañana.

De aquí al Mercado Central, situado en un edificio de la época de la colonia en donde se puede encontrar absolutamente de todo, sin duda el lugar indicado para aquellos que guste de comprar souvenirs, aunque con los precios un poco por arriba de lo que te puedes encontrar en el vecino mercado de Petaling. Supongo que el aire acondicionado se paga, será.

Y entre vuelta y vuelta, otro día que llega a su fin. Aunque el fin de este no es una cama enorme como estos dos últimos días, que va, nada de eso.

En un par de horas tenemos que estar en la TBS Station para coger un autobús que nos lleve hasta Mersing para tomar el ferry hacia Pulau Tioman y, la verdad, que no las tenemos todas.

Resulta que, teóricamente, el bus llegaba a Mersing a las 5:00 de la mañana y el ferry partía de allí a eso de las 6:00, pues bien, hoy, en una paradita para tomarnos un café que hemos hecho y en las que aprovechamos para mirar el correo y demás, los de la compañía del ferry nos han dicho que la salida de este se adelanta a las 5:00 am por las condiciones del mar, es decir, en teoría, todo siempre en teoría, nuestro autobús llega a la misma hora que sale el ferry, si no contamos, claro está, con los 90 minutos que te piden que llegues antes, pero eso ya es otra historia. Total, que le tiramos y ya veremos qué es lo que va a pasar, por ahora, nos despedimos de esta ciudad con un sabor nada amargo.

Es obvio que está atrapada entre sus vecinas Bangkok y Singapur y eso es un lastre que le pesaría a la gran mayoría de ciudades del mundo sin embargo Kuala Lumpur sabe explotar sus virtudes hasta el punto de hacer de su multiculturalidad el principal activo para quienes pasamos por aquí de visita. En muy pocos sitios, por no decir en ninguno, he visto convivir culturas tan distintas con tanta naturalidad y eso es algo que atrapa de esta ciudad, el poder desplazarte por el mundo entero con solo girar una calle, el descubrir por los olores que te llegan en qué país estas en ese momento, el poder admirar monumentos o templos Chinos, Hindúes, Cristianos o musulmanes, pared con pared, codo con codo. Y eso es algo, que en muchos lugares, se tendría que aprender, que la diversidad, siempre, en todas las circunstancias suma, nunca puede restar.

Mientras tanto, ya sabéis, seguimos!!

 

Kuala Lumpur entre gigantes, de la KL Tower a las Petronas

13 de Agosto de 2017

Nada más despegar del Aeropuerto Internacional Ataturk de Istambul , el Boeing 777 en el que íbamos enfilaba dirección Ankara para cruzar el país de oeste a este. Luego vendría Irán, el sur de Pakistán, la India hasta Calcuta y de allí ya se disponía a cruzar el mar de Andamán hasta llegar a la altura de Pukhet donde giraba en dirección al estrecho de Malaca para volver a ver tierra firme a la altura de Penang, ya en Malasia. Todo esto en algo más de 10 horas de las cuales me pasé durmiendo o en un estado de semi inconsciencia la gran parte del vuelo. Como todos sabéis, volar no es que me haga demasiada gracia y no estaba dispuesto a pasar una hora tras otra intentando analizar el porqué de ese ruido o descifrando las facciones de la tripulación para ver si algo iba mal así que recurrí a la vieja escuela, diazepán y vino, nunca falla, con lo que me desperté como quien dice ya bajando del avión y lo que queríamos: en tierras Malayas!

Serían algo más de las 17:00 hora local y desde ese momento nuestra única fijación fue recoger equipajes y largarnos para el hotel a pegarnos una más que merecida ducha.

Primero, por eso, has de pasar el control de pasaportes, en nuestro caso nada más que un mero trámite pero para el que te has de comer una buena cola de alrededor de tres cuartos de hora, luego viene el momento equipaje y el por favor que haya llegado y luego el momento a ver como coño vamos ahora hasta la ciudad.

Opciones hay varias, de más rápidas y de más lentas, de más baratas y de más caras, todo depende de lo que busques en ese momento.

Si a estas alturas aún tenéis el chichi para farolillos, en la planta inferior de la estación encontrareis autobuses que por poco más de RM10 te llevan al centro de la ciudad en algo más de una hora.

Nosotros, después de 48 horas sin pillar una cama ya no estábamos para ostias y decidimos ir por la vía rápida, el KLIA exprés, un tren que te deja directamente en KL Sentral, el nudo de transportes de la ciudad y bien comunicado con prácticamente toda ella. En nuestro caso, a tan solo una parada de metro de nuestro destino así que ni lo pensamos, eso sí, barato no es, ya que te sale al final la broma por RM55, eso es un poco más de 10 euros, pero en menos de tres cuartos de hora ya estábamos entrando por la puerta de nuestro hotel, el 5 Elements, en pleno Chinatown.

El hotel está bien, sin pretensiones pero todo en su lugar, una habitación en la décima planta con Petaling street a nuestros pies y una cama enorme para recuperar todo el sueño pendiente hacen que todo lo demás ya nos parezca bien y después de una ducha reconstituyente, terapia de choque y directo hacia el mercado de Petaling, o sea, Chinatown en estado puro y, igual, demasiados estimulos para nuestros destartalados cerebros a estas alturas. De todas formas ya ha servido para poner la puntita del pie en el agua para ver a que temperatura está, primera cena impronunciable e indescifrable para mí y primer pollo al Limón para Adri y ahora si, por fin, más de 48 horas después de tocar una cama por última vez, podíamos decir que íbamos a descansar, que ya habíamos llegado y que mañana, empieza eso que desde el pasado mes de enero venimos buscando. Malasia, allá que vamos…

14 de Agosto de 2017

Ya no es que hacía más de 48 horas de la última vez que había estado tumbado en una cama sino que las últimas veces que lo hice, aún en mi casa de Terrassa, con la emoción previa inherente a cualquier viaje, no era capaz de dormir más de tres o cuatro horas seguidas y es por eso, que las 8 o casi 9 horas que dormimos en nuestro cuarto de la decima planta del 5 Elements me supieron a gloria como nunca antes lo había hecho.

Así que con las pilas algo ya cargadas, que no del todo, ni mucho menos, era hora de ponerse en marcha, aunque no todo iba a ser tan fácil como nos pensábamos.

El primer obstáculo: la fuerza de atracción que por lo visto tenía el lado de la cama de Adri, no había manera de que se levantara y a mi ya no me quedaban más cosas para tirar al suelo. Lo siguiente era ya romper la ventana a ver si con el estruendo lo conseguía pero no era plan.

El segundo: la mierda de día que hacía, pero mierda, mierda, eh. Lo ideal, vamos, para patearnos la ciudad.

Pero en fin, no nos hemos vestido así para nada así que serían poco más de las 10 de la mañana que salíamos del hotel, ya desayunados, en dirección Menara Tower (o KL Tower), a unos 20 minutos del hotel andando, y es que si de algo nos hemos dado cuenta en el poco tiempo que llevamos en esta ciudad es que todo, o prácticamente todo, esta a una distancia caminable, y eso nos gusta.

O al menos esa era la intención pero no habían transcurrido ni 10 minutos que nos caía encima la primea tromba de agua del día y del viaje. A ver, a ver, no podemos estar así todo el día, tenemos que buscar un plan B.

Y rápidamente lo encontramos, o eso creíamos al menos al principio. Que cual era? My hop On hop Off. O lo que es lo mismo: el típico bus para guiris que van recorriendo las calles y parando cerca de los principales atractivos turísticos de la ciudad. En la teoría que nos habíamos montado en nuestra cabeza, el bus nos iría llevando a los mismos sitios que queríamos ver, pero nos ahorrábamos los trayectos a pata entre unos y otros y con ellos el riesgo de que nos pillara en pelotas alguna tromba de agua más. Veríamos, además, otros lugares que de otra forma no veríamos ya que también abarcaba barrios más periféricos de la ciudad e, incluso, llegaba hasta el palacio presidencial. Así que, con nuestra motivación hecha a medida, pagamos los RM55 (11 eurazos, si si) que valía el billete para 24 horas por persona y nos subíamos, por primera vez en mi vida, en bus de estos.

Pero que va, nada más lejos de la realidad. En mis cálculos mentales previos a comprar el billete no caí que Kuala Lumpur debe ser una de las ciudades más congestionadas en cuanto a trafico que existen en Asia con lo que el entre parada y parada se convertían en una eternidad y, al final, tardábamos más de dos horas en llegar a los pies de la Menara Tower, pero en fin, a lo hecho pecho, que dicen por ahí y a seguir con esta historia.

La Menara Tower (o KL Menara) es la séptima torre de telecomunicaciones más alta del mundo y sirve como una genial toma de contacto con la ciudad ya que desde ella puedes coger una perspectiva de esta que os será muy útil para organizaros un poco. Además, las vistas de 360 grados que tienes desde arriba son de esas que quitan el hipo, eso os lo aseguro.

La entrada es cara, eso sí, subir arriba, al Sky Desk, que es el punto más alto al que puedes subir y que además esta a cielo descubierto tiene un precio de RM105 por persona (también te entra el pase al Observatori Desk, a una altura inferior y cubierto por cristaleras), eso son unos 21€ nada más y nada menos. Es por eso que la mayoría de gente se decide por una de las dos torres de la ciudad, o esta, o las Petronas, de precio más o menos similar. Nosotros nos decidimos por esta más que nada porque las vistas de las torres que se tienen desde aquí no se consiguen desde ningún otro lado pero sin más, al no haber estado en las otras pues mucho no puedo opinar. Bueno, poder sí que podría, pero me lo estaría inventando, aunque visto lo visto, esto de inventarse cosas no es nada del otro mundo en esto de los blogs de viaje y demás, y con el cuchillito ya lanzado en busca de su destinatario, si os parece os sigo contando cómo fue esto de la Menara Tower, va.

La entrada la puedes comprar por internet también, aunque en este caso no vale mucho la pena ya que la poca cola que hay va bastante por faena, luego, donde ya sí que tienes que esperar es en los ascensores para subir, que aunque suban a toda ostia, solo hay dos y eso hace que abajo se congestione un poco pero vamos, tampoco nada del otro mundo.

Una vez fuera, pues lo típico, selfie por aquí selfie por allá, los japos haciendo que cogen con la mano las torres Petronas, lo de cada sitio, vamos. Pero las vistas la verdad que valen la pena, abarcas toda la ciudad y sus alrededores, y con cielo despejado, incluso puedes llegar a ver el mar.

Uno de los platos fuertes de este Sky Desk son las dos plataformas con el suelo de cristal, no aptas para gente con vértigo en las que hacerte una foto de esas que quedan de puta madre en el Instagram y demás. Aunque he de reconocer que el momento de dar el primer paso y ver los así 400 metros que tienes por debajo te ponen los huevos un poco por corbata.

Y con nuestras fotikis ya hechas pues a seguir, que esto es solo el comienzo.

Para bajar, más de lo mismo, un ratito de cola esperando el ascensor, oídos que se destapan al bajar en él, y otra vez en el bochorno de la calle.

Con todo, ya era la hora de comer y esta nos ha recibido con un señor chaparrón. Pero de los guapos eh. Así que momento para aprovechar, arroz con curry y para la habitación mientras amaina un poquito.

Lo bueno de los chaparrones de aquí es que tan rápido como vienen, se van, y a las 18 de la tarde ya estábamos de nuevo en movimiento, con la idea de ir primero a echar un vistazo al mercado de comida de Jalan Alor, de camino a las Petronas, y luego, ya que estábamos al lado, sacar la cabeza en el Centro Comercial Paviliun, uno de los más modernos y pijos de por aquí.

Lo bueno de todo esto es que entre uno y otro hay apenas 200 metros de distancia, aunque la diferencia entre uno y otro es abismal, en uno puro lujo, con Cartier y compañía, aires acondicionados a toda máquina y una pulcritud quirúrgica. En el otro, centenares de puestos callejeros de comida, compitiendo por ver quien grita más fuerte para atraer tu atención mientras andas bajo un bochorno insufrible intentando distinguir entre los miles de olores que te llegan a la vez. Esto es Kuala Lumpur, esto es Asia.

Pero ni uno ni otro era nuestro objetivo de la tarde. Nuestro objetivo no era otro que las famosas Torres Petronas, imagen icónica de la ciudad desde su construcción en 1998 y que albergan la sede de la compañía nacional de petróleo y gas. La verdad que impone verlas desde abajo, con sus 88 pisos y sus 452 metros de altura, una enfrente de la otra, allí, como si nada. Todo en ellas hace referencia al Islam, desde su planta baja en forma de estrella de ocho puntas o los cinco niveles que tiene cada torre en referencia a los cinco pilares del Islam y el mejor sitio para contemplarlas, sin duda es el parque KLCC, a tiro de piedra desde el centro comercial Pavilion, mediante unas pasarelas elevadas que te llevan directo al parque.

En este, cada día, a las 20, a las 21 y a las 22 las fuentes se iluminan para crear un espectáculo acompañado de luz y sonido para los centenares de asistentes, guiris y no guiris, que andan por allí para conseguir la mejor visión de las torres que uno puede tener, iluminadas de arriba abajo, resaltando entre la negra noche. Un imprescindible de la ciudad, sin duda.

Y una vez visto y de soltar el oh de rigor al acabarse el espectáculo, pues a desandar lo andado y a buscar sitio para comer. Podíamos elegir entre la pulcritud de postín del centro comercial y la autenticidad con olor a fritanga de Jalan Alor y, obviamente, nos hemos decantado por el segundo. Lo que hemos comido? Pues muy bien no sé, yo la verdad que me como todo lo que me ponen delante pero aún no sé muy bien lo que he comido en ninguna de las comidas que hemos hecho desde que estamos aquí, pero bueno, sin problema, de momento el estomago resiste. Y en cuanto a Adri, pues es más sencillo, pollo por aquí y pollo por allá aunque ya empieza a soltarse y a probar cosas distintas, tiempo al tiempo.

Y con todo, nuestro día ya no daba para más y reventados como estábamos, eran las 23:00 que entrabamos ya por la puerta del hotel para decir adiós a nuestro primer día real en esta ciudad, país, continente y no se cuantas cosas más.

Y como siempre sabiendo que mañana más, y mejor…

El Making Of de un viaje a Malasia (2ª Parte)

Y con el rompecabezas ya sacado de la caja (destino) y todas las piezas ya sobre la mesa y de cara (Itinerario aproximado), toca ponerse a montar el puzle que será este nuestro viaje a Malasia.

El comprar los billetes es el principio de una serie de incógnitas a resolver inherentes a cualquier viaje: visado, vacunas, alojamiento, como movernos por allí, etc, etc, etc.

En esta entrada la idea es hacer un pequeño resumen de como lo hicimos nosotros, pero desde casa, es decir, a ojo. No sabemos si son las correctas, de eso ya tendremos tiempo de hablar al volver, ahora, de momento, os explico los pasos que seguimos para tirar adelante este viajecito, las decisiones que tomamos, después ya hablaremos de las que clavamos, y de las que la cagamos. Y empezamos, como siempre, por el principio.

Visados

Para Malasia, al viajar con pasaporte español, no es necesario si nos vamos a quedar en el país menos de 90 días así que lo único necesario es llevar el pasaporte en vigor y con una vigencia de, como mínimo, 6 meses.

Otro caso distinto es nuestra escala en Estambul, tanto a la ida como a la vuelta y en la que no tenemos, para nada, la intención de quedarnos dentro del aeropuerto a esperar sino que la idea es ir a visitar la ciudad.

Para Turquía los ciudadanos con pasaporte español tienen que pagar un visado que se puede (y debe) tramitar online por aquí. Tiene un coste de 20$, es decir, unos 19€, y su tramitación es para tontos así que no hay mucha opción de cagarla. Lo bueno es que te da derecho a varias entradas al país durante 3 meses así que sirve el mismo visado tanto para la ida como para la vuelta.

Vacunas

Pues siempre que se hace un viaje de este tipo lo suyo es pasarse por Medicina Tropical y que te cuenten un poco como esta todo por allí. En nuestro caso, para la Malasia peninsular, no hay ninguna vacuna obligatoria pero si algunas recomendadas. Nosotros fuimos al hospital de Terrassa (pedir con tiempo, no lo dejéis para el final que llega el verano y se peta) y, después de pagar 30€, nos pusieron fiebre Tiphoidea, Hepatits, Tetanos y Encefalitis japonesa. Un buen cocktail sin duda.

Tampoco nos tomaremos las pastis de la Malaria ya que solo hay unas pocas zonas del interior del país con riesgo de contagio así que no vale la pena. Al final, lo mejor de todo es que no te piquen los mosquitos y ala.

Dejar que os cuente que esta era mi cuarta visita a medicina tropical y, en verdad, me pegaron un buen collejón y es que no tengo, bueno, no tenía, ni idea de las vacunas que me había puesto en mis anteriores viajes, siempre pierdo los papeles donde estas aparecen y el carnet de vacunación internacional donde pone, entre otras, que tengo la vacuna de la fiebre amarilla puesta (esta si es obligatoria para entrar en según qué países) vete tú a saber en qué mudanza se perdió. Que es lo que hacía yo? Pues venga otra ronda de vacunas, total, no vendrá de aquí. Pero si que viene de aquí, y sobre todo con la de la fiebre amarilla, pues hablamos de que te meten un virus vivo y que no es que sea muy aconsejable. Imagínate si te lo meten dos veces, o tres, como sería en mi caso si me la tuviera que volver a poner. Que si estaba loco, vamos. Así que ya podía estar llamando a Drassanes para pedir un duplicado del carnet internacional de vacunas y a ver si tenía suerte y constaba en los registros. Y si constaba si, esa y otra docena de vacunas que me había ido poniendo en las distintas visitas que había ido haciendo. Por ejemplo, entre unas y otras, tenia 4 veces la vacuna de la Hepatitis A (son 2 y ya tienes para toda la vida). Prometo esta vez no perderlo y quitarme de las vacunas, pero es que quien es vicioso es viciosos, ya me conocéis.

Carnet Internacional de Conducir

Un sencillo tramite si no eres medio tonto como yo. Indispensable pedir cita previa a la DGT, hasta aquí todo bien. Puedes hacerlo desde aquí. Lo que pasa es que si te presentas a la DGT el día siguiente en que tienes cita pues mal empezamos.

– Que mira, que tengo apuntado en la agenda que es el día 27!

– Me parece muy bien que tú lo tengas apuntado el día 27 pero tenías hora el día 26 guapetón así que ala, a cascarla.

Genial, verdad? No pasa nada, pues vuelvo a pedir hora. Coño que no hay más horas. Ah bueno si, a 160 km de aquí. Pues nada, a pillar el coche y vamos que nos vamos.

– Hola buenas, vengo a sacar el Carnet Internacional de conducir para mí y para mi novia.

– Genial, traes una autorización suya?

– Si, claro

– Su Carnet de identidad?

– Si, claro

– Su DNI?

– Si, claro

– Sus fotos de carnet?

– Si, cla…me cago en mi puta vida se han quedado encima de la mesa…

– Pues ala, vuelve otro día campeón.

Y así es como uno de los tramites más fáciles del mundo se convirtieron en tres días de gestiones, unos 600 km en coche y la absoluta certeza de que a medida que pasan los años soy más idiota. Eso sí, un idiota con carnet de conducir internacional.

Seguro de viajes

Para esto he de reconocer que estuvimos barajando varias opciones pero al final me decanté por la que he usado siempre y es ir sin seguro de viaje.

Pero tranquilos, no es que vayamos a pelo y con unas velas puestas a la virgen para que no nos pase nada, que va. Sino que yo siempre que he viajado, en lugar de pagar un seguro para ese viaje en concreto viajo siendo socio del RACC, y eso, entre otras cosas, ya me incluye un seguro de viaje para cualquier parte del mundo con asistencia personal en viaje y gastos médicos de hasta 30.000€ y, lo mejor de todo, no solo para ese viaje sino que para todo el año!!

Y además de precio no es que haya mucha diferencia, la verdad. Mirar. Con la modalidad global, que es la modalidad pepino, pago 195€ al año y el beneficiario gratis, es decir, los dos cubiertos Full Equip durante todo el año por 97,5€ cada uno.

Por desgracia lo he utilizado en Italia, en Turquía y en Tailandia y no he tenido nunca ninguna queja así que si algo te funciona, no lo cambies dicen, verdad?

Y lo mejor de todo es que no solo tienes el seguro de viaje incluido sino que además te entra la asistencia en carretera (también en todo el mundo, es más, en Turquía se nos estropeó la furgoneta y nos pusieron, a los cuatro que íbamos, un hotelazo para esperar a que la arreglaran, a parte de la grúa y todo eso, claro está) coche de sustitución, taller a domicilio, reparaciones en el hogar, asistencia mecánica a la bici, asesoramiento legal (esto es muy importante), te recurren las multas (aún más importante si las coleccionas como yo) y muchas cosas más. Para mi gusto lo que les faltaría es un servicio que te viniera a buscar para llevarte a casa cuando se te va la noche de las manos pero eso igual ya sería pedir demasiado, para todo lo demás, RACC a tope.

Coche de alquiler o autobús??

Sin duda una de las preguntas que más nos hemos hecho estos días. Los que seguís nuestros viajes sabéis que somos de pillar coche allí donde vamos. Nos da mucho más margen de maniobra y además nos permite llegar a lugares que de otra manera igual tardaríamos el doble o el triple en llegar y esta vez, de salida, no iba a ser distinto.

Nada más reservar los billetes nos pusimos a mirar coches de alquiler y, la verdad, no estaban nada mal de precio. Al final reservamos directamente con Europcar desde el día 16 (que teníamos pensado salir de Kuala Lumpur) hasta el día 1 por unos 300€ aproximadamente, ni tan mal, verdad?

Aunque el problema aquí no era ese, os cuento. La del coche, como decíamos antes, está muy bien porque te da una libertad que el transporte público no tiene, hasta aquí todo correcto, el problema es que íbamos a estar entre las 3 noches de Pulau Tioman y las 5 noches de las Perhentian más de una semana en islas, con lo que esto significa: el coche aparcado en la península sin darle uso y además sin estar vigilado (a no ser que quisiéramos pagar un parking, claro) pero es que después también vamos a Taman Negara, es decir, otros 3 días el coche aparcado con lo que íbamos a alquilar un coche más de 15 días para usarlo 6. Lo mirásemos por donde lo mirásemos no salían los números.

Si a eso le sumas que las conexiones en Malasia con autobús son de puta madre, con numerosas compañías y combinaciones, la respuesta está clara: nada de coche de alquiler, reserva anulada y a viajar en autobús.

Alojamiento

Y ya para terminar nos quedaba mirar donde dormiríamos en cada lugar. Bueno, en cada lugar no, la verdad es que como sabemos que las cosas pueden ir cambiando con el paso de los días e incluso una vez estemos allí solo nos hemos centrado en reservar alojamiento en aquellos sitios donde queríamos asegurar la tirada y eso es en las islas que, por esas fechas, pueden estar más saturadas. En Pulau Tioman, finalmente, nos decantamos por el 1511 Coconut Grove, en Juara Beach, donde llegaremos el día 16 y donde pasaremos tres noches en una cabaña frente al mar a razón de 60€ la noche. No era la opción más económica, ni de este alojamiento ni de otros de la misma playa pero nos gustaron los comentarios que leímos por la red así que allí que nos iremos.

Y en las Perhentian más de lo mismo, sin duda son uno de los mayores atractivos del país así que queríamos ir sobre seguro y además, queríamos tranquilidad. Tengo en mente lo que ocurre en muchas islas de Tailandia y como os dije, no me apetece en absoluto, así que queríamos un lugar alejado de todo el barullo. Y creo que lo conseguimos.

Nos alojaremos en el Bubble Dive Resort, situado en el sur de Perhentian Besar, en una bahía donde solo se puede llegar por mar y en donde lo único que se encuentra es este hotel. Tranquilidad asegurada, espero. Y como no, la tranquilidad tiene un nombre: 70€ la noche. Si vale la pena, bien pagados.

Por otro lado también hemos pillado nuestro alojamiento en Kuala Lumpur para cuando lleguemos ir ya a tiro fijo. Aquí sí que la oferta es ilimitada para todos los gustos y bolsillos. Hay algunos Airbnb de puta madre y a buen precio pero finalmente nos decidimos por el 5 Elementes Hotel, al lado de Petaling Street, en Chinatown, un hotel con muy buenas críticas a razón de 26€ la noche.

El resto de noches sí que ya iremos viendo, tenemos alguna reserva hecha pero que podemos cancelar sin penalización por si cambiamos de planes así que ya iremos viendo.

Y con esto ya sí que si, no creo que me deje nada, de todas formas lo que decíamos, esto es solo el puzle montado desde casa, en el sofá, con una cervecita en la mano y el coco dándole a la imaginación. A la vuelta, a toro pasado, ya escribiré una guía currada con todo lo que hicimos bien y todo lo que hicimos mal.

Ahora ya solo queda esperar a que llegue el día 12 y nos den las 6 de la mañana, toca subirse al vuelo TK 1852 de Turkish Airlines y empezar, por fin, con este viaje. Toca volver a Asia, 8 años después de mi última visita, toca descubrir un país nuevo, paisajes nuevos, gente nueva, olores nuevos, sabores nuevos, toca emocionarse, ensuciarse, sudar, sudar mucho, toca correr cuando esa lluvia nos pille i flotar en el mar con la mente en blanco solo escuchando los murmullos a nuestro alrededor. Toca perder ese autobús que teníamos que coger para llegar a la hora a otro lugar y cagarse en dios una y mil veces sin darse cuenta que al final no perdemos nada, sino que ganamos un tiempo que antes no teníamos para sentarnos en cualquier cafetería a ver la vida pasar, igual para charlar con alguien que antes no conocíamos, igual para probar un plato que de otra forma nunca hubiéramos podido probar. Toca vivir y sentirse vivo, gritar bien fuerte: que le den por culo al mundo, coger fuerzas, darse cuenta de lo que realmente vale la pena y lo que no, toca llenar ese baúl de esos momentos que al final nos servirán para rendir cuentas, esperemos que nos salgan, toca arrancar de cuajo cada minuto, de cada hora, de cada día y comérselo sin siquiera masticar. Toca ser lo que uno quiere ser y nos toca volar, siempre nos tocará volar…y volar se vuela alto…

Seguimos!

 

 

 

El Making Of de un viaje a Malasia (1ª Parte)

Si hay algo que no soporto de mi curro es el tener que pillarme las vacaciones por huevos el mes de Agosto. No os penséis que es lo único, que va, en el hemisferio salvaje de mi cerebro se agrupan otras 137 cosas que no soporto de currar, aunque también he de reconocer que en mi pequeño y maltratado hemisferio racional reposan 4 cosas que si me gustan de ello. Pero seguramente lo de las vacaciones en Agosto es lo que peor llevo. No hay nada bueno de pillarlas el mismo mes que medio mundo: los precios se disparan, los lugares se abarrotan, la improvisación la tienes que dejar para tiempos mejores si no quieres acabar durmiendo en la parada de un autobús dependiendo de a dónde te dirijas, por no hablar, claro, de que, casualmente, el mes de agosto acostumbra a ser el mes elegido por todos los colectivos que trabajan en los aeropuertos para convocar huelgas, con la razón en la mayoría de los casos, nunca me quejaré de ello, pero que hace que tengas que preparar todo con más esmero si no quieres un sustito de última hora.

Pero en fin, hasta nuevo click de mi cerebro toca adaptarse a ello, al final, mucho tampoco me puedo quejar ya que durante el año también hacemos alguna que otra escapada y además, cualquier viaje es bienvenido, sobre todo si se trata de un viaje de tres semanas: un señor viaje, vamos.

Así que al lío, que viene lo mejor de todo, de cualquier viaje, ya sea de un fin de semana, de una semana o de un mes entero: toca decidir dónde vamos!!

Venga a darle caña a la imaginación, a revolver mi famoso baúl de los sueños, a rescatar todos esos viajes pendientes que hay agrupados en la V de verano, toca viajar desde el sofá, y eso me pone muchísimo, no lo voy a negar.

Este año en concreto, además, se da el hecho de que es el primer viaje en mayúsculas de Adri. Parece que poco a poco va prendiendo en ella la llama viajera y eso me encanta, lo reconozco, con lo que escoger un buen destino es aún más importante para no apagar de golpe ese fuego. Este año, nada de liadas ni marrones, vamos a disfrutar, ya habrá tiempo para meternos en problemas. Y lo mejor para eso, que ella sea la que elija el destino, no creéis?

Y supongo en que estaréis conmigo que la mejor zona para un primer viaje de este tipo es el sudeste asiático. Da mucho juego, es un mundo totalmente distinto pero no tiene los contrastes que te puedes encontrar en la India por ejemplo o ya ni hablar en África. Las opciones son muchas y, en mi caso, aún me queda un buen trecho por conocer así que no se hable más y vayamos al grano que hay mucho donde elegir.

Rápidamente Filipinas, Vietnam, Camboya y Laos quedan descartadas. Los motivos varios: Filipinas en Agosto no vendría a ser la mejor época para visitar en cuanto a monzones. Vietnam, no me preguntéis el porqué, pero es un destino que no me llama en absoluto (de momento). Camboya me encantó, la verdad sea dicha, Angkor no necesita presentaciones y volvería una y otra vez y, sobretodo, mi paraíso particular, Ko Tonsai, donde descubrí que los Mares del Sur aún son posibles pero donde, lo reconozco, no me atrevo a volver por lo que me pueda encontrar 10 años después. Con Laos fue distinto, descartado por no tener mar, así de simple.

Y con esas se desmarcaban rápidamente 3 destinos: Tailandia, Indonesia (concretamente Bali y Lombok) y Malasia, la gran tapada.

La idea de volver a Tailandia, la verdad, me daba mucha pereza. Entenderme, a ver, me dices mañana mismo nos vamos a Tailandia y te digo venga dale que perdemos el avión, ahora, me das a elegir y seguramente del sudeste asiático estaría en última posición si de mí dependiera. Que es un pasote de país y que, seguramente, para una primera toma de contacto con el sudeste asiático es el país perfecto pero no, que va, no me marcó en absoluto y prefiero antes cualquier lugar que no conozca que volver a Tailandia. Para mi Tailandia se ha convertido en un parque temático enorme y si puedo elegir entre otros lugares dudo que me vuelva a ver. También igual el hecho de que llegáramos a Tailandia desde la India y luego viniera Camboya la dejó en una muy difícil posición, no sé, al final tarde o temprano nos volveremos a encontrar e igual me deja un sabor de boca distinto pero ahora, en este viaje, no será.

Así que ya tenemos finalista. Por un lado, Bali y Lombok y por el otro, Malasia.

Y con cual nos quedamos, pues aquí, como siempre, la cosa ha ido cambiando una y otra vez. Que si ahora Bali, que si ahora Malasia, que si ahora Bali, que si ahora Malasia. Al final se trata de ir mirando y mirando, montando itinerarios, que es lo que más nos apetece, hasta que llega el día. Y al final, como muchas otras veces, la cosa se decide por casualidades o sensaciones, llámalo como quieras pero lo cierto es que a la hora de ir a comprar los billetes de avión Malasia ya estaba por delante y solo hizo falta que estos fueran bastante más económicos hasta Kuala Lumpur que hasta Dempasar para acabarnos de decidir.

El Gran día

Sábado por la mañana, 21 de enero, frio que te cagas fuera de nuestra isla que era nuestra cama y Skyscanner a todo trapo. Venga vuelo por aquí, venga vuelo por allá, qué, como lo ves? está bien, no? Que si, que no, que venga, que dale, Comprar!!!

Y ya tenemos billetes Joder!! Con una duda de última hora ya que Skyscanner nos redirigía a BudgetAir y con ellos la diferencia de precio con otras agencias era bastante considerable y eso nos hacía dudar pero después de alguna consulta y de ojear comentarios por internet nos tiramos a la piscina y que le peten al frío de enero: en unos meses nos vamos a Malasia! Menudo subidón!

Volaremos con Turkish Airlines el sábado 12 de Agosto y haciendo una escala larga en Estambul desde las 10 de la mañana hasta la noche para poder volver a pasear por sus calles y reencontrarme con aquellas historias del pasado que dejamos aquí sin terminar. No en vano, pasé prácticamente un mes entre una cosa y otra intentado que me dieran el visado para Irán y dieron de mucho esas semanas así que mejor imposible, volverme a reencontrar con Estambul.

Además estos de Turkish, como sus escalas en Estambul suelen ser bastante largas, ponen a disposición de sus pasajeros un servicio de tours turísticos por la ciudad que incluyen las entradas a los monumentos e incluso las comidas o, si lo prefieres, un hotel para que descanses hasta que salga tu vuelo. No está nada mal aunque, al menos a la ida, lo más probable es que vayamos por nuestra cuenta a visitar la ciudad para así poder ir a los lugares que nos apetezca. Después a la vuelta, ya que también hacemos una escala larga en Estambul igual ya probamos eso de los tours a ver qué tal son y así os lo podemos contar.

Y después del aperitivo que será la ciudad turca, el 13 de agosto llegamos a Kuala Lumpur para quedarnos en el país hasta el día 1 de setiembre, fecha en que nos toca ya volver.

Y todo por 600€ cada uno. No está nada mal, teniendo en cuenta las fechas en que viajamos así que al final contentos, billetes comprados, Asia de nuevo en el horizonte y todo una ruta por crear….

Itinerario previsto

Y con Malasia también cierro un algo pendiente que tenía desde hace diez años, cuando por la mierda de burocracia nos quedamos sin poderla recorrer en nuestra furgoneta y nuestro paso por ella se limitó a un autobús que nos llevó desde Singapur hasta Tailandia.

Nos decidimos por la malasia peninsular, Bornea ya será otra historia que tendrá lugar más adelante, cuando la podamos disfrutar los dos al 100% y empezaremos catando los bocados más digeribles para una primera toma de contacto.

El itinerario, como siempre, como todos, ha cambiado una y mil veces y, lo más probable, es que lo siga haciendo hasta el día de llevarlo a cabo pero ya podemos decir que más o menos, a grandes rasgos será algo así:

https://www.tripline.net/map?tripId=3310000032321013B80988D8B2347125&onSite=0

Kuala Lumpur

La idea es estarnos los tres primeros días en Kuala Lumpur para ver que se cuenta la ciudad, no sé muy bien que nos vamos a encontrar ya que después de haber estado en Singapur y en Bangkok me da a mí que cualquier comparación con ellas se quedará pequeña pero también servirá para sacarnos un poco la tontería del Jet Lag y habituarnos al clima, la comida y demás.

Pulau Tioman

Y después de la ciudad cambiaremos de tercio por completo para encontrarnos con esta isla de la que todo el mundo habla maravillas. Relax, fondos submarinos de los mejores y más accesibles de Malasia, playas de ensueño, todo esto es lo que esperamos encontrarnos en Tioman donde pasaremos otros tres días.

Pulau Perhentian

Seguramente uno de los platos fuertes de este viaje. Hace diez años que escuché hablar de ellas por primera vez y, entonces, la gente se refería a ellas como el paraíso perdido. Se de ciencia cierta que desde entonces mucho han cambiado pero espero que aún sigan teniendo parte de esa esencia que en su día hacían que lo ojos de la gente que hablaba de ellas se iluminaran. A ver que no encontramos pero espero que nos guste porque tenemos pensado tirarnos 6 días aquí.

Taman Negara

Otro de los pendientes de aquel viaje de 2008/2009. Perdernos en una de las junglas más antiguas del mundo era un imprescindible aquella vez y lo es ahora. La idea es un poco ver que nos encontramos allí e improvisar pero perdernos por su densa jungla es uno de los principales alicientes del viaje. Tres días en este parque nacional.

Cameron Highlands

Estas plantaciones de te del centro del país nos servirán ya para encarara la recta final de nuestro viaje y para, esperemos, refrescarnos un poco de las altas temperaturas. Algúna que otra excursión, alguna visita a alguna plantación de té, quien sabe si poder ver a la Rafflesia, la flor más grande (y pestosa por lo que se ve) del mundo. Tres días más.

Malaca

Y nuestras dos últimas noches las pasaremos en esta bonita ciudad colonial, a tiro de piedra ya de nuevo de Kuala Lumpur, para despedirnos lentamente, paseando por sus callejuelas, aspirando con fuerza sus olor para que nos dure lo máximo posible, disfrutando de sus cafés, sin prisa, mirando que el tiempo pase lo más lentamente posible, aunque, de bien seguro, ya con nuevos planes en la cabeza, esos que siempre hacen más llevaderas las vueltas, cualquier vuelta a casa.

Obviamente que nos dejamos mucho por ver, al fin y al cabo son tres semanas y no nos dan para más o, mejor dicho, no queremos que nos den para más. No queremos ir excesivamente rápido a nuestro paso por los sitios y se quedarán en el camino sitios como George Town y Langkawi, que dejaremos para otra visita posterior, las luciérnagas de Penarik, Kota Barhu o Kuala Terengannu. Sabemos que viajar es elegir, y más si tenemos el tiempo limitado que, como nosotros (por ahora) tenemos, pero vamos a jugar, eso seguro.

Las maquina ya está en marcha y ahora quedan los aspectos más prácticos de cualquier viaje: que si hoteles, que si coches de alquiler, que si autobús, que si vacunas, que si seguros, todo eso que ya lo veremos en la siguiente parte de este Making Of. Ahora, de momento, toca soñar y lo más importante, atreverse a despertar…

A Volar!!

Crónicas de Tenerife: Reinventando el día entre la montaña y el mar…

Así que tocaba ponerse las pilas y buscar alternativas para el día de hoy ya que eso de pasarlo en lo alto del Teide, como habéis visto, nada de nada.

Lo bueno es que en esta isla, de alternativas, de cosas por hacer, hay, que se yo, miles. Y para todos los públicos. Así que asamblea de urgencia y a decidir. Y que mejor lugar para ello que en el Parque Recreativo de Las Lagunetas, entre sus densos bosques de pino canario, y a las puertas de la civilización ya, pues a pocos quilómetros ya encontrábamos el pueblo de La Esperanza y de allí ya el mundo conocido estaba a tocar.

  • Pues ya que no podemos subir al Teide podemos ir al mercadillo, no??

Vaya, lo ha dicho, si es que era cuestión de tiempo, la verdad y es que sitio donde vamos sitio donde tenemos que pasar por el mercadillo y hoy es domingo y es el día en el que se celebra el mercadillo de Santa Cruz de Tenerife, el más grande de la isla. Y ya me mola, eh, acaso hay un lugar más autentico que un mercado callejero? Así que al lío, acabémonos el café y hacía Santa Cruz que esto ha hecho solo que empezar.

El mercadillo de Santa Cruz de Tenerife se celebra en los alrededores de las calles José Manuel Guimerá y Bravo Murillo, cerca del mercado Nuestra Señora de África y es un hibrido entre rastro callejero, donde encontrar ropa de segunda mano, antigüedades y demás, con el típico mercadillo de los de toda la vida, con bragas a euro, maquinas para limar callos en oferta y los últimos exitazos de Holywood en Dvd’s high definition. En internet pone que tiene más de 800 puestos y la verdad, a pesar de no haberlos contado uno a uno, si llega a la mitad ya se pueden dar con un canto en los dientes, la verdad. A pesar de eso no desmerece una visita, sobre todo si te va este rollo. Yo he salido de allí con pantalón de chándal molón que te cagas y Adri con otro bikini más para su colección con lo que todos contentos, un par de horas dando vueltas bajo el sol abrasador y a otra cosa.

Y eso otra cosa no podía ser otra que comer, como no.

Restaurante Dos Barrancos, María Jimenez

Para ello recurriremos a un mapa que nos enviaron unos amigos de Barcelona, hecho de primera mano por un vecino suyo de la isla y que, por lo que estamos viendo, se convertirá en nuestra piedra roseta para comer como reyes en nuestro paso por la isla.

Nuestra idea era ir a pasar la tarde a la Playa de las Teresitas, a pocos quilómetros al norte de Santa Cruz, pero antes nos desviaríamos hacía María Jiménez, un pueblecito situado en la carretera que sube hasta el Macizo de Anaga, hasta encontrar a el restaurante Dos Barrancos a mano izquierda. La carreterita tiene su guasa así que al loro no os estampéis cuando pretendáis girar hacia el restaurante, avisados quedáis.

El lugar, de los de toda la vida, no esperéis grandes lujos, venimos a comer bien, recordar, no a colgar selfies en instagram con platitos de postureo, ya habrá tiempo de eso, no os preocupéis. Y para empezar pues como no, papitas arrugás y queso asado, ya un típico para nosotros, pero es que está de vicio, y de segundo cerdo, el lugar lo requería, secreto ibérico para mí y costillar para Adri y la virgen, que bueno estaba todo, se deshacía en la boca, normal que el garito estuviera a reventar.

Y los postres, caseros, por supuesto. Pastel de queso por un lado y de 3 chocolates por otro. Joder que hambre me está entrando escribiendo esto. Y es que comimos de fabula, todo se ha de decir. Y precio? Pues con los cafés, chupitos, mis dos jarritas de vino y demás, no llegó a 40€. Juzgar vosotros mismos. No sé, igual es que estoy acostumbrado a pagar hasta por respirar en Barcelona pero a mí me parece tirado por cómo y cuanto comimos.

Y con el buche lleno, ahora sí, un poco de playeo, ahí vamos.

Playa de Las Teresitas

Esta playa está situada en el municipio de San Andrés, a escasos quilómetros al norte de Santa Cruz, y para llegar a ella desde la capital perderse es completamente imposible ya que solo tienes que seguir la carretera que recorre el litoral y acabarás con tu coche en la dorada arena.

Porque si, lo que leéis, dorada arena. Y aunque esto en una isla de origen volcánico parezca una quimera no lo es gracias a los buques de carga que trajeron, en los años 60, toneladas y toneladas de arena del Sahara para crear una playa cerca de la capital para poder contentar al creciente turismo que empezaba a llegar en masa a la isla.

Y la verdad es que la playa esta de puta madre, no seré yo quien lo niegue, eso sí, hay un par de detalles que le quitan enormemente el encanto, bueno, tres detalles mejor dicho. Uno se llama plataforma petrolífera y los otros dos barcos petrolíferos. Y es que si levantas la vista te encuentras con estos tres monstruos marinos allí enfrente, a escasos centenares de metros de la playa y la verdad, joden el pastel.

Que son fuentes de ingresos para la isla, de acuerdo, pero para los de siempre, yo solo sé que duele a la vista ver esos gigantes de hierro allí plantados, y para la fauna marina no creo yo que sea un aliciente para habitar sus aguas. Además teniendo en cuenta la cantidad de recursos que tiene la isla para generar energía de forma sostenible. No perdamos de vista que, no muy lejos de aquí, la isla de El Hierro, se ha convertido en una isla sostenible y sirve de ejemplo para el mundo entero por sus políticas de isla sostenible con importantes puntos en cuanto al uso de renovables, programas de reciclaje, de turismo sostenible y la promoción de vehículos eléctricos. No harían mal en mirar hacía sus vecinos, la verdad.

Pero volvamos a la Playa de las Teresitas y dejemos lo que pasa en el mar, la playa en si está bien, no muy abarrotada de gente y con bastante sitio para aparcar, eso sí, y eso ya sí que no toleraré: Me han cerrado los chiringuitos! Y que es una playa sin sus chiringuitos, verdad? Y todo, como siempre, por dinero, y es que el ayuntamiento dejó en la calle a las más de 300 personas que vivían de ellos por, según el gobierno, no tener permisos, después de llevar toda la vida allí, por supuesto.

Supongo que los bicharracos de hierro van bien de permisos para perforar todo el lecho marino, claro, eso sí, un chiringuito en la playa, en una playa artificial, no lo olvidemos, eso no.

Aunque hecha la ley hecha la trampa y ahora justo detrás de estos chiringos tienes todo de food trucks para saciar tu sed y tu hambre, pero no es lo mismo, la verdad.

Nosotros estuvimos como un par o tres de horitas allí, regalados, hasta que el sol ya empezó a bajar y decidimos seguir con nuestro día, ahora, con la visita a otro de los puntos claves en la historia de la Isla: San Cristóbal de la Laguna.

San Cristóbal de la Laguna

Para llegar a La Laguna desde donde estamos es fácil, no en vano la ciudad es prácticamente la continuación de Santa Cruz y siguiendo las indicaciones se llega perfectamente.

Una vez allí, nosotros dejamos el coche en el aparcamiento que hay justo al lado de la Plaza del Adelantado, en la zona que se conoce como Villa Abajo, donde anteriormente se asentaba todo el poder de la isla, no en vano, La Laguna está considerada la primera ciudad como tal y fue la capital durante mucho tiempo. Aunque, a decir verdad, eso de la primera ciudad, bueno, para nosotros, supongo, en fin.

Eso sí, que fue más que una simple ciudad salta a la vista nada más poner los pies en ella, dado el carácter señorial de sus casas y su trazado, típico castellano, con una plaza mayor central y en torno a ella todos los estamentos del poder de la época representados en palacios que hoy en día están abiertos al público en su mayoría.

A mí, lo que me ha recordadado, al poco de estar en ella es, no me preguntéis porque, a Cartagena de Indias o, en verdad, a cualquier ciudad latinoamericana con un pasado colonial y eso, como después me enteré tiene una explicación y es que, La Laguna, fue tomada, en su momento, como ejemplo arquitectónico para exportar a las colonias latinoamericanas. Ciudad de Paz, o ciudad no fortificada se le llama a esto diría. En fin, si habéis estado en alguna ciudad de América latina entenderéis porque lo digo.

Pero si algo realmente llama su atención al pasear por la ciudad es la calma que se respira, sorprendente una vez más, los contraste que te da la isla, no sé si por ser domingo, por ser la hora que era, ni idea, pero era como un Deja Vu con el otro día en La Orotava. Todo a otro ritmo, a otra velocidad.

Nosotros hemos cogido por la adoquinada calle Rey Redondo, que sale de al lado del ayuntamiento y, a través de casas señoriales, antiguos palacetes y casas armeras de las principales familias de la ciudad hemos llegado hasta la catedral de San Cristóbal de La Laguna, desde donde ya se divisa la icónica torre de la Concepción, justo al final de la misma calle. Sin duda un paseo corto pero intenso y lleno de simbolismo por el antiguo núcleo de la ciudad y, con ello, de la Isla.Y es que eso también lo tiene, su tamaño, reducido, concentrado, no hacen falta más de dos horas para visitarlo, cervecitas incluidas, y eso, después del día que llevamos, pues se agradece.

Por desgracia o por suerte hoy La Laguna ya no es ese centro neurálgico político y religioso que en su día fué pero sí lo es en cuanto a gastronomía y restauración así que terrazas y baretos los tendréis a docenas, sin exagerar. Sin ir más lejos, algunos de los mejores restaurantes de la isla están aquí aunque, en nuestro caso, nos hemos tenido que quedar un poco mucho con la ganas. El motivo? Pues muy bien no lose, igual al ser domingo después de semana santa, ni idea, la cuestión es que sitio al que mirábamos de reservar para cenar, sitio que estaba cerrado. Incluso hemos acabado entablando conversación con una pareja de la ciudad mientras nos tomábamos un Gin Tonic en una de las terrazas para ver donde podíamos ir a cenar y, sitio que nos recomendaban, sitio que estaba cerrado. Una mierda, la verdad. Con la de garitos que hay, tiene huevos.

Con todo, al final, no nos ha quedado más remedio que recoger los bartulos y abandonar la ciudad con la cola entre las piernas, como quien se sabe derrotado, y hemos acabado cenando en el puertito de Güimar, en La Randela, un bar recomendado en el mapa del tesoro que nos pasaron nuestro amigos de Barcelona pero que la verdad, ni fu ni fa. Porque? Pues porque va a ser, porque no les quedaba de nada. Cosa que pedíamos cosa que no tenían. Para acabar cenando pulpo a la gallega a tres mil kilómetros de Galicia pues haceros a la idea. No sé, eso de la planificación esta gente no lo lleva muy bien. Y eso que es, o debería ser, temporada alta. Que se yo.

Con todo, eran más de las 23:00 cuando dábamos por terminado otro día en la isla. Otro día más sin parar, otro día de 15 horas fuera de casa y otro día con la misma sensación…

Amigos, sin duda, esto da para mucho…

Y, por supuesto, mañana más…

Crónicas de Tenerife: Una tarde perfecta en Puerto de la Cruz: Que hacer, que ver y donde comer como dios en la antigua llave de la isla…

Solo era necesario un pequeño salto para caer del barco al coche, que teníamos aparcado en frente del Muelle 12 de Puerto Colón, ya que esa misma mañana, al llegar antes que nadie para embarcar, habíamos encontrado el parking completamente vacío y habíamos podido escoger lugar para aparcar. Una estampa, en cambio, muy distinta a la de ahora, con gente esperando en doble fila a que alguien abandonara su sitio, algo parecido a lo que nos encontramos el primer día en Las Américas, la verdad.

Nuestro próximo destino estaba justo en el otro extremo de la isla, Puerto de la Cruz, a poca distancia en línea recta de donde nos encontrábamos si no fuera por un gigante infranqueable llamado Teide que cortaba el paso de forma drástica. La manera de llegar entonces era la misma que para ir a cualquier parte de la isla. Coger la carretera circular que la rodea y salirte en tu destino. La principal carretera para tal fin es la TF1, que rodea prácticamente la totalidad de Tenerife desde un poco más adelante de Puerto de la Cruz hasta llegar prácticamente a Santiago del Teide pasando por Santa Cruz. Solamente el tramo que va desde Puerto de la Cruz pasando por El Realejo, Icod de los Vinos y Garachico hasta llegar a Santiago del Teide es el único que no cuenta con una vía rápida en lo dos sentidos de dirección debido a lo agreste de su orografía y por mí, que así continúe ya que eso, quieras o no, es un seguro de que la zona continuará intacta y lejos del turismo de masas dueño desde hace años de algunos lugares de la Isla.

En nuestro caso, en cuanto a tiempo, teníamos prácticamente el mismo trayecto yendo por la autopista (y haciendo muchos más quilómetros) que tirando hacia Santiago del Teide y allí cogiendo la TF82 hasta que nos dejará en Puerto de la Cruz. La distancia es menor pero lo que decíamos, la carreterita se las trae y por allí es hacia donde hemos ido haciendo una primera parada en el bonito municipio de Santiago del Teide. Es un pequeño pueblecito principalmente agrícola, a los pies del Parque Natural de la Corona Forestal y sirve como un punto de inflexión en el paisaje ya que aquí dejamos atrás el árido sur para adentrarnos en el verde norte y es que si es algo que tengo ya claro es que esta isla es una isla de contrastes, donde en pocos quilómetros todo puede cambiar, tanto el paisaje como el clima, la vegetación. Todo. Es sin duda un lugar sorprendente.

Si vais con hambre, justo al lado de la blanca iglesia de San Fernando, ya en la salida del pueblo dirección Icod, hay una área recreativo donde puedes comer típica comida canaria, carne de cabra, queso asado, papas con mojo y un largo etcétera y a muy buen precio aunque esto, aquí, no sea una novedad. Nosotros, después de un café con hielo para enchufarnos un poco, hemos continuado con nuestro trayecto a través de plantaciones de plataneros y frondosos bosques de pino canario hasta meternos de lleno en un continuo sube y baja que pone a prueba los mejores estómagos y, también, los mejores frenos.

Poco a poco, sin prisa, vas pasando poblaciones que dejaremos para días posteriores como Icod o Garachico. De repente tanto puedes encontrarte en un puerto de montaña a más de mil metros sobre el nivel de mar, como en una carreterita que baja a plomo hasta la misma costa, y todo eso en apenas, 20 km. Sin duda una muy buena manera para ir al Puerto de la Cruz y ahorrarse la aburrida autopista.

Con todo, serían poco más de las 15:00 de la tarde cuando aparcábamos el coche (a la primera!) justo enfrente del mar, en la negra playa Martiánez, y nos dirigíamos hacia nuestro primera y larga parada en Puerto de la Cruz: El Lago Martiánez.

El Lago Martiánez

Este Lago, situado en la costa de Puerto de la Cruz, entre la playa Martiánez y la lugareña playa de San Telmo, es una obra del artista Lanzaroteño Cesar Manrique y consta de, nada más y nada menos que 13.000 metros cuadrados de lagos artificiales de agua salada, fuentes, cuevas, esculturas y cascadas, una autentica obra mastodóntica que ha conseguido darle vida a una zona de la costa norte que, por su fisonomía, igual no hubiera podido tener de otra manera. Es realmente espectacular el conjunto y digno de ver. La entrada a él cuesta 5,50€ por persona y puedes estar allí hasta las 19:00 de la tarde, momento en que pasa a ser un centro de ocio con restaurantes, bares y demás.

Para nosotros tiempo más que suficiente para tirarnos en las tumbonas al sol y pegarnos algún que otro chapuzón en las frías aguas de sus piscinas mientras bajaba un poco el sol para poder darnos un paseo por la ciudad sin morir en el intento y es que, mientras hay la famosa calima aún se aguanta pero a la que esta desaparece el sol cae a plomo sobre tus hombros, y eso que estamos en Abril, ojo.

Y ahora sí, ya más fresquitos, a las 19:00 de la tarde empezamos con nuestro turisteo en esta ciudad, principal punto turístico del norte de la Isla pero que ha sabido mantener, al menos en parte, sus aires marineros en estos tiempos de turismo desenfrenado.

Partiendo desde el Lago Martiánez cogemos el paseo de San Telmo, en donde encontramos la ermita del mismo nombre, pues este santo es el patrón de los marineros. Justo debajo de ella está la playa de San Telmo, mitad playa, mitad piscina natural, y llena a reventar de lugareños a esta horas, la verdad que se trata de un sitio precioso y todas las edades se mezclan en él para pasar este sábado de semana santa al sol, supongo que, en parte, cogiendo aire para la temporada que en breve, sino ya, empezará y es que si duda alguna, ya no solo aquí sino en toda la isla, la industria del turismo es la principal fuente de ingresos para la población. Y no falta razón para ello.

Justo arriba de la playa de San Telmo encontramos el mirador de la punta del viento y de aquí ya bajamos calle abajo hasta la concurrida Plaza del Charco, a la sombra de los inmensos arboles que la cubren sin dejar pasar un rayo de sol. La plaza, a estas horas, está llena de vida y es un buen lugar para tomarse algo en alguno de sus muchos bares y restaurantes que encontramos.

En mi mente desde hace rato ya se ha instalado un Gin Tonic recorriendo mi garganta pero resisto la tentación, un rato al menos y nos dirigimos hacia el puerto viejo para entrar al antiguo barrio pesquero de La Ranilla, completamente reformado, con sus casas de planta baja pintadas de llamativos colores, sus tiendas de arte, sus tascas, un muy buen lugar para pasear in duda, además está lleno de murales de distintos artistas, paredes enteras, fachadas de los edificios más altos, modernidad y tradición, todo en el mismo barrio. Un barrio de orígenes populares, marineros que ha sabido encontrar la manera de sobrevivir sin perder sus raíces. Un buen lugar, sin duda.

Nosotros seguimos andando hasta cruzar toda La Ranilla y llegar a la fabuloso Playa Jardín, obra también de Cesar Manrique, de fina arena negra y presidida por el Castillo de San Felipe, una de las pocas fortalezas del siglo XVII que quedan en la isla y a la que no podemos entrar debido a la hora a la que llegamos aunque tampoco creo que nos perdiéramos nada, la verdad.

Y ahora ya sí que sí, la hora del Gin Tonic llegó, y para ello escogemos de nuevo la zona del Puerto Viejo, justo enfrente del monumento a la mujer pescadora, mientras cae la noche a nuestro alrededor y hacemos tiempo para que llegue la hora de poder ir a cenar a la Cofradía de Pescadores, donde tenemos reserva, situado en la calle de Las Lonjas, que aún mantiene su adoquinado original, y que en su día fue el centro neurálgico de la ciudad. No en vano, desde este pequeño puerto que vemos hoy en día, salían el 80% de las mercaderías de la isla, motivo por el cual a esta ciudad se la conocía como La llave de la Isla.

Restaurante de la Cofradía de Pescadores

Y por fin llegó la hora de cenar en la terraza de este restaurante con unas vistas privilegiadas al Puerto y un ambiente de lo más relajado.

El sitio, genial y la verdad que los camareros la mar de amables, ya lo habíamos leído en internet. Ellos mismos te recomiendan lo que está más fresco y acabas pidiendo un poco lo que ellos quieren si te dejas guiar. Y yo en estos casos, siempre me dejo.

Para beber una botella de vino blanco, de Tenerife, por supuesto y para comer no podían faltar las papas con mojo y el queso asado, acompañado de lapas asadas (tremendas), pulpo frito y calamarcitos con mojo. Y todo bueno, no, lo siguiente.

Y postre, claro. Quesillo por un lado, huevo mole por otro y para terminar dos zaperocos, bebida hecho a base de leche condensada, café, licor 43, piel de limón y canela. Y todo por poco más de 60€. Si es que todo en esta isla es genial.

Así que ya podéis apuntar: La Cofradía de Pescadores. Calle de la Lonja, 5. Eso sí, llamar para reservar porque, obviamente, el sitio se peta. Pero vale mucho la pena.

Y ahora ya sí, llevábamos más de 15 horas fuera de casa, aún teníamos como una hora de coche hasta llegar al apartamento y mañana tocaba levantarse hacia eso de las 6 para ir al Teide así que tocaba retirada.

Estábamos aprovechando al máximo nuestro paso por la isla, sacrificando horas de sueño para ello pero eso no es ningún problema, para eso están las vacaciones, no? Ya tendremos luego días de trabajo para descansar. Las vacaciones se exprimen, y se acabó.

Día redondo…otro más.

Crónicas de Tenerife: Aquella mañana que pasamos navegando entre ballenas y delfines…

Igual es cuestión de demasiados excesos, igual es que salí así ya de serie, quien sabe, el tema es que tengo muy pocos recuerdos de mi infancia, recuerdos vivos, me refiero. Mantengo, como mucho, algunas imágenes, situaciones concretas, algo así como fotografías en mi cabeza y una de ellas, y que nunca se me olvidará, es la imagen de yo de txiki, con mis padres, en un barquito de mala muerte, aquí, en Tenerife, saliendo en busca de ballenas y delfines con un tiempo de perros, pero de perros de perros, y la imagen del barco arriba y abajo, el agua chocando violentamente contra los cristales y la peña echando la ultima papilla en la primera esquina que encontraba libre para tal labor.

En verdad no lo recuerdo como algo trágico, no es de esas situaciones que te marcan para siempre, que va, nada de eso, simplemente lo recuerdo como una anécdota, supongo que fruto de la inconsciencia de la edad, yo que sé, pero el hecho es que lo recuerdo y por ese motivo, esta mañana, al abrir la ventana de nuestro apartamento y ver el cielo negro como el tizón y escuchar el rumor del viento fuera en la calle lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido que la madre que me parió, menudo día hemos ido a escoger para ir a ver a esos animalitos de dios pero ahora ya la suerte estaba echada y no nos íbamos a tirar hacia atrás así que después de recoger bártulos y preparar la mochila para hoy, a las 8 en punto de la mañana poníamos al bólido dirección Puerto Colón, en donde teníamos que estar a las 9:00 de la mañana para empezar la excursión.

Como os contamos ayer, habíamos contratado la excursión larga, de 4 horas y media de duración con la gente de Royal Delfín (Aquí). Supimos de ellos por la gente de Un mundo para 3 y, la verdad, no nos calentamos mucho la cabeza para buscar alternativas, si a ellos les había servido, a nosotros también. Y no es que fuera, para mí al menos, una excursión más. Me hacia especial ilusión esta salida, igual para cerrar el círculo que años atrás se abrió con la excursión tragicómica de las papillas al vuelo que os he contado al empezar, quién sabe, aunque en verdad, días después volvimos a repetir la experiencia y en esa ocasión, por lo visto, todo fue a pedir de boca y tuvimos nuestra cita con los cetáceos pero ya veis, digo por lo visto porque acordarme, me acuerdo cero. Supongo que si no roza la tragedia el hemisferio más hijoputa de mi cerebro no almacena la suficiente información. Es más, incluso después de ese episodio han sido varias las veces en que he podido disfrutar de esos animales en libertad. Sin ir más lejos el verano pasado en la costa de Motril, desde la misma playa, con una cervecita en la mano tuvimos la visita de una numerosa familia de delfines que jugaba a escasos metros de la orilla. O en Varkala, en el sur de la India, mientras desayunábamos en lo alto de los acantilados que dominan la playa también tuvimos un encontronazo con ellos. Incluso ballenas también he visto después, si no recuerdo mal en el ferry que nos llevó de Barcelona a Livorno, donde, durante un buen rato, tuvimos la compañía de todo tipo de cetáceos y delfines para nuestra distracción. Y sin embargo, lo que os decía, me hacía especial ilusión este día de hoy y por eso mi alegría a medida que nos íbamos acercando a Puerto Colón y, al mismo tiempo, el cielo se iba desencapotando y, lo más importante, el viento arreciando.

Total, que no eran ni las 9:00 de la mañana y los dos únicos frikis que estábamos ya en el muelle 12, en frente del Royal Delfín esperando para poder subir éramos aquí nosotros dos.

Como debe de ser.

El Royal Delfín es un catamarán con capacidad para unas 200 personas que consta de tres pisos. La terraza superior, donde la gente se hace vuelta y vuelta bajo el traicionero sol tinerfeño y en donde, obviamente, nos situamos nosotros. La cubierta inferior, donde se encuentra el bar y donde sirven la comida y debajo de todo, un casco de cristal para poder ver las profundidades del mar y, obviamente, a todo bicho, grande o pequeño, que se acerque a nosotros.

La excursión finalmente nos ha salido por 45€/persona y en ese precio se incluye, a parte del trayecto en sí, la comida de a bordo, una barra libre de bebidas, y un guía la mar de majo, Johan, creo que se llamaba, y que él solito se casca la explicación para todos los pasajeros, sean de donde sean. Solo hoy, con el barco no demasiado lleno, como mucho seriamos unos 50, ya ha hablado en, si no recuerdo mal, 5 idiomas y nada, como Pedro por su casa el campeón. Que envidia el cabrón.

Pero a lo que íbamos, y es que puntuales, a las 9:30 de la mañana dejábamos Puerto Colon para ir a buscar el estrecho que se abre entre la isla de Tenerife y La Gomera, estrecho natural donde viven, de forma permanente un gran número de Ballenas y delfines, unos más fáciles de ver, otros más difíciles, pero ahí están.

Los motivos por los que aquí es relativamente fácil avistar estos animales son varios. Las temperaturas durante todo el año del agua, que oscilan entre los 17 grados en invierno y los 24 en verano, las profundidades que se alcanzan en este estrecho, que superan los 2.000 metros en algunos puntos y la gran cantidad de alimento que eso conlleva hace que sea uno de los sitios favoritos para estos bichos y de ello hemos podido dar fe a los pocos minutos de salir del puerto y es que, igual no habían pasado ni diez minutos que el capitán ya nos estaba diciendo que nos levantáramos mientras aminoraba la marcha ya que había avistado a varias familias de Calderón Tropical, en frente nuestro. La verdad es que cuando lo ha dicho yo no veía absolutamente un carajo, solo mar, pero a los pocos metros se ha empezado a divisar en el horizonte que algo interrumpía la monotonía del océano y ahí estaban, quizás 50 de estos animales, también conocidos como ballenas pilotos, tomando el sol, totalmente ajenos a todo, supongo que, en parte, acostumbrados a que los guiris, día si día también vengan a fotografiarles mientras hacen la siesta.

Que pasada por eso, ver a estos bicharracos, que llegan a medir más de 5 metros a tocar de ti, con el silencio solo roto por el respirar de estos animales, familias enteras, crías jugando con sus madres. Joder, acabábamos de salir y ya había valido la pena todo el día. No sé cuanto rato hemos estado con ellos, igual ha sido media hora como 3 minutos, ni lo sé ni me importa, ha sido lo que yo llamo un momentazo, y a medida que pasaba el rato como que iban cogiendo más confianza y se iban acercando más. Genial, todos como niños chicos los que estábamos allí.

Hasta que el Capitán ha vuelto a decir algo por los altavoces, y otra vez igual, para mí que los tiene en nomina y queda con ellos porque en el agua no había absolutamente nada y ese ya estaba anunciando que a babor habían delfines moteados. Hasta la marca sabia! Y yo que solo veía alguna triste gaviota por ahí volando. Pero si, allí estaban, que cabrón. De repente han empezado a aparecer, en grupos de 4 o 5, cada vez saciando más su curiosidad, acercándose más y más hasta que han empezado a jugar con la estela de nuestro barco. Otro momentazo, y no llevábamos ni una hora en alta mar. Por lo visto, este tipo de delfín, que vive 6 meses en las aguas del Caribe y otros 6 en las aguas del atlantito, no es tan fácil de ver como los calderones aunque, a decir verdad, no sé si eso será como una especie de truco para ligar con nosotros que se marca el capitán. Sea lo que sea, el momentazo nos lo ha dado, y ver a estos animalillos jugar con el barco es una imagen que seguro no olvidaremos en mucho tiempo. Viendo esto solo puedo que reafirmarme en la convicción de que estos y todos los animales es aquí donde tienen que estar, nadando libres, jugando, disfrutando, libres y salvajes, claro.

Con todo el subidón ni nos habíamos enterado que el día se había despejado bastante, solo cubrían el cielo unas nubes altas que servían para no notar toda la furia del sol caer sobre tus hombros aunque lo hiciera, o lo que es lo mismo, servía para volver a achicharrar mi ya malograda piel.

Después de el momento calderón y del momento delfín, tocaba ya poner rumbo a la siguiente parada del día, ya con una cervecita en la mano, que no era otra que los espectaculares acantilados de Los Gigantes, en el extremo sur de la isla.

Este trayecto sirve para darse cuenta de cómo se les ha ido la mano en algunos puntos con la construcción de hoteles, apartamentos y demás. Supongo que fue la fiebre de los 80 y de los 90, o eso quiero pensar, y que hoy en día, el simple hecho de plantear algo así sería suficiente para echarte a los tiburones pero, la verdad, no me fio ya ni de mi sombra.

En verdad, nosotros, o al menos yo, ya tenía el chip totalmente cambiado, ya pensaba solo en ponerme debajo de esos monstruos de lava solidificada y mirar hacia arriba cuando aquí el amigo, nuestro capi, ha vuelto a decir, igual un poco más emocionado que en las anteriores ocasiones, que teníamos un rorcual norteño a estribor. Un qué? Pues un bicharraco de la ostia que, para que os hagáis una idea, puede llegar a medir ni más ni menos que 20 metros el animal. Ahí es nada.

Y esto sí que debería ser algo difícil de ver ya que hasta el mismo capitán ha salido, móvil en mano, para hacerle fotos a ese ejemplar que supera con creces todo lo que uno puede imaginar, pero como narices puede moverse algo tan grande por dios.

Además hemos empezado un bonito juego similar al escondite y es que aquí el amigo se tiraba como un minuto fuera del agua, lanzando agua por el espiráculo para que viéramos bien donde se encontraba y de repente desaparecía, durante un minuto, tal vez dos, hasta que volvía a aparecer en otro lado, riéndose de nosotros, todo motivados, ante semejante espectáculo.

Y así hemos estado un buen rato hasta que el amigo se ha cansado de tanto pesado y a decidió no volver a salir y es que, con la tontería, aquí si quiere se puede tirar más de 15 minutos debajo del agua así que nos podíamos morir esperando, vamos.

Pero que pasada, pensar que un bicho así, como ese, puede llegar a nadar a más de 50km/h y a medir hasta 20 metros. Una burrada, es por momentos así que me encanta viajar. Porque me doy cuenta que, en verdad, somos una puta mierda, y nos creemos los dioses del planeta pero si nos duele una muela ya no vamos a currar. Claro que si guapi.

Los Gigantes

Y ahora ya sí tocaba pasar página y maravillarnos con otra de las maravillas que la naturaleza te regala esta isla que nos es otra que Los Gigantes.

Estos son unos acantilados que se encuentran en el extremos sur de la Isla y que forman una muralla de más de dos quilómetros de ancho y llegan a medir hasta 600 metros de altura. Al ser de origen volcánico, el tono principalmente negrizo de la roca le da aún si cabe un aspecto más imponente y no es de extrañar que los guanches, los habitantes originarios de la isla, la llamaran la Muralla del diablo.

Nosotros, a bordo de nuestro catamarán, hemos ido recorriendo toda su base, contemplando el juego de colores que los distintos estratos han ido creando y con el cuello dando todo de sí para poder llegar a contemplar el final de la pared en algunos tramos.

Es más hacia el final cuando estas murallas son vencidas por algunos barrancos que van ganando altura hasta alcanzar la parte superior de la pared. Uno de estos barrancos, posiblemente el más conocido de todos, es el barranco de Masca. Cuenta la leyenda que antaño se utilizó como escondite para mis queridos piratas ya que desde el mar era completamente imposible divisar Masca pero en cambio sí que desde Masca se divisaba perfectamente el mar y esto permitía esconderse hasta el momento justo en el que descubrirse y atacar a los barcos que iban o venían desde América.

Hoy en día seguro que algún que otro pirata aún hay pero la mayoría de los habitantes que aún viven en el caserío que corona el barranco se dedican al turismo ya que, no en vano, este paraje se ha convertido en un atractivo visitado cada año por casi 500.000 turistas.

Una de excursiones que se pueden hacer es descender el barranco desde el caserío hasta la playa que hay justo enfrente de donde nos encontramos nosotros y después salir de allí en kayak hacia la localidad de Los Gigantes y es que cualquiera se mete luego el calentón para volver a subir hacia arriba de nuevo. Es un planazo que va directo a mi lista de cosas a hacer en el futuro y que algún día, estoy seguro, se cumplirá. Apuntado queda.

Pero por ahora volvamos al barquito, al Royal Delfín, con el ancla echada frente a la bahía de Masca y con la tripulación sirviendo la comida. No esperéis un gran manjar, se sirve zafarrancho, un poco de ensalada, arroz blanco y albóndigas de pollo pero ya sirven para su cometido, aquí nadie viene a degustar ninguna exquisitez.

Después de eso, llega la hora del baño y con ella el momento freak del día y es que desde lo alto del catamarán activan como una especie de cascada que cae hasta la parte posterior del barco y es allí donde uno se puede bañar. Muy friki, os lo juro, y no entiendo tampoco muy bien la finalidad, supongo que no será ninguna, pero oye, la gente encantada. Pero es curioso, muy curioso.

Yo normalmente no acostumbro a escaquearme en estas cosas pero es con el trancazo que llevo arrastrando desde hace días he decidido quedarme en la cubierta del barco, tomándome mis cervecitas y no meterme en más fregaos. Además no es que hiciera mal día, que va, pero sí que cuando soplaba un poco el aire te quedabas pajarito así que mejor me curo en salud. Pero la gente repito, regalada con su cascadita en medio del mar.

La verdad que igual al principio, cuando vas a contratar la excursión, te puede parecer que 4 horas y media son muchas pero os aseguro que, al menos en nuestro caso, no hay nada más lejos de la realidad. Y digo esto porque sin darnos cuenta, al parecer como ocurre todo en este barco, la tripulación ya estaba levando anclas y poniendo rumbo a Puerto Colon para poner el punto y final a nuestro día en mar hacia las 14:00 de la tarde.

Hay varias excursiones, más cortas, algunas te llevan solo a la ver a los delfines y te vuelven a puerto. Otras te llevan a Los Gigantes pero no paran ni para comer ni para bañarte (lo que significa que te quedas sin cascadita). No sé, echarle un ojo a las que hay y decidir pero al menos en nuestro caso, si tuviéramos que volver a realizar alguna excursión, sin duda volveríamos a elegir esta y es que es lo que os digo, se pasa volando y si además tienes suerte y se van sucediendo los acontecimientos unos con otros no te das ni cuenta que ya estás de nuevo en tierra firme habiendo vivido una experiencia que difícilmente olvidarás.

Y es que uno de los motivos por los que me gusta tanto viajar es poder ver con mis propios ojos estas imágenes de animales en libertad. Y a menudo nos pensamos, yo el primero, que para vivir una experiencia así se tiene que viajar hasta Burunga y buscar a los gorilas de montaña, o intentar encontrar al esquivo Tigre en alguna selva de la India o del Nepal, muchas veces menospreciamos lo que tenemos cerca y si no tiene un nombre difícil de pronunciar no le damos ningún tipo de importancia. Chicos, yo hoy he disfrutado como un niño viendo a esos seres nadar libres y salvajes delante de mí, ver como saltaban, como jugaban. Sin duda una experiencia recomendable al 100% y que en mi caso repetiré. Ni idea de cuándo ni dónde, pero repetiré.

Y si, aunque parezca mentira, solo son las 14:00 del mediodía…

Seguimos…libres…y salvajes…

El Making Of de un viaje a Tenerife (2ª Parte)

Con un viaje a la vista uno siempre vive mejor. Como que el despertador no suena tan estridente. El frío que hace por la mañana cuando pillas la moto no sé, como que tampoco es para tanto, verdad? Incluso los clientes que te dan por culo pues como que te dan por culo pero con cariño, no sé si me explico…

Este año, la idea era clara, ahorrar pero, al mismo tiempo, mirar de realizar un viaje como mínimo al mes, algunos simples escapadas de fin de semana, algunos de casi un mes, como el que tenemos en Agosto y otros, como este que nos ocupa ahora, de una semanita de duración coincidiendo con la Semana Santa.

Esto hace que se solapen, he llegado a tener 5 billetes distintos de avión comprados y eso significa que, o haces malabarismos, o, directamente, no llegas.

Pero vayamos a lo que nos interesa aquí que es en cómo se gestó esa semana en Tenerife una vez ya, como hemos visto en la anterior entrada, teníamos los billetes de avión comprados y nuestro Airbnb esperándonos en la costa de Porís de Abona.

La verdad, lo más importante ya está en el saco, de eso no hay duda, pero sí que es cierto que, en algunos viajes, si quieres que estos salgan redondos hace falta algún que otro preliminar pero oye, a quien no le gustan los preliminares, verdad?

Como moverse por la Isla

Y es que no estamos hablando de una ciudad donde andando se llega a cualquier lado, ni de un lugar repleto de trenes por doquier que te dejan donde tú quieres y a la hora que quieres, no. Tenerife es una isla, sin trenes, con guaguas, si, pero que hace que dependas de ellas para llegar a los sitios con el consiguiente tiempo perdido en ello así que no hay duda de cuál es la mejor opción para recorrer la isla: Coche de alquiler.

A nosotros ya, de por sí, siempre que se puede nos gusta pillar coche. La libertad que te da no tiene comparación y hace que puedas optimizar mucho más los tiempos en cualquier viaje. Se nota en esto que empecé viajando en furgoneta, supongo, pero yo soy de los que si me canso de un sitio, cojo mi coche y me piro. Sin más.

Así que a buscar, claro y, obviamente, en una isla como esta, eso no es absolutamente ningún problema. Más que buscar, la palabra sería elegir. Eso sí, se ha de tener en cuenta un par de cosas, en nuestro caso, al menos.

La primera, la hora de llegada. Pasadas las 00:00 de la noche, por web, al menos, muchas compañías no te dejan la opción de reservar. Ni puto caso, llamar y hacer la reserva por teléfono. Todas, o casi todas, al menos, se esperan a que lleguen los últimos vuelos al aeropuerto a no ser, claro, que estos lleguen con súper retraso pero la mayoría te esperará, no son tan tontos de no hacerlo. Eso sí, toca reservar por teléfono y puede ser, incluso, que algunas te cobren un suplemento por recoger el vehículo fuera de horarios, eso ya depende de la compañía, y de lo fuera de horarios que estés.

El otro tema a tener en cuenta es que volamos a Tenerife Sur y salimos desde Tenerife Norte. Eso que significa? Pues que pillamos el coche en un lugar y, para ir bien, lo tendremos que dejar en otro. Y lo mismo, eso no es ningún problema en la mayoría de los casos pero lo que sí que es cierto es que, en la mayoría de los casos, las compañías te cobran un suplemento por entregar el coche en un lugar distinto al de recogida. Al final todo es mirarlo bien, nosotros estuvimos investigando y investigando hasta que vimos que Avis no te cobra nada por esa gestión y, además, es de las más económicas así que no se hable más. 150€ y un par de llamadas después ya teníamos nuestro Volskwagen Up o similar (obviamente nos tocará el similar: el único coche que seguro no te va a tocar cuando haces una reserva es el que reservas, siempre te toca el similar, para mí que ni tienen de los que salen en la web, es puro postureo) listo para nuestra semana en Tenerife. Sigamos entonces!

Y que haremos una semana allí?

Los que me conocéis sabéis que no soy mucho de preparar los viajes, al menos en el sentido de: hoy haremos esto, mañana lo otro, pasado aquello. Por una sencilla razón, soy demasiado impulsivo y luego, una vez allí, veo algo que me apetece más que lo que había planeado y se van todos los planes al garete.

Obviamente hay viajes y viajes, está claro, si me voy un fin de semana y quiero aprovechar al máximo el tiempo pues igual si que llevo algo mirado de casa pero siempre que se pueda dejar paso a la improvisación pues lo prefiero.

Y Tenerife no iba a ser distinto, claro que no.

Pero ojo, a veces se puede y otras no, como todo en esta vida.

Y es que hay ciertas actividades que mejor llevarlas reservadas de casa si no quieres quedarte con cara de tonto una vez llegas allí.

Si vas a Roma y no quieres comerte horas de cola pues lleva la entrada a los museos vaticanos desde casa o si vas a París y quieres subir hasta el último piso de la Torre Eiffel lo mismo: o pillas la entrada antes o muy probable te quedes con las ganas. Y qué equivale a la Torre Eiffel o a los Museos Vaticanos en esta isla?? Exacto: El Teide.

Mejor reservar o nos la jugamos?

Y es que siempre puedes ir sin reserva, eh, pero tengamos en cuenta que estamos hablando del Parque Nacional más visitado de España y de los más visitados de Europa así que lo más probable es que te tires un buen rato haciendo cola para poder comprar el Ticket del teleférico. Hacerlo es muy fácil, solo tienes que entrar en la Web del parque nacional (aquí) seleccionar franja horaria y amoquinar, claro. Y no poco. 27€ cuesta ni más ni menos subir y bajar en el teleférico. Puedes pillar solo subida o solo bajada o sino marcarte el punto de subir andando hasta arriba del todo, eso sí, 4-5 horas de calentón que no te quita nadie. Y hablo solo de la subida, ojo.

El Teleférico hacia el Teide...

En verdad esta era nuestra idea al principio, pero hay un hándicap a tener en cuenta para ello. Si subes a pata obviamente es para subir hasta arriba del todo, no para quedarte en la estación superior, a unos 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar, verdad? Pues para ello hay que pedir un permiso especial en la página web del Parque (Aquí) o sino subir antes de que empiece a funcionar el teleférico (9:00 de la mañana). Y aquí es donde se nos lía un poco el asunto. Lo de subir arriba antes de las 9:00 de la mañana es algo complicado, para ello has de hacer noche en el refugio de Altavista (que también requiere de reserva previa) y pegarte el madrugón de la ostia para poder llegar arriba a la hora señalada. Es una opción de puta madre, pero es perder un día entero y después de valorarlo decidimos que dormir fuera y todo nos liaba mucho con lo que mejor dejarlo para otra ocasión. Lo que si queríamos hacer de todas todas era subir hasta arriba del todo pero: meeeeeeg. Dos meses de antelación y todos los permisos ya expedidos. Hasta mediados de junio nada disponible. A la mierda, vamos.

Consejo: si queréis subir hasta la cima del Teide pedir permiso con el máximo de tiempo posible de antelación o se os quedará más o menos la cara que se nos quedo a nosotros. De tonto, por supuesto.

Así que mierda para nosotros, nos quedamos sin subir al Teide y nos tendremos que conformar con alguno de los otros dos senderos que salen desde la estación superior.

Y una vez decidido (por exigencias del guión, pero decidido) ya lo que hacer, pues a pensar cuál será la mejor hora para ello. Depende un poco de lo que quieras hacer. Nosotros nos decantamos por subir con el primer teleférico, para eso de poder ver el Parque con la menor gente posible y así luego tener aún todo el día por delante. Así que listo, una cosa menos.

La Cueva del Viento

Con el Teide ya en nuestra agenda, otra cosa que no nos queríamos perder era la visita a las Cuevas del Viento, en Icod de los Vinos. Estas cuevas, abiertas al público desde hace menos de 10 años, son los tubos volcánicos más largos del mundo fuera de Hawái y como que Hawái nos queda un poco lejos, pues nos iremos a ver estas.

Solo las puedes visitar bajo reserva previa, en pequeños grupos de máximo 15 personas y con la compañía de un guía y nosotros las descubrimos en la página web de la gente de La Gaveta Voladora. En verdad yo ya había leído sobre ellas y de lo peculiar del lugar así que, ya que estábamos en la isla, no podíamos perdernos la experiencia de poder recorrer parte del Teide no solo por la superficie sino también por dentro.

La visita vale 25€ por persona y recordar, imprescindible reservar con antelación (aquí). Solo tienes que escoger en qué idioma quieres hacer la visita y claro está: Pagar otra vez.

Nosotros hemos hecho lo mismo que con el Teide y hemos reservado la primera visita del día, a las 9:00 por lo mismo, para eso de tener luego toda la jornada por delante para hacer lo que queramos, pero hay visitas durante todo el día así que no os preocupéis si no queréis pegaros el madrugón.

Observación de estrellas en el Parque Nacional del Teide

El Teide, icono indiscutible de Tenerife, es posiblemente la imagen más fotografiada de toda la isla. Más que nada porque estés donde estés lo tienes ahí echándote un ojo, pero lo que igual mucha gente no sabe es que su Parque Nacional es uno de los mejores lugares del planeta para la observación de las estrellas y todo eso que hay por allí arriba.

Eso se debe, principalmente, a que la altura media del parque es superior a los 2.000 metros de altura y está lejos de la contaminación lumínica que provocan los grandes núcleos urbanos. De hecho, la isla está protegida por la primera ley de protección del cielo, que regula la iluminación, la contaminación y el nivel de sobrevuelo de algunas zonas de Tenerife y La Palma, además de ser un “Destino Starlight”, que son lugares que acreditan la calidad de sus cielos para garantizar la contemplación de las estrellas y además, que tienen los medios para prolongar su protección.

Es por este motivo que nos hacía especial ilusión poderlo comprobar en primera persona y por eso la idea es mirar algo  desde casa para luego no llevarnos sorpresas.

Hay muchas empresas que organizan actividades de este tipo en la isla, nosotros, por recomendación de los chicos de La Gaveta, nos decantamos por Discover Experience (aquí) y en concreto por la actividad El Universo en tus manos.

Se trata de, con la ayuda de un guía experto, “realizar un recorrido por los objetos celestes más interesante de cada noche”. Todo ello utilizando telescopios de última generación para ver “galaxias, planetas o cúmulos como seguramente nunca antes habían visto”.

El precio es de 25€ por persona, tiene una duración de unas dos horas aproximadamente y es, sin duda alguna, una de las actividades que más ilusión nos hace.

Solo nos hizo falta unos intercambios de correos con ellos para que nos recomendaran lo que ellos creían que era la mejor opción para las fechas en las que viajábamos y, eso sí, hacer el pago mediante transferencia para confirmar la reserva y ahora ya sí que sí, todo reservado.

Veremos el Teide desde lo alto (o prácticamente desde lo alto, de acuerdo) veremos lo que esconde en sus adentros y veremos el cielo que lo cubre desde uno de los mejores lugares del mundo para hacerlo, y todo esto a poco más de tres horas de casa. Y ojo, que esto es solo el comienzo, no olvidemos que después viene lo mejor de cada viaje, vienen las sorpresas, la hora de la improvisación, vienen los lugares secretos que te dicen los lugareños, vienen esos bonus track que tanto me gustan, esos – que hacemos mañana? Viene el viaje de verdad, que de momento, esto, recordar, es solo desde el sofá.

Seguimos!! Y ahora ya si…a volar!

 

 

El Making Of de un viaje a Tenerife (1ª Parte)

Después de terminar el 2016 y empezar el 2017 con los mocos congelados debajo de la densa niebla de París o de perdernos por las callejuelas medievales de Basilea en el frío mes de febrero había una cosa clara: si quería conservar los huevos en su sitio tenía que buscar un lugar al que ir en Semana Santa donde hiciera calor. Mucho calor, a ser posible.

Y yo encantado, claro está. Que empiece el espectáculo, por favor.

Los que me conocéis sabéis que mi pasatiempo preferido, después de viajar y antes que el vino es precisamente eso, imaginar escapadas, viajes, buscar vuelos, hoteles, rutas, soñar un poco, vamos, y eso es lo que empecé a hacer sin tiempo que perder, quedaban dos meses para las vacaciones y era ahora o los billetes empezarían a subir.

Inicialmente, antes de ver en peligro mi virilidad en función de lo que marcara un termómetro, mi idea era escaparnos a Nueva York una semana pero me vi totalmente incapaz de inventarme algo lo suficientemente creíble para vender la ciudad de la Gran Manzana como un destino de Sol y Playa así que tocaba buscar alternativas. Además, dado que en Agosto ya nos vamos tres semanas a Malasia y la idea es hacer algo también en el puente de Mayo y en el del 5 de Junio, igual elegir como destino una de las ciudades más caras del mundo no era la mejor elección, las cosas como son.

Pero, y entonces donde nos vamos??

Cabo Verde? Caro, muy caro para lo que se nos viene encima. Al Caribe igual alguna que otra oferta se podía encontrar pero oye, para 6 días tu lo ves? Como que no, verdad?

Pues no sé, que haga calor, que no pasemos mil horas de aeropuertos y que no nos gastemos un dineral ni en billetes ni en alojamientos para poder seguir viajando todo el año, donde podemos ir??

Coño pues claro!! Nos vamos a Canarias!!

Y es que aquí he de reconocer que la gran mayoría de veces cometo el error de mirar siempre hacia fuera para buscar algún destino al que ir y, muchas veces, igual no hace falta irse tan lejos para disfrutar de un lugar sorprendente y que encaje perfectamente con lo que buscas. Me pasó lo mismo con Portugal, lo iba dejando lo iba dejando, supongo que por cercanía, y cuando, al final, por descarte casi, lo visité por primera vez, me enamoró al momento.

Y en este caso estaba claro que lo que más nos encajaba por todo lo que buscábamos eran las Canarias, y además, con siete islas para elegir. Perfecto.

Además os contaré que fue en este archipiélago donde viajé por primera vez, tal cual lo escucháis y es que, de muy chico, a mis padres no se que les dio por las islas y recuerdo (o me recuerdan, mejor dicho) que las visitamos en varias ocasiones: Tenerife, Gran Canaria, La Palma y Lanzarote. Posiblemente la primera vez que pillé un avión fue para ir a alguna de ellas así que tenía una cuenta pendiente en volver ya que, la verdad, como mis recuerdos de infancia son más bien escasos, solo tengo imágenes difusas de esos días y eso me jode, para que nos vamos a engañar.

Y con el destino ya en el saco ahora tocaba profundizar más y decidir en cuál de las siete islas íbamos a recaer. En verdad, todas tienen lo suyo que ofrecer así que poco nos importaba, como en muchos de nuestros viajes decidirá el de siempre: Skyscanner.

Y es que si bien la distancia entre las islas es de apenas unos pocos quilómetros, en cuanto a los precios de los billetes, la distancia, proporcionalmente, es abismal.

Por fechas y precios, ya que no hay vuelos directos desde Barcelona, rápidamente se quedaban fuera las tres islas más salvajes y poco visitadas: La Gomera, La Palma y El Hierro.

De las cuatro que quedaban, todas ellas con la posibilidad de vuelos a buen precio había dos que también se caían a las primeras de cambio porque estos no coincidían con nuestras fechas disponibles: Lanzarote y Fuerteventura. Si vais con fechas abiertas, si que podéis encontrar vuelos directos a buen precio pero nosotros, al ser fechas concretas, y además, Semana Santa, al final se nos iba por un pico así que nos quedamos con dos: Tenerife y Gran Canaria.

Muchas compañías vuelan a estas dos islas de forma regular, lo que hace que las posibilidades tanto de horarios como de precios sean muchas así que ahora tocaba decidirse y jugar. Y la decisión fue fácil, sin menospreciar Gran Canaria, que ya caerá, pero la atracción que ejerce el Teide hacía mi persona hizo decantar rápidamente la balanza hacía Tenerife: Habrá Sol y Playa, misión cumplida, pero también muchas otras cosas que hacer y conocer y comer y beber y sentir y vivir y esto y lo otro y aquello y me motiva. Tenerife pues, muchos años después, nos volveremos a ver.

Ahora solo quedaba pillar unos buenos horarios y a buen precio. Dado que, en Cataluña, festivo es el viernes y el lunes, si nos pillamos un par de días extras de nuestras vacaciones en el curro podemos pegarnos casi una semana en la isla, además, si miramos de salir el jueves por la noche, después de trabajar, ganaremos la subida de precios del viernes santo y el hecho de levantarte ya en la isla hace que ganes, como mínimo, medio día así que a mirar combinaciones, cosa para la que, skyscanner, va de lujo. Solo tienes que filtrar los horarios en que quieras que salgan tus vuelos. En este caso, pondríamos el jueves a partir de las 20:30, que nos dé tiempo de pasar por casa a por los bártulos y la vuelta el miércoles, por ejemplo, después de comer y….Bingo!!

Volaremos de ida con Ryanair en un vuelo que saldrá (si todo va bien, claro) el jueves 13 de Abril a las 21:25 para llegar a medianoche a Tenerife Sur. Precio total para los dos y facturando una maleta: 169,97€

Para volver, en cambio, lo haremos con Vueling, saliendo de Tenerife Norte el miércoles a las 15:15 de la tarde y a un precio de 124,98€ también con una maleta facturada.

Ni tan mal al final, ya tenemos destino y lo más importante, los billetes para este, y ya todo en marchar con ese click de comprar. Y ese subidón, me encanta, ni mezclando todas las drogas del mundo se consigue algo igual. Bueno si, pero no dura tanto.

Ahora, a ver donde dormimos

Y el siguiente paso, una vez los billetes ya cerrados es el de buscar un lugar donde quedarse y otra cosa igual no, pero opciones para alojarse, Tenerife, tiene un buen puñado. Que no te lo acabas, vamos. Y es que los años y años de desarrollo turístico en las islas ha hecho de ellas un lugar con opciones para todos los tipos de turistas y viajeros y para todos los bolsillo también, importante.

Uno, lo que debe de hacer, es saber primero de todo que busca: Que si resorts de lujo all inclusive, que si macro-hoteles años 90, que si algún hotelito de pueblo, algo en la ciudad, que si se prefiere un apartamento para ir más a la tuya. Sea lo que sea que uno busca, por lo visto, en Tenerife lo encontrará, solo tiene que buscarlo.

Nosotros, como de costumbre, intentamos huir un poco de los lugares masificados para turistas que, aunque no quiere decir que no nos dejemos caer algún día por allí, no son precisamente lo que buscamos. Con la base en eso, tenemos que los principales enclaves turísticos del sur, sobre todo Los Cristianos, Las Américas, Costa de Adeje y demás, quedan descartados.

Santa Cruz también queda descartada de buenas a primeras. No queremos meternos en una ciudad, de eso nada. Queremos estar bien lejos de ellas así que ni mirarla, vamos.

Así que se trata de ir descartando. Al ir casi una semana, y querer un poco de tranquilidad e independencia, rápidamente nos damos cuenta que nuestra mejor opción será tirar de Airbnb, a pesar de que en Booking hay ofertas de putísima madre, la verdad, echarle un ojo y decidir.

Con las zonas de la isla que nos interesan ya delimitadas, lo mejor es meterte en la aplicación de Airbnb, tirar de mapa e ir buscando uno a uno, con las fechas ya marcadas, y ir guardando en favoritos los que más encajan con lo que buscamos.

Y como no, la lista que se llena y se vacía por momentos. En la segunda pasada por ella, ya caen la mitad y en la tercera, ya solo quedan los finalísimos. En nuestro caso, tenemos que tener en cuenta la hora del check in ya que nuestro vuelo llega a la isla, si todo va bien, más tarde de medianoche y eso, en algunos casos, puede ser un problema, así que antes de reservar toca enviar algunos mensajes a nuestros posibles anfitriones para ver qué solución nos dan y de entre todas ellas, la que más nos encaja es la de un pequeño apartamentito situado en pueblo pesquero del sudeste de la isla: Poris de Abona. Un apartamento reformado, en primera línea de mar, en la costa sur, pero lejos de los principales puntos turísticos, bien comunicado para poder llegar en coche donde queramos pero un reducto de tranquilidad para cuando lleguemos a él. Y los comentarios, lo más importante, todos, absolutamente todos, de 5 estrellas así que no lo pensemos más. Allá que vamos. Las 6 noches nos salen por 278€ y para el tema de la llegada tardía, hay instalada una cajita con un código para pillar las llaves sin tener que estar el anfitrión presente así que todo solucionado! Un, dos, tres, reservar!!

Y ahora ya si, billetes pillados, alojamiento reservado, ahora ya queda empezar a chafardear que hacer en la isla y, entre otras cosas, como llegar al apartamento a las horas que vamos a llegar pero eso ya es otra historia, aún tenemos tiempo, queda disfrutar de esta fase del viaje, que es viajar, pero desde el sofá.

Seguimos!!

Crónicas de Fez: Últimos pasos entre la cotidianidad del día a día

Nuestro avión de regreso a Barcelona salía hacia eso de las 18:00 de la tarde con lo que teníamos toda la mañana aún para dedicarle a la ciudad. Habíamos decidido quedarnos en la Medina, dejar la Nouvelle Ville para otra visita a la ciudad, y callejear sin rumbo fijo entre las murallas para ver un poco la vida cotidiana entre muros. Además, al ser martes, la estampa creíamos que sería distinta de la que nos llevamos el domingo así que no se hable más. Hoy, a medinear.

De todas formas, el día no empezó muy bien, ya que nuestra anfitriona, que tan maja y encantadora había sido hasta entonces, nos dio los buenos días diciéndonos que esa misma noche había muerto su padre y que lo sentía mucho pero hoy no podría estar por nosotros ya que hacían el velatorio en el edificio de al lado de Riad, donde vivía toda su familia. Eso, la verdad, siempre sabe mal, y corta un poco el rollo. La tía no lo estaría pasando nada bien y encima tenía que hospedar a dos guiris que, en ese momento, solo le sobrábamos, como es normal, por eso, una vez desayunados, y con la intención de molestar lo mínimo posible, rápidamente nos íbamos a nuestra labor del día: callejear.

Y es que otra cosa no, pero callejear, aquí es fácil, muy fácil. Solo tienes que dejarte llevar y en menos de 5 minutos ya estarás completamente perdido, de eso no tengas ni la menor duda. Eso te da a pié a descubrir lo que se cuece realmente en la Medina y es que, al final, tanto en Talaa Kebira como en Talaa Seghira, actualmente, están dedicadas principalmente a los turistas que visitan la ciudad y es cuando sales de sus áreas de influencia que te encuentras con la verdadera Medina, la del día a día, la de la vida real.

Algo parecido nos pasó el primer día cuando fuimos hacia Bab Guisa, en la colina de la ciudad pero hoy, la idea, era ir hacia el otro lado. Digo que era la idea porque, a decir verdad, llega un momento que no sabes si vas hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado o hacia otro. Simplemente vas. Y aunque, no es por tirarme flores pero, mi sentido de la orientación está bastante desarrollado, llega un momento que si consigues llegar a los sitios a los que quieres ir es por pura flor en el culo y poco más.

Y ha sido de esta manera que hemos vuelto a caer a la Place as-Seffarine, donde ha vuelto a caer otro té y de aquí hemos vuelto a perdernos hasta llegar a una especie de canal, ni puta idea de que hacia allí. En verdad, ni puta idea de que hubiera algún canal que cruzara la ciudad, es algo que no nos esperábamos, pero estaba allí, os lo juro. Donde, pues repito, ni puta idea, no sabría volver allí ni aunque me fuera la vida en ello. Por si acaso hemos hecho una foto para que nos crean.

Uno sabe que se ha perdido cuando pasa cuatro veces por el mismo puesto de comida en menos de quince minutos. Cuando te pasa esto puedes hacer dos cosas. Una, preguntar y salir victorioso o dos, seguir perdido hasta encontrar la salida. El tema es que nosotros no teníamos ninguna salida ya que precisamente lo que queríamos era eso, perdernos y además, preguntar, es de cobardes, como utilizar autobuses para visitar una ciudad o salir de la ducha para mear, así que a lo nuestro, algo saldría a nuestro paso y por suerte, así ha sido.

Y es que sin quererlo, obviamente, nos hemos topado con la zona donde se vende toda la parafernalia para realizar una boda árabe. Y joder, no es poca. Desde los tronos donde se sientan los novios, las bandejas, parecidas a donde llevaban al Panoramix los galos donde espera la novia, enormes sofás estilo mezcla de Gipsy Kings y las Kardashian, autenticas fuentes de ostentación, todos construidos a mano, uno por uno, únicos, por supuesto y seguros que baratos, pocos.

Esto es una cosa que siempre me ha fascinado, lo que puede suponer una boda para unos y para otros. Sin duda, la relatividad es algo presente en todo.

Después de cruzar embobados por esta parte del zoco hemos salido, como por arte de magia, de nuevo a un lado de la universidad, es decir, nos hemos despedido, ya sabíamos dónde estábamos y ya podíamos volver y para celebrarlo, otro té, como no podía ser de otra manera.

Ahora era el momento de realizar algunas compras, pocas, que el presupuesto lo llevábamos ya muy ajustado y despedirnos, ahora si, de esta ciudad. Imperial con todas y cada una de sus letras, ideal para perderse unos días, y me refiero, obviamente, a perderse en el sentido literal de la palabra. Una ciudad que no tiene nada de oscura, ni peligrosa ni nada de eso que se escucha a veces de Fez. Una ciudad que, como todas las ciudades de Marruecos, te puede gustar o no, eso ya va al gusto del consumidor, lo aceptamos, pero en la que si te dejas llevar y dejas los clichés en casa no te va a dejar indiferente. Una ciudad, también, llena de historia y sobretodo, orgullosa de ella. Una ciudad, en definitiva, que está a la altura que tiene que estar.

Ya había terminado, como siempre, sin darnos cuenta, esta escapada. Encantado de volver a viajar con Germán, sobran las palabras. Han sido cuatro días de risas, de cachondeos, de interesantes charlas y también, cómo no, de charlas absurdas. Pendiente quedan otros viajes, que ya llegarán, de eso no hay duda, ahora lo que toca es poner rumbo al aeropuerto y pensar que los siguientes que vendrán sin él que no son pocos y también en inmejorable compañía.

Una cosa a tener en cuenta, eso sí, es que en el aeropuerto de Fez, no vale eso de llegar con una horita de antelación y gracias, de eso nada, aunque no facturéis pensar que igualmente se ha de pasar por el mostrador correspondiente, y estamos hablando, muchas veces, de un solo mostrador para varios vuelos con las largas y desordenadas colas correspondientes.

Nosotros nos hemos despedido de nuestros anfitriones por estos días tres horas antes de que saliera nuestro vuelo, después de acercarnos a un locutorio que hay justo al lado de la entrada de la Medina a imprimir nuestras tarjetas de embarque y porque hemos tenido la suerte de que justo en el momento que se ha abierto el mostrador nos ha encontrado a un par de metros de él porque en cuestión de segundos la cola se ha hecho kilométrica. Además las medidas de seguridad también poco que ver tienen con las del aeropuerto de Barcelona y ente que pasas el control de pasaporte y el control de seguridad otro buen rato te echas así que no escatiméis tiempo, ir sobrados y os ahorrareis una buena cola. Porque eso es algo que no soporto, las jodidas colas de los aeropuertos y, además, sin son para volver a casa, entonces ya no hay quien las trague.

Y ahora ya sí que si, puntual, nuestro vuelo de Ryaniar encaraba la pista de despegue del aeropuerto de Fez Sais para dejarnos, después de, como no, un movidito vuelo, en Barcelona – El Prat para mañana continuar con nuestras vidas como si nada hubiera pasado.

Pero por suerte eso es solo lo que parece, que no ha pasado nada…

Pero, como cada viaje que haces, si que ha pasado, si…

Seguimos!